Una iniciativa novedosa
Un club de lectura, Frankenstein y la resignificación del cementerio como espacio público
Atlas es un club de lectura impulsado por Librería Hola que se propone viajar a través de los libros y tuvo su primera experiencia in situ en el cementerio municipal, enmarcada en el clásico de Mary Shelley, Frankenstein. Con la guía de la especialista en patrimonio Magdalena Conti, los asistentes se lanzaron a vivenciar el tradicional espacio de otra manera y recuperaron el sentido de "la ciudad invisible".
El cementerio municipal fue el escenario, hace unos días, de un encuentro de lectores organizado por la Librería Hola que se apropió del espacio público para vivenciar una experiencia literaria in situ.
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De la mano de la especialista en patrimonio Magdalena Conti, un grupo de 20 personas nucleadas en el club de lectura Atlas, recorrieron el lugar a la hora del crepúsculo y se quedaron hasta bien entrada la noche, en el marco de la lectura de Frankenstein, el clásico de Mary Shelley. Tras la actividad, los presentes recibieron un ejemplar de la obra y en unas semanas cerrarán el tema compartiendo sus impresiones en el local de Hola, para completar el sentido de la experiencia.
En diálogo con El Eco de Tandil Magdalena Cheresole, impulsora de la propuesta, expuso que “tenía ganas de hacer un club de lectura, una tertulia, para simplemente juntarnos a charlar sobre libros. La librería tiene muchas patas abiertas pero no ocurría esto de leer in situ”.
En este tren de querer sacar la lectura de la intimidad y juntarnos a compartir, se unió a la profesora de literatura Magdalena Heer y empezaron a cranear una actividad de este tipo.
Para cerrar el círculo, después apareció Conti con sus inquietudes y decidieron usar su conocimiento en temas de patrimonio arquitectónico y cultural, para darle forma a una propuesta que involucrara al cementerio de Tandil.
“Así estructuramos este club, que en sí no tiene mucha forma, porque la forma se la da lo que vayamos a leer y quien coordine esas lecturas. Atlas se plantea como un espacio de encuentro y de compartir las lecturas que hacemos, se propone viajar a través de los libros. Si bien la librería propone, coordina y organiza, la idea es convocar a distintas personas. En este caso, Magdalena Conti está atravesada por el patrimonio y por el cementerio, por eso buscamos que se complemente la figura de la persona elegida con una obra”, explicó.
En simultáneo, la joven librera vio que la editorial Fera lanzaba una edición de Frankenstein comentada por Esther Cross y traducida por Virginia Higa, ambas argentinas, lo que le confiere una vuelta de tuerca al clásico del romanticismo.
Así, Cheresole detalló que se contactó con la editorial para que le mandaran ejemplares a un precio amigable y de este modo generar también un espacio de accesibilidad al libro.
Habitar los espacios
En torno al cementerio como eje general de la lectura, describió que se trataba de un espacio personal para la autora británica, al que iba a meditar, a encontrarse con su madre, donde aprendió a leer y otras tantas experiencias vitales muy diferentes a la de la vida actual en relación al lugar.
“Hace 150 años era otra relación de las personas con esos espacios. En Londres en ese momento se saqueaban tumbas, había un comercio de cuerpos, los velorios duraban muchos días para que los cuerpos se descompusieran y no le sirvieran a un anatomista. La medicina se cruzaba con la magia y las malas personas. Ese consumo corporal del muerto a la orden del día hizo también del cementerio un personaje y la idea fue transitar el espacio para habitarlo como lo hizo Shelley en su época”, graficó.
La recorrida por la necrópolis local se realizó al final de la tarde para atravesar el momento de la llegada de la oscuridad, en sintonía con lo que pasaba en los siglos pasados antes de la invención de la electricidad.
“Quisimos generar algo de esa soledad, ese misterio, esa ciudad invisible que está ahí. Vivenciar el lugar, leer la novela y después juntarse a compartir. Un cementerio se estructura como una ciudad, la jerarquía se refleja ahí y no es un sitio inocente, también está cargado de simbología masónica. Lo interesante fue ver el cementerio como espacio de inspiración”, indicó.
Nuevos encuentros
En tanto, el proyecto tuvo muy buenas repercusiones y seguirá rodando, porque habrá al menos dos encuentros más hacia fin de año, atravesados por otras temáticas y lugares físicos. El aviso se hará a través de las redes sociales de Librería Hola para que los entusiastas puedan sumarse.
Al respecto, Magdalena Cheresole contó que tiene interés en trabajar con la temática de la intimidad, y a partir de este disparador abordar géneros literarios como la correspondencia y el diario íntimo. Además, desea sumergirse en el mundo de la literatura y el arte a partir de un texto de la escritora argentina María Gainza, El nervio óptico. “Estoy buscando lugares que podamos habitar y personas que sean adecuadas para estos géneros”, completó.
Por último, la dueña de Hola se sintió muy gratificada con la inesperada recepción y convocatoria que tuvo la propuesta, que reunió a diversos interesados que no se conocían entre sí pero que estaban ávidos de una experiencia literaria de estas características.
“Lo que más le gustó a todos fue salir de los lugares comunes, conocer un espacio y después leer. Tuvo muy buena recepción, fue muy loco eso. Le dije a la editorial que me mandaran seis libros nomás y terminaron siendo 18 personas, más las organizadoras. Nunca sabes qué pasa del otro lado, uno piensa lo mejor pero no sabés. La verdad es que todo fue muy bien recibido y me siguieron preguntando al respecto personas interesadas, se ve que había ganas de algo así, de juntarse bajo estos términos”, concluyó.