Semana Santa
Viven de viaje, eligieron Tandil durante Semana Santa y coparon el Lago del Fuerte con sus casas rodantes
Hay viajeros de la ciudad, de La Matanza y hasta de Alemania. "En Tandil nos recibieron de 10", contaron.
Tandil vive a pleno una nueva Semana Santa, y además de los tradicionales eventos litúrgicos, los turistas coparon los principales paseos. Pero también lo hicieron otros viajeros, que con sus casas rodantes se instalaron en el Lago del Fuerte y montaron sus ferias. Algunos llevan años recorriendo el país y el continente, y aprovecharon para conocer o volver a la ciudad.
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“Tandil nos recibió de 10 y nos re gustó. Solemos volver a los lugares que nos gustan muchos y donde nos atienden bien. Acá la gente de la ciudad es súper amable” contó Mónica, que junto a María hace 2 años que partieron de La Matanza a recorrer el país. Después de trabajar más de una década en un cine –donde se conocieron- eligieron “largar todo” y partir en un viaje que todavía continúa.
Al igual que ellas, también estacionaron sus hogares con ruedas Jennifer y Rolo, una alemana y un mendocino que se conocieron en México, Nazareno y Federico, quienes partieron hace solo 15 días desde Suipacha “sin rumbo”, y Cristian y Penélope, dos tandilenses que hace poco más de dos años dejaron sus trabajos, su casa y se lanzaron a la ruta en una aventura de “enseñanza pura” en la que encontraron que “se puede vivir con mucho menos”.
Además de sus camionetas, sus elementos para feriar, su ropa y algunas otras pertenencias, los viajeros comparten travesía con animales. Gatos y parejas de perros los acompañan y forman parte de las familias rodantes. También registran sus recorridos en sus redes sociales, y hasta decoran sus vehículos no solo con calcomanías de cada lugar en el que frenaron, sino con frases que los inspiraron a viajar. “Si no es ahora, ¿cuándo?”, dice una de las camionetas.
De Tandil al mundo
Oriundos de Tandil, Cristian –de 52 años- era herrero y Penélope –de 45- trabajaba en relación de dependencia hasta hace 2 años y cuatro meses se largaron a la ruta. “Largamos todo. Arrancamos el viaje con un auto y una casilla y a mitad del año cambiamos por la camioneta. Desde entonces nunca dormimos en otra cama. Tenía una casa y se la dejé a mi hijo, dejamos todo”, contó Penélope.
Si bien comenzaron vendiendo chimichurri, ahora montan su feria con artesanías, calcomanías y otros objetos. Pero también se sustentan vendiendo al por mayor cuchillos tandilenses, un producto que, aseguraron, “es muy buscado”. Su proyecto se llama “Casilla Postal” – en el perfil de Instagram comparten su experiencia- , y además de ellos dos, completa el equipo “Tupun”, un gato que justamente adoptaron en Tupungato.
“De Argentina ya hicimos casi todo. Nos faltan Formosa y Chaco. Ushuaia fue el primer viaje que hicimos y de ahí seguimos hasta La Quiaca. Conocimos parte de Paraguay, de Uruguay y la idea es irnos para Brasil ahora”, sumaron.
Además de paisajes, viajando encontraron “gente diferente, de distintas culturas”. El conocer una diversidad de personas les permitió aprender “que se puede vivir con menos, eso fue una enseñanza pura para nosotros. La gente enseguida viene y te brinda lo que tenga, si rompiste el vehículo te lo arreglan”.
De regreso a la ciudad – adonde más allá de vivir viajando siempre retornan- se encontraron con mucho movimiento de turistas. “A partir de ayer fue tremendo”, contaron. Tras tomarse unos días en Tandil, volverán a la ruta buscando el buen clima, con Brasil como destino.
Una alemana, dos matanceras y sus mascotas
Jennifer está a punto de cumplir 30 años pero hace ya una década que partió de Lübeck, una ciudad costera de Alemania y desde entonces vive de viaje. En México conoció a Rolo - un mendocino con el que comparte travesía y hogar a bordo de su camioneta.
Ocho meses atrás llegaron a Argentina, y hace apenas unos días a Tandil. Al igual que los otros viajeros instalaron su puesto en el Dique, donde venden joyería que realizan con piedras y macramé.
“El español siempre fue mi idioma favorito”, contó con perfecta pronunciación, aunque le cueste aun decir de manera correcta el nombre de su pareja. “Hace muchos años estaba segura de que quería viajar por Sudamérica y Centroamérica. Viajé por Asia, por Europa y eso demoró todo, pero aquí estoy”, agregó.
Llegaron por primera vez a la ciudad por recomendaciones de otros viajeros. “Nos decían que teníamos que ir a Tandil, que era una ciudad muy linda, y nosotros buscamos el turismo para feriar. Todavía no conocimos mucho, pero seguramente nos quedemos una semana más. Nos gustaría escalar”, sostuvo.
Contenta por el movimiento de gente, compartió que muchos prestan atención a su pronunciación y le preguntan por su experiencia de vida. “La gente nota que no soy de aquí. Y claro, le contamos la historia, cómo nos conocimos, que somos una mezcla rara”, concluyó.
Desde La Matanza –adonde vuelven seguido- Mónica y María llevan dos años viajando y sustentándose vendiendo cuadros. Tras renunciar a su trabajo, con los ahorros que tenían compraron una camioneta y cambiaron de vida. Por segunda vez en la ciudad, destacaron la belleza de los paseos y la amabilidad de los tandilenses.
“Nosotras trabajamos 11 años para un cine. Fue arriesgarse también porque no sabíamos si nos iba a funcionar la venta de artesanías o si nos iba a gustar. Y bueno, cambiamos a esto. Viajando encontramos la libertad”, compartieron.
Nazareno y Federico armaron una camioneta con todas las comodidades y junto a sus dos perras también se largaron a la ruta. Tras hacer algunos viajes cortos y otros más largos para probar si les gustaba la forma de vida, dejaron todo en su Suipacha natal y eligieron el viaje.
Apenas partieron hace 15 días atrás, pero volvieron a Tandil luego de estar una breve temporada hace un tiempo. Luego de Semana Santa volverán a la ruta. “Vamos sin rumbo”, aseguraron.