POR NESTOR DIPAOLA

En los últimos años hemos conocido a numerosos poetas y escritores procedentes de las facultades de las llamadas “ciencias duras”. Un caso es el de la doctora Mónica Di Santo, que desde ese sector procede. Ella es médica veterinaria con especialidad en Virología. Días atrás presentó el libro “Fortalezas interiores”. La siguiente, es una síntesis de la amena charla que con ella mantuvimos.

-¿En qué momento de su vida se vio cautivada por las letras y por las artes plásticas…?

-Mis primeros años transcurrieron en el campo. Vivía con mis padres y no tenía hermanos. Así que me gustaban las actividades solitarias: pintar, armar rompecabezas, jugar con mis mascotas y mirar revistas infantiles. Aprendí a leer y escribir muy tempranamente, a los 3 o 4 años, a la vez que papá siempre me traía revistas de cuentos y libros para pintar. Cuando tuve seis, inicié primer grado en una escuela pequeña de Tandil, sabía leer muy bien, ya redactaba textos sencillos, dibujaba y pintaba.

-En muchas personas, el arte llega tras el retiro de la vida activa en ciertas actividades. Por lo que vemos, no es su caso…

-No, para nada. En realidad, en la faz universitaria, me gradué en Ciencias Veterinarias y también en la antigua Facultad de Humanidades, que primero se denominó Ciencias del Hombre. Hice la carrera de Asistente Social y Educacional. Luego estudié Medicina Veterinaria, me doctoré en La Plata e hice dos posgrados más.

-O sea que esa mixtura se fue dando siempre.

-Sí. Mi formación médica siempre estuvo transversalizada por la adquisición de conocimientos humanísticos tales como la pedagogía, la filosofía, la sociología y la literatura, entre otros. Y así, fui docente e investigadora en Virología Veterinaria, incorporando las disciplinas humanísticas dentro del quehacer educativo en Ciencias Veterinarias.

-¿Y por qué las mandalas y otros estilos lineales?

-Me fui formando en disciplinas afines con mis intereses, como es el caso del diseño geométrico de cruces, mandalas y demás. En la vida cotidiana, encontramos ejemplos de la llamada “Geometría Sagrada”, que por otra parte es el título de un libro de Stephen Skinner, con presencia de edificios, plazas, construcciones, flores y mucho más. Los Coronavirus, que hoy son pandémicos, son estructuralmente mandalas tridimensionales geométricos perfectos, igual que muchos más. Así que todo, en lo que he vivido y vivo, me remite al diseño geométrico y la necesidad de expresarme escribiendo.

AQUEL PAPÁ LABURANTE EN CABAÑAS OVINAS

-¿Qué recuerdos posee de “Alma de cabañero”, aquel libro publicado quince años atrás?

-Uhh, sí. Es un trabajo que representa recuerdos que se transformaron en la recreación de ellos en un constante presente. Mi padre, don Juan Antonio Di Santo, fue un trabajador cabañero de distintas razas ovinas genéticamente puras, entre ellas Lincoln y Corriedale. Mi infancia fue muy bella, humilde, sencilla. Curiosa y mágica. Donde papá estaba, allí iba yo para ayudar al bienestar de los carneros (macho ovino adulto) en su alimentación y arreglo estético, para ser presentados en las exposiciones y concursos de razas en todo el país. Tal vez, todo ello me llevó un día a decidirme a seguir mis estudios de Veterinaria.

-Es un trabajo biográfico pero que remite a un oficio bien campero y muy particular por otra parte.

-Sí, tal cual. Lo escribí junto a Zulima Naranjo Dávila, una amiga cubana, escritora, licenciada en arte, que vivió un tiempo en Tandil y ahora está en Mar del Plata. Ella conoció a mi padre y a partir de extensos diálogos y entrevistas, surgió el libro, con el sello editorial de Ediciones del Chapaleofú. Yo fui escribiendo las vivencias, tareas, historias, anécdotas de cabañeros y amigos del campo y la ciudad.

-Es un libro que va más allá del tiempo, sin duda.

-Por supuesto, es así. Pudo haberse leído entonces, se lo puede leer ahora o dentro de diez o quince años, y siempre se encontrarán aportes sobre inmigrantes, trabajadores rurales y urbanos y tantos otros temas aledaños. Mi padre falleció poco antes de su publicación, pero sabía que su historia y la de sus colegas de oficio y buenos amigos quedaría escrita.

MÓNICA, LA AUTORA DE DÉCIMAS, COMO LOS PAYADORES

-Sabemos que escribe también poemas en décimas y que integró la Casa de la Décima Vicente Espinel, creada por la señora Gela Barbero. ¿De dónde viene el interés por esa métrica?

-La poesía en décima es la métrica del payador. Cuando fui invitada a participar de la Casa de la Décima, no dudé. Y acompañé a Gela, a su esposo, Alberto, y a todos los integrantes de la Comisión de la Casa de la Décima en diferentes emprendimientos, entre ellos la organización del Concurso Rioplatense de Poesía Décima. Resultó inolvidable el “Festival Iberoamericano de la Décima”, en Tandil, año 2000, del que fui coordinadora académica de las ponencias en el Aula Magna de la Universidad.

-La décima suele pintar con mucho acierto un lugar o una circunstancia, ¿verdad?

-Claro, porque surge natural y espontáneamente. Podemos apreciarlo en esos encuentros musicales de payadores, que, según lo que exprese uno, el otro le contesta con naturalidad, versos testimoniales, lugareños, de vida, de historias y en el marco de la situación del momento.

-¿Se acuerda alguna de las suyas…?

-Sí, he escrito varias. Algunos de los poemas fueron dedicados a Tandil, como el siguiente, cuya primera estrofa es así:

Hay lugares en el mundo/ acumulando sueños/ de tanta ilusión sin dueños./ Sin embargo yo me fundo/ con paisajes, y me inundo/ en el vuelo de mis tierras/ y en las fuerzas de las piedras./ Cielo vasto, cielo añil,/ techo etéreo del Tandil,/ de los llanos y las sierras. (Fragmento de “Tandil, en décima serrana”).

-¿Otras formas de escritura para la poesía?

-Me gusta escribir también en la métrica del soneto, y en poema libre, es decir formas literarias sin métrica, organizadas en palabras con pinceladas poéticas con diversos estilos.

-¿Y con temáticas variadas?

-Sí. Dedicados a la naturaleza, al amor, la amistad, los recuerdos, los olvidos.

LA IMPORTANCIA DE POSEER FORTALEZAS

-¿Cómo define a “Fortalezas interiores”?

-Es una selección de poemas, cuentos, reflexiones e ilustraciones de dibujos y tapices, desde el año 2000 al presente. En este libro me expreso en varios estilos literarios y plásticos. Y sentí que deseaba compartir algo de todo ello.

-Pero seguramente habrá mucho más para compartir.

-Ya estoy trabajando en tal sentido, con contenidos que se afirmen en vivencias, creencias, experiencias, de profundas propiedades filosóficas, metafísicas, ideas, valores, incluyendo análisis y ensayos sobre lecturas de otros autores, y según mi propia autoría.

-En un plano quizás un poco más filosófico, ¿cómo define usted esta cuestión de poseer fortalezas? ¿Por qué es tan importante que ello ocurra durante nuestros procesos vitales?

-“Fortalezas interiores”, desde la idea de mi “yo filosófico”, me sitúa en la rica experiencia de vivir la intensidad de mi propio ser, en alerta observacional de los distintos aconteceres cotidianos: el agua, la tierra, la vida, el amor, los animales, objetos, pasajes de mi propia historia, todas vivencias que pueden semejarse a las de los demás, pero con la necesidad de hilvanar, como hilvano puntadas en un tapiz, palabras que se definen en un texto, un poema, una reflexión o un cuento.

ESAS INTIMAS SENSDACIONES Y VIVENCIAS…

-¿Le resulta cómodo el acto de la escritura?

-Totalmente. Lo siento como algo espontáneo, natural. Porque es como observarme interiormente, en un camino de meditación y creación. Lo mismo me ocurre con las artes plástica y textil. Me tomo los tiempos de hilvanar, continuar o deshacer. En cambio, la conversación fluye, me lleva a olvidar algo en el camino del relato. Cuando escribo, siento que permanezco en esas palabras, para dejar una historia, un testimonio, una observación casual que luego descubro cotidiana.

-¿Y con fortalezas…?

-Sí, obvio. Como si fuesen fuentes que guardan nuestras más íntimas sensaciones y vivencias. Y cuanto más escribo, más inmersa en mi ser esencial, puedo transitar. El camino sigue, el paisaje creativo se renueva. Y el círculo creativo vuelve a comenzar.

VARIETÉ LITERARIA…

-Este último libro posee características muy variadas con respecto a los géneros literarios. ¿Se siente más cómoda en alguno de ellos en particular? ¿O prefiere continuar incursionando de esta manera diversa, que por ejemplo en el teatro se llamaría “varieté?...

-Todos los géneros literarios que transito me resultan cómodos. Los momentos, las circunstancias, las percepciones interiores y del entorno, experiencias anteriores y observaciones. Todo ello puede llevarme a elegir un estilo para ese tiempo de escribir o crear un diseño, un estilo. Y espontánea y naturalmente aparece un poema, la reflexión u otra modalidad literaria. La verdad que me gustó esa expresión, la relación con la “varieté”. No sólo sería para referirnos al teatro. Es posible definir a la reunión de varios géneros literarios en una obra, una “varieté” de las letras. Que no es más que un espejo de la variedad que surge del conjunto de experiencias, creencias y vivencias, emergentes de cada historia de vida.

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