Adopción
Una menor de 13 años espera por la oportunidad de seguir creciendo junto a una familia
La historia de V. es la de miles de chicos que en todo el país aguardan por una nueva posibilidad de vincularse con una familia desde el amor ejercido de forma horizontal y recíproca, en un encuentro de voluntades. Desde el Juzgado de Familia 2 invitaron a derribar prejuicios para fomentar la adopción de adolescentes y niños que superen los tres años.
Hay cosas que en la vida no se pueden elegir. Dónde nacer es una de ellas. Pero sí es posible elegir el encuentro con el otro y torcer la historia de cualquiera de los menores que, en la ciudad, esperan por una familia. ¿Cómo se cuenta una historia? ¿De qué estamos hechas las personas? Nos constituyen deseos, sueños, miedos, alegrías, tristezas, enojos, dolores, las cosas que no pasan y lo que se hace con ellas.
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Esta es la historia de V.V, una chica de 13 años que reside en uno de los hogares convivenciales de la comuna, que concurre a quinto grado en una escuela primaria pública y tiene un retraso madurativo. Su condición no la limita para manejarse con autonomía, y poseer grandes habilidades sociales y comunicativas. Actualmente, está bajo tratamiento psicológico y fonoaudiológico en el sistema estatal, con excelentes progresos.
Quienes tratan a diario con ella cuentan que le gusta practicar canotaje y fútbol, jugar en el agua y viajar. Disfruta de ir a la colegio, le encanta asistir a cumpleaños y participar de diferentes salidas sociales. V. atraviesa la vida con entusiasmo, con esperanza, con fe en las personas. Sueña para sí misma un futuro luminoso. Tiene un hermano biológico que vive en otra ciudad y con quien mantiene vínculo.
Si bien tiene algunas familias que son referentes afectivos y la acompañan en ciertos trayectos vitales, ella quiere tener una familia. Su historia es la de miles. En la Argentina hay más de 9 mil niños, niñas y adolescentes sin cuidados parentales, alojados en dispositivos de cuidado residencial o familiar. Según los datos consignados hasta 2020, el 24 por ciento tienen menos de 5 años. El 37 por ciento, entre 6 y 12 años y el 32 por ciento, entre 13 y 17 años. Es decir, más de 6100 niños y niñas de más de seis años que no están creciendo con una familia propia. Sin embargo, la gran mayoría de quienes se postula para adoptar elige bebés o niños de corta edad; casi el 90 por ciento de los aspirantes prefiere amparar a menores de 3 años.
Romper prejuicios
Hay, evidentemente, una problemática de las vinculaciones de niños y adolescentes en hogares familiares debido a este cuello de botella. De allí surge la necesidad de generar conciencia social sobre el tema.
El Eco de Tandil entrevistó al titular del Juzgado de Familia 2 de Tandil, el juez Ramiro Saralegui; la auxiliar letrada, doctora María Paz Rapalini; y la trabajadora social, Sandra Carloni, quienes intentaron derribar los prejuicios y miedos en torno a esta cuestión
“En los casos de los adolescentes se precisa más flexibilidad desde el ejercicio de la autoridad y la responsabilidad, pero eso pasa en cualquier familia con cualquier hijo biológico”, sostuvo el magistrado.
Asimismo, reparó en que es muy importante que los adultos respeten la historia de vida que ya traen esos niños y jóvenes, y se acerquen con el propósito de sumar afecto a la vida de esa persona, respetando su identidad. De alguna manera, tratar de que el nuevo vínculo ayude a sanar y acompañar ese dolor pasado, pero jamás a borrarlo ni negarlo. También es útil saber que no se debe proyectar en ellos deseos y frustraciones personales, sino estimular el desarrollo en función de la potencialidad de cada sujeto, dar la libertad para que se expresen y desplieguen. Igual que con los hijos biológicos, los hijos son hijos de la vida y son seres con sus propios deseos y expectativas. En el caso de los menores que ya tienen un recorrido hecho, se trata de respetarlos en su singularidad y con todo aquello que los constituye.
Respeto. Amor. Esas son las palabras que más resuenan. Y ahí nomás aparece la idea del encuentro. Los adultos que quieran maternar y/o paternar deben estar dispuestos a encontrarse con ese niño o adolescente; un encuentro horizontal. Más allá de la clara responsabilidad que le corresponde al adulto, sí es preciso pararse con ojos de niño y dejar de lado el adultocentrismo, mirarse como dos subjetividades dispuestas a elegirse y a dejar que crezca un vínculo recíproco.
“Un deseo de encontrarse con un proyecto a largo plazo, definitivo. Pero primero es conocerse y, en función de cómo resulte, la adopción será eventualmente una consecuencia de este proceso”, aclararon.
Encontrarse
Por otra parte, en una sociedad altamente capacitista, se deben redoblar los esfuerzos por tirar abajo los preconceptos que existen alrededor de la discapacidad. Sandra Carlini, la trabajadora social del juzgado expresó que, en el caso de V. “por su edad puede pensarse en una preadolescente, pero simbólicamente es más aniñada y es sumamente afectuosa, muy tranquila y dócil. Tiene personas que acompañan su crecimiento por fuera de la vida institucional, pero ella tiene el deseo de encontrarse con una familia”.
“Hemos tenido muchos casos de edades similares con experiencias muy positivas, que se eligen, que forman un vínculo. Hay una idea de que es imposible y prevalecen los miedos, pero los miedos se esfuman cuando conocés a la personas. Que los interesados se presenten y pregunten, que vean de qué se trata”, sostuvo el magistrado.
Cómo contactarse
Quienes resuenen con la historia de V.V pueden acercarse al Juzgado de Familia 2, ubicado en Belgrano 629, de lunes a viernes de 8 a 14. Mail: juzfam2-tn@jusbuenosaires.gov.ar. Teléfonos 4443115, 4434190 y 2494 623312.
No hace falta estar inscripto en ningún registro previo, simplemente pueden concurrir a pedir información. Posteriormente, sí se realizan evaluaciones y entrevistas con el equipo técnico, y las trabajadoras sociales y psicólogas. No es excluyente que sean postulantes de la ciudad, pueden residir en otras localidades.
Se busca que el perfil del o los adulto/s (es indistinto que sean familias bi o monoparentales) sea compatible con el del menor. Al respecto, aclararon que en diversas ocasiones la selección no tienen que ver con la idoneidad o no del postulante, sino con las características del menor.
Es decir, son dos piezas que deben encajar y se prioriza, por supuesto, que el adulto se amolde al menor y no que sea al revés. Un proyecto de vida en el que ambas partes se puedan elegir mutuamente porque el amor es, ante todo, un encuentro de voluntades.