Un hombre perdió su casa con todas sus pertenencias y los vecinos piden a la comunidad que se solidarice
Hace más de una semana que Carlos se quedó sin casa, ropa y documentos, al incinerarse la casilla en la que vivía. Si bien le dieron una piecita, necesita colchón, calefacción, ropa e incluso changas, entre otras cosas. Desde Desarrollo Social no han podido constatar la ubicación de la vivienda ni el incendio, pero aseguraron que recibirá asistencia del Centro Comunitario de Las Tunitas.
Carlos Manuel Molina tiene 36 años y aseguró que hace unos diez días perdió todo lo que tenía al incendiarse la casilla que él mismo había construido en un terreno a lo alto de Las Tunitas, subiendo por la calle Baigorria.
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Gracias a la ayuda de la gente del barrio encontró donde quedarse, una piecita en el fondo de una casa por Bolivia y Baigorria, pero sus carencias son muchísimas, ya que no le han quedado ni los documentos. Lo que tiene es muy poco, precario y prestado, así que los vecinos apelaron a la solidaridad de la comunidad para poder ayudarlo.
Por su parte, desde Desarrollo Social del Municipio advirtieron que no lograron ubicar el domicilio donde vivía ni constatar que el incendio haya ocurrido. De todas maneras, el subsecretario del área, Pablo Civalleri, aseguró que como se trata de una persona con necesidades, más allá de cómo haya llegado hasta allí, recibirá la atención correspondiente.
En este trayecto, finalmente ayer recibió la visita de una asistente social que le prometió al menos una cama y cocina para el transcurso de esta semana. Tal como determinó Civalleri, serán los directivos del Centro Comunitario barrial quienes se encargarán de satisfacer las necesidades del hombre.
Apelando a la solidaridad de la gente
Así es que la situación de Carlos se conoció gracias al buen gesto de algunos vecinos de Las Tunitas, que se preocuparon por él y difundieron mediante las redes sociales la realidad del panorama, también las hicieron llegar a este Diario. También, son estas mismas personas las que se ocupan de acercarle día a día un plato de comida y otros alimentos.
El martes Carlos se apersonó en la Sala Comunitaria de Las Tunitas para contar lo sucedido y ver si podía contar con algún tipo de ayuda, por lo que ayer mismo fue una asistente social a corroborar la situación y tomar nota de los menesteres.
Contento con esa visita, contó que le prometió que hoy mismo le conseguirían cama, colchón y algo para calentarse. Mientras que su hermano le prometió una heladera, pero como vive en el campo no ha podido acercarse aún.
Fundamentalmente lo que necesita es una cama, colchón, abrigos, cocina o anafe, algún tipo de calefacción y ropa para poder vestirse y abrigarse. Más allá de la ayuda social que pudiera recibir, para la gente del barrio es importante que quienes puedan acercar algunas cosas lo hagan.
Cabe destacar que además es alambrador, amansa caballos y suele ofrecerse para hachar leña. Esas son algunas de las tareas que realiza a modo de changas. Si bien tiene severos problemas en la columna, por los que no debería realizar esfuerzos, los hace igual para poder ganarse unos pesos.
No obstante admitió que actualmente le está costando mucho poder conseguir trabajo, así que entre los pedidos no estaría mal agregar que lo tengan en cuenta para alguna actividad. “Algo por semana viene saliendo, pero no como antes, está más difícil”, dijo.
Volver a casa y que no esté
Según detalló el damnificado, hace unos seis meses que se había hecho esa casita de chapas y postes, donde vivía solo. Ese día había salido a hacer un trabajito que tenía, que era amansar los caballos de un vecino, pero cuando llegó al anochecer se encontró con la mala noticia de que todo se había carbonizado. “Perdí todo”, lamentó.
Entre la incertidumbre y la angustia se comunicó con su cuñado que vive en La Movediza y esa primera noche pasó allí, pero ya al día siguiente volvió al barrio. Ahí, entre los jornales que realiza, está ayudando a un hombre con sus animales y fue el quien le cedió una pieza de planchones en el fondo de su casa para que se instalara.
Si bien consiguió un techo bajo el cual dormir, no tiene como calentar el ambiente en este invierno ni dónde cocinar. La cama que tiene es prestada y se posa sobre ladrillos, al igual que las mantas y la ropa, que es lo único que entra en esa habitación de unos tres por dos metros.
Nunca supo qué sucedió exactamente con su vivienda. Afortunadamente, en el lugar dónde está ahora se puede seguir quedando por tiempo indeterminado. Sin embargo, le está costando mucho volver a tener aquellas cosas que perdió.