EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL
Una encuesta de la Unicen sobre ESI en Tandil señaló dificultades en su aplicación y evidenció las expectativas sobre el tema
Un trabajo coordinado por un grupo de investigación de la Facultad de Humanas y el Programa de Género de la Universidad Nacional del Centro relevó prácticas, percepciones y valoraciones sobre sexualidad y educación sexual en la ciudad. Quince años después de sancionada la Ley Nacional de Educación Sexual Integral todavía persisten las dificultades para su plena implementación, pero se busca a través de la cuantificación de datos y el análisis cualitativo, poder revisar y acompañar los procesos de enseñanza.
El Programa de Género de la Unicen, y la Facultad de Ciencias Humanas a través del grupo de estudios en Ciencia Sociedad y Cultura -Ci.So.C- desarrollaron desde 2019 a esta parte una línea de investigación tendiente a relevar prácticas, percepciones y valoraciones sobre sexualidad y educación sexual en la ciudad de Tandil.
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En 2019, como primera etapa de este diagnóstico y monitoreo, se realizó un relevamiento entre estudiantes de los profesorados de instituciones públicas universitarias y terciarias de la localidad, cuyos resultados fueron sintetizados en el Informe Aplicación, perspectivas y sentidos de la Ley de ESI en futuros formadores (2019).
El año pasado, aún en medio de la pandemia, el trabajo siguió adelante de forma virtual y se llevaron a cabo dos relevamientos gestionados a partir de encuestas digitales, orientados a recuperar las percepciones sobre la Ley de ESI de estudiantes y docentes de educación media de instituciones públicas y privadas.
El equipo de trabajo que motorizó la investigación está conformado por la doctora Gisela Giamberardino, quien coordina el proyecto y es la responsable del Programa de Género de la Unicen, Marina Adamini a cargo de la coordinación de campo y procesamiento estadístico, el licenciado Matías Álvarez quien realiza la asistencia metodológica y de campo, y María Julieta Díaz como auxiliar de investigación y de comunicación.
Conocer la realidad
La necesidad de contar con este diagnóstico surgió a partir de la Mesa Intersectorial contra la Violencia de Tandil, espacio en el que participan distintos actores de la sociedad civil y el Estado, y se evidenció la inquietud de contar con datos respecto de la implementación de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) sancionada en 2006 y reglamentada en 2010. El muestreo incluyó 470 encuestas a estudiantes de nivel medio, cerca de 200 docentes y 233 estudiantes de profesorados.
En conversación con El Eco de Tandil, Matías Álvarez y Gisela Giamberardino desglosaron los detalles de este proyecto que ya logró reunir una buena cantidad de información para tener alguna certeza respecto desde dónde se parte para problematizar la temática. Además, la propuesta pretende ampliarse hacia los niveles primario e inicial para obtener una radiografía completa del sistema educativo y continuar con un análisis cualitativo de los datos recolectados para poder repensar qué tipo de ESI está en sintonía con las expectativas y realidades locales.
“Esta es una de las líneas del programa y es el resultado de la articulación con un grupo de investigación. Somos una de las pocas ciudades que puede tener un diagnóstico tan sustancial de que está pasando con la ESI en Tandil, cuál es el humor social sobre la temática porque si bien hay militancia a favor, también hay resistencias y desconfianzas”, ponderó Giamberardino.
Implementación deficitaria
Dentro de las diferentes conclusiones que se desprenden del análisis de las encuestas, percibieron que falta una estructura institucional que soporte la formación en ESI, porque la formación aparece ligada a instancias a discusión en el aula o actividades institucionales, y no tanto a la estructura curricular de las asignaturas.
Este déficit se cubre por parte de los estudiantes a través de las iniciativas individuales de búsqueda de información en internet o entre pares, lo que evidencia cierta debilidad institucional a la hora de pensar la transversalidad en la formación docente
“En las encuestas a los docentes, encontramos que la mitad de los trabajadores de la educación, que tienen entre 35 y 50 años, afirma haber tenido contenidos de educación sexual y esto contrasta con lo que manifestaron quienes estudian ahora, porque son muchos más los que indicaron haber recibido algún tipo de formación. Lo curioso es que tanto los docentes antes como los jóvenes ahora colocan a los pares como la principal fuente de información”, reseñó Matías Álvarez .
Dentro del segmento de estudiantes de profesorados, el 55 por ciento afirmó haber tenido acceso al material de la ESI. La principal fuente de acceso es internet y en segundo lugar, cursos y capacitaciones. El 81 por ciento busca información sobre estos temas por otros medios, principalmente por internet y en charlas informales con amigos. De acuerdo a los datos relevados, los contenidos se trabajan más en los terciarios –que dependen de la dirección General de Cultura y Educación de la Provincia y están atados al marco normativo vigente- que en las universidades, cuya autonomía propicia un abordaje diferente o inexistente en algunos casos.
En tanto, el 51 por ciento de los trabajadores de la educación afirmó haber recibido educación sexual en la escuela secundaria. Sin embargo, reconocen como su principal fuente de información en su adolescencia a sus pares (amigos, pareja, hermanos). La mayoría (74 por ciento) respondió no haber recibido contenidos vinculados a la educación sexual y/o perspectiva de género en su etapa como estudiante de nivel superior.
Expectativas de los estudiantes secundarios
Por su lado, el 65 por ciento de los jóvenes indicaron haber recibido formación en educación sexual en la escuela secundaria, pero la mayoría no está conforme con ella y considera que la Ley ESI no fue aplicada plenamente.
Una hipótesis que explicaría este sesgo coloca al contexto actual como posibilitador del acceso a otra información y eso redunda en expectativas más altas respecto de los contenidos que van a obtener de sus docentes
“Si bien los jóvenes afirman en mayor proporción haber recibido educación sexual siguen colocando al grupo de pares e internet como fuente de información y no a la escuela, que aparece como un actor secundario, al menos en las percepciones de los jóvenes”, sostuvo Álvarez.
En este tramo aparecen tensiones y disidencia sobre cómo sería una buena manera de implementar la ESI, ya que la mayoría de los docentes aseguraron enseñar contenidos enmarcado en la legislación dentro de sus propuestas pedagógicas, pero los estudiantes -aunque cerca del 70 por ciento reconoce haber recibido algún tipo de contenido en esa dirección- lo valoraron como deficitario. De este modo, se vuelve vital poder profundizar en esas diferencias de expectativas en torno a la ESI para pensar cómo enseñarla.
Y según lo referido por los adolescentes encuestados, los tópicos más trabajados son diversidad sexual y de género (21 por ciento), violencia de género (19 por ciento) y discriminación por género u orientación sexual (15 por ciento). Los temas menos trabajados son la sexualidad y erotismo (4 por ciento) y abuso sexual (5 por ciento).
El joven especialista también agregó que esto debe evaluarse en torno a cómo se implican las propias biografías y la formación deficitaria a la hora de pensar los contenidos en el aula: “Hay una tendencia de carácter histórico en la que la política pública ha enfatizado el costado vinculado a los peligros derivados de la sexualidad, más que la práctica efectiva de las personas que ejercen su sexualidad, entonces quedan por fuera prácticas y valoraciones que no se logran plasmar en las temáticas que se abordan en las escuelas”.
Asimismo, el investigador expuso que hay una perspectiva por parte de los jóvenes vinculadas a ciertas prácticas como las filas mixtas, clases mixtas de ESI, códigos de vestimenta, uso de sanitarios sin separación por género, dispensarios de elementos de gestión menstrual y preservativos.
Al respecto, señaló que “por parte de los jóvenes hay un absoluto acuerdo excepto en el tema de los baños, pero resulta interesante para pensar distintas iniciativas en las escuelas, por ejemplo, para quitarle a la menstruación ese halo de ocultamiento” y refirió que “el uso del preservativo se ha discutido desde hace tiempo en base a no sólo brindar el conocimiento si no el acceso a los métodos de cuidado”, una línea de acción que para los establecimientos es difícil de tramitar porque implica reconocer que los adolescentes son sujetos sexualmente activos.
Valoraciones y prácticas
En este punto, Giamberardino focalizó que “lo importante es registrar cuáles son las prácticas que los jóvenes ejercen en su sexualidad. El proyecto nos da una foto de muchas otras cosas, de valoraciones y prácticas reales, y nos pone en condiciones de pensar qué tipo de ESI sería adecuada al contexto necesidades y saberes de los jóvenes”.
De este modo, la propuesta de trabajo no se trata de un simple diagnóstico de cómo se aplica la ESI en el distrito, sino que provee un sustento sobre qué se entiende por ESI, qué proponen los jóvenes, como lo valoran y qué prácticas asumen con respecto a la sexualidad.
En este sentido, la titular del área de género consideró que ese posicionamiento es de algún modo también una exigencia para los adultos y docentes que tienen la tarea de transversalizar los contenidos de la ESI porque “sólo explicar el aparato biológico dista de los intereses reales de los propios estudiantes”.
En tanto, Matías Álvarez subrayó que hay un reconocimiento del esfuerzo que los docentes e instituciones hacen por implementar la ley.
“No tratamos de condenar ninguna acción sino de entenderlas. Todos tenemos imaginarios sobre cómo los jóvenes se conducen y esa imaginación pocas veces se sustenta en datos y análisis empíricos. De esta forma podemos conocer si esa información se condice con la realidad o si nos estamos perdiendo de algo. Queremos revisar los procesos y acompañarlos”, reflexionó.
El rol de la Universidad
Acerca de la aplicación de estos saberes en el ámbito universitario, Giamberardino recuperó que “como Programa de Género hemos tenido demanda de instituciones que se sienten poco preparadas respecto de la demanda real, y hacia adentro, esta cuestión se salda a partir de cátedras libres o algún seminario optativo”.
“Hay una demanda de la temática que tiene que ver con la visibilización que obtuvo el movimiento de mujeres y disidencias en los últimos años, que se subsana con proyectos de investigación y cátedras libres que exceden y a la vez contienen a la educación sexual integral. Pensar en términos de ESI también habilita otras discusiones”, se explayó.
En esta línea, se destaca el trabajo de capacitación en Ley Micaela llevado adelante en la Unicen por el área de Género, durante el 2020. Este año, en el marco de las actividades por el 8 de marzo, se presentó, además, una propuesta de acceso a la educación y cupo laboral para personas trans.
“Es un tema interesante, controversial y las universidades tenemos que tomarlo y dar respuesta. Esas iniciativas dan cuenta también la necesidad de jerarquizar el programa de género porque es una universidad regional y hay demandas en todas partes que llevan mucho tiempo y energía, por eso se necesitan equipos de trabajo para que se puedan pensar líneas de acción y políticas, y reforzar la posibilidad de las universidades nacionales de trabajar por la ampliación de derechos”, cerró.