Me viene pasando seguido. Y ayer, otra vez: páginas de internet que me obligan a decirles que no soy un robot.

Clickeo en el cuadradito. Listo, no soy un robot.

Pero la página no me termina de creer y me lleva al siguiente paso que puede ser un captcha (juro que tuve que googlear para ver cómo se escribía. Y de paso, qué quiere decir: "Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart". O sea: “Prueba de Turing pública completamente automatizada para distinguir computadoras de humanos").

Al principio de los tiempos, el asunto era medianamente sencillo. La máquina ponía la siguiente leyenda: Y3zJ. Y uno debía escribir esos caracteres: Y3zJ. Entonces sí, se podía acceder al destino deseado.

Se nota que con el tiempo, los robots se fueron apiolando. Y los captcha comenzaron a complejizarse. Los caracteres no estaban bien definidos (¿es una G o un 6?) y aparecían atravesados por rayitas y esas cosas. De manera que por lo general –y ahora sí comienzo a hablar de mí mismo- no los superaba en el primer intento.

Es más, en alguna ocasión he debido recurrir a alguien que estaba cerca: ¿qué es eso una jota o un siete?

Luego –porque los robots son cada vez más inteligentes- debieron recurrir a las imágenes: “Marque las celdas donde hay embarcaciones”. ¿Qué embarcaciones? Ah, un barco, una lancha, así… Click acá, click en esta otra y a ver… en esta aparece un pedacito de bote, o capaz que no es un bote, ¿qué será? Ma´ sí, no la marco.

Error. Inténtelo de nuevo.

Y la imagen que en un principio estaba dividida en nueve celdas, se complejizó: 16, 25, 30 celdas, en donde uno debía encontrar extinguidores de incendio o pedazos de extinguidores de incendio. O semáforos.

Pues bien, el otro día me topé con una imagen con un pedacito en blanco, como si se tratara de la pieza faltante de un rompecabezas. La pieza, estaba en un rincón de la imagen y había que hacerla coincidir.

Primer intento: no pude. Segundo intento: no pude. Tercer intento: no pude. Arrastraba la pieza hasta el hueco y nada. Intenté arrastrar el hueco hasta la pieza y tampoco.

Lo llamativo del caso era que no estaba intentando entrar a una página de la NASA, la CIA o la KGB: era una tienda donde vendían un juego de llaves tubo que no pensaba comprarme, pero sí ver qué onda.

Conociéndome como me conozco, sabía que mi primera reacción ante tres rechazos consecutivos era mandar a freír churros a la tienda, la página, las llaves tubo y Bill Gates. Pero a veces hasta yo mismo me sorprendo de lo razonable (?)que puedo ser: un minuto más tarde estaba buscando tutoriales (¡tutoriales!) de cómo resolver captchas estilo “rompecabezas”.

Me sentí un salame. Pero lo resolví. Es decir, le demostré a esta gente que soy un tarado, pero no un robot.

Ahora, lo que me vengo preguntando a menudo es lo siguiente: estos tipos saben que soy hincha de Boca, que me gusta leer cuentos, que me interesa la política, que reniego de este gobierno, que tengo ganas de comprarme una campera, que viajé al Norte hace poco y a Mar de las Pampas hace un poco más; saben quiénes son mis hijos, mis amigos, mis enemigos, mis deseos, mis miedos, mis gustos, mis inconsistencias, mis enfermedades y hasta cuál sería mi reacción en caso de terremoto. Además, tengo serias dudas de que me estén escuchando y hasta viendo por la camarita del celular o la compu. Entonces, ¿en serio tengo que demostrarles que no soy un robot?

O quizás, y sólo quizás, me estarán queriendo decir que ponga en duda mi condición de no robot. Habida cuenta de que se trata de un dispositivo programable, capaz de manipular objetos y realizar diversas operaciones. Y que con un poco de voluntad y viento a favor, resuelve algunos problemas menores.

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