JOSÉ NÉSTOR FARÍAS

Falleció el 11 de diciembre de 2023 en Tandil, a los 93 años.

Había nacido el 28 de marzo de 1930, en Rauch. Hijo de Alberto y de Cornelia Farías, compartió su infancia y adolescencia con sus dos hermanas, Nélida y Haydée, en la pequeña localidad de Miranda, partido de Rauch.

En la década del ‘50, siendo un adolescente, conoció en los bailes del pueblo a quien sería su esposa durante 60 años: Dora Sinnott. Con ella se convirtió, con el paso del tiempo, en padre de Rossana, Adriana y Edgardo.

A los 18 años, luego de cumplir con la obligación de realizar el Servicio Militar, se incorporó al ferrocarril como oficinista, recorriendo pueblos de la zona, hasta que se presentó la oportunidad y partió a vivir al sur del país, donde comenzó a trabajar en estaciones pequeñas de la Patagonia como jefe. Esta actividad la desarrolló con amor, compromiso y adoración, le trajo enormes satisfacciones, sobre todo en El Maitén (Chubut), cuna de “La Trochita“, uno de los pueblos patagónicos en los que vivió, ” llegando a ser jefe de Estación y jefe de Estafeta Postal, categoría que lo convirtió en una suerte de “autoridad” dentro de la comunidad y que lo llevó a integrar las comisiones de distintos clubes y espacios sociales.

En su tiempo libre, generalmente los domingos, disfrutaba de ir a pescar junto a su familia y colaborar con el club de fútbol, que era su otra pasión, y -dicho por los que lo conocieron en su juventud- fue muy bueno en este deporte

Ya radicado en Tandil -allá por finales de los ‘70-, continuó en la actividad ferroviaria hasta que obtuvo la jubilación; desarrollándose en esta ciudad hasta llegar a ocupar un alto cargo en la superintendencia de ferrocarriles zonal.

Su familia lo despidió de la siguiente manera: “Fue un padre, un marido y un abuelo ejemplar. Te vamos a extrañar mucho, Pepe!”

MARTA HAYDÉE JAUREGUIBERRY DE BIRGÉ

Falleció el 9 de diciembre de 2023 en Tandil, a los 82 años.

Había nacido el 3 de mayo de 1941 en esta ciudad.

Hija de Mario Jaureguiberry y de Roquelina Villanueva, tuvo cuatro hermanos: Celia, Mario, Horacio y Edgardo.

Cursó sus estudios en la Escuela 21, de Villa Italia, barrio en el que nació, creció y vivió durante toda su vida, incluso habiendo formado ya su propia familia.

Desde muy joven, trabajó como modista y cosía para sus familiares pero también lo hacía para otras personas, como una forma de sustento económico, y lo hacía verdaderamente muy bien. Ejerció esa profesión con amor y responsabilidad durante toda su vida.

El 23 de abril de 1970, se casó con quien hasta entonces había sido su novio:Rubén Birgé, un joven oriundo de la ciudad de Necochea. Se habían conocido a través de los hermanos de ella, que compartían el gusto por el básquet.

En 1978, nació el único hijo de la pareja, Martín. El niño se sumó a Elsa, Alejandra y Rubén Alberto, los hijos de un matrimonio anterior de Rubén. Durante el tiempo que compartieron, Marta los amó y cuidó como si llevaran su propia sangre.

Socia vitalicia del club Unión y Progreso y con una familia estrechamente vinculada a la sociedad de fomento de la entidad, fue sin embargo una mujer muy hogareña, que disfrutaba de pasar largas estadías en la intimidad en su casa.

No solía realizar grandes salidas; por eso una gran excepción fue el viaje a España que emprendió con su marido para conocer a su única nieta -Ainhoa-, ya que su hijo se encuentra radicado desde hace varios años en ese país junto a su pareja Jannet.

Su esposo recordará siempre la hermosa vida que compartieron.

MANUEL ALFREDO GIL

Falleció el 14 de diciembre en Tandil, a los 60 años.

Había nacido el 14 de septiembre de 1963, en la ciudad de De la Garma, partido de Gonzáles Chaves. Manuel o "Charo", como sus familiares le decían, fue hijo de Gregorio Manuel Gil y de Nélida Haydée Praiz.

Trabajó desde muy joven en el campo y ya con una edad madura, abandonó su pueblo natal para radicarse en Tandil, con miras a una nueva vida. Con el tiempo conoció a su amada mujer, María del Carmen Martínez, quien ya era mamá de dos hijos: Cristian y Romina. Entre todos formaron una hermosa familia, y con el tiempo llegó Francisco, el hijo de ambos.

Hoy su familia lo recuerda con mucho dolor, pero por otro lado les queda el consuelo de que fue un guerrero, un luchador. Los que tuvieron la oportunidad de conocerlo se dieron cuenta de que fue un hombre “de otro planeta" y de que les dio tanto, que se olvidó de guardarse algo para él.

Siempre fue “un 10”: el mejor padre, el mejor abuelo, el mejor vecino -como dijeron en el barrio-, el mejor en guardar secretos, el primero en estar a la hora en que lo llamaban, el que siempre estaba para todos y para todo.

Su familia lo despidió de la siguiente manera: “Sin vos nada es lo mismo, nada será igual, pero sí sabemos que te vamos a amar por el resto de nuestras vidas. Jamás te olvidaremos porque siempre habrá historias para contar... ¡Fuiste y serás el mejor! En todo. Ojalá todos tengan un ‘Manolete’ en su vidas, que jamás hablaba de más, que siempre decía lo justo, que era el héroe de sus nietos Fidel, Bruna y Simón, que lo amaron con locura. Sólo deseamos que consigas la paz eterna, porque es lo único que merecés. ¡Tenés el cielo ganado, campeón! ‘Vos fuiste la derrota que nuestra alma no soportó, no pueden borrar nuestros recuerdos, nadie es capaz de matarte en nuestra alma’. Q.E.P.D. Tus hermanos, familiares y amigos”.

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