-Che, me quedé pensando en eso que hablamos ayer.

-Hola, Gordo. Son las dos de la mañana. No sé a qué te referís, pero sería una lástima que empecemos el año de esta manera. Es decir, teniéndote que cortar.

-El año lo empezamos ayer. Y hablamos de que me voy a tener que ir a vivir con los osos pardos. ¿Te acordás?

-No.

-Que como ya no soporto a la gente me voy a tener que ir a vivir a un bosque y empezar a relacionarme con los osos pardos.

-Ah, sí. De cualquier manera, lo podemos hablar mañana. A no ser que estés al pie del colectivo o del avión, del barco o de lo que sea, Gordo.

-No. Pero ya estuve averiguando. Los osos pardos viven en los bosques septentrionales de Norteamérica y Asia.

-Te deseo un gran viaje y una mejor estadía. Mandá postales.

-Pará, pará. Sucede que ahí también viven los ciervos.

-¡Qué mejor, Gordo! Te vas allá al medio del bosque septentrional, sin conexión de ningún tipo, adoptás un bambi y empezás a interactuar con los osos. La vida que soñaste. Ahora, dejame dormir.

-El problema es que se desencadenó una epidemia: la craquexia crónica.

-…

-Es terrible. Les ataca a los ciervos y a los otros que son parecidos, los venados, y los transforma en zombies. Se les ponen los ojos en blanco, babean y se chocan las paredes.

-¿Qué paredes?

-Bueno, no sé… Los árboles se chocan, las rocas, no sé. Como que están muertos en vida. ¿Escuchaste hablar alguna vez de zombies?

-Sí.

-Entonces no me la hagás difícil.

-Hasta donde yo sé, Gordo, vos ciervo no sos. Si es por lo de los c…

-Ojo con lo que vas a decir, que voy para allá y te boxeo.

-Ok. Está bien. Pero les agarra a los ciervos no a las personas.

-Los científicos no saben todavía. Si se contagian las personas puede ser una catástrofe de proporciones bíblicas…

-¿Puede ser que esa frase la haya dicho Milei el otro día?

-¡Ah, con razón me sonaba! No me hablés de Milei, te estoy hablando de que una vez que decido emigrar, empezar una nueva vida lejos de la Patria, corro riesgo de convertirme en the walking dead…

-No pasa nada, Gordo. Vos andá tranquilo.

-¿Vos decís?

-Sí, andá. Pero andá ahora. No hay tiempo que perder. Andá y dejame vivir…

-Está bien. Siempre priorizás lo tuyo. Me estás sacando de encima porque tenés sueño. Dejá, yo me las arreglo solo. Eso sí: si un día de estos te vengo a visitar con los ojos dados vuelta, largando espuma por la boca y rebotando contra las paredes, no te quejes.

-Ya has venido así, Gordo. Ya has venido…

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