Un fuerte terremoto en Myanmar dejó más de 20 muertos y amplios daños materiales

Este viernes, un potente terremoto de magnitud 7,7 sacudió el centro de Myanmar, dejando un saldo de más de 20 muertos hasta el momento y causando importantes daños materiales, especialmente en la capital administrativa Naypyidaw. El sismo tuvo su epicentro al noroeste de la ciudad de Sagaing, a poca profundidad, lo que amplificó su impacto en la superficie.

Poco después del primer temblor, una réplica de magnitud 6,4 ocurrió en la misma zona, aumentando la alarma en la región y complicando los esfuerzos de rescate.

En Naypyidaw, los daños fueron significativos. Se reportaron grietas en las paredes, techos caídos y carreteras severamente afectadas. La fuerza del movimiento telúrico también causó pánico entre los habitantes. En el Museo Nacional de la ciudad, los empleados fueron evacuados apresuradamente, lo que generó escenas de desesperación. Testigos afirmaron que muchos miembros del personal temblaban y lloraban mientras corrían al exterior del edificio. “Algunos rompían en llanto, otros simplemente intentaban llegar a un lugar seguro entre gritos y llamadas a sus familias”, relataron testigos.

El impacto de este fuerte terremoto no se limitó a Myanmar. En Tailandia, los temblores se sintieron desde el norte del país hasta la capital Bangkok, lo que provocó la suspensión temporal de algunos servicios de metro y tren ligero. En la ciudad turística de Chiang Mai, los residentes huyeron alarmados de sus hogares y comercios, generando caos y confusión en las calles.

El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) ha confirmado que el terremoto ha sido uno de los más fuertes de los últimos años en la región, dejando a Myanmar y países cercanos en estado de alerta y movilización.

Las autoridades locales continúan evaluando los daños y trabajando en los esfuerzos de rescate, mientras la comunidad internacional sigue de cerca el desarrollo de los acontecimientos, esperando una mayor información sobre las víctimas y el alcance de la devastación.

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Por Roger Rotonda

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