Tras 43 años de trayectoria en la Escuela Granja se jubiló Guillermo Martignoni y el agasajo fue sorpresa
En el mismo predio en el que se formó, educó y luego dirigió, sus compañeros, alumnos, amigos y familiares rindieron honor a su dedicación y compromiso. Con gran emoción, agradeció semejante reconocimiento y recordó las bases sobre las que trabajó con convicción. “Las cosas que sirven son las que se mueven por el alma de las personas y se da sin esperar nada a cambio”.
El sábado al mediodía, bajo la sombra de los añosos árboles que rodean la Escuela de Educación Secundaria Agraria 1 “Ramón Santamarina”, más de 180 personas de todas las generaciones se sentaron a compartir un momento con el afán de homenajear a Guillermo Martignoni tras su jubilación, por haber hecho tanto por la institución.
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El festejo se organizó en silencio porque debía ser sorpresa. La iniciativa provino principalmente de sus compañeros y el área docente, a la que se acoplaron sin dudar su mujer y sus dos hijos. Luego, con la presencia, se sumaron los amigos de toda la vida, sus compañeros de la promoción ’69 y de otros años también, como exalumnos, gente de la Escuela Villa Cacique que es donde tuvo su primer experiencia docente, miembros del Inta y la Sociedad Rural, entre otros.
El homenajeado llegó alrededor de las 13, pensando que iba a asistir a una misa de la Capilla Begonia donde el Padre quería otorgarle un reconocimiento. Cuando bajó del auto con su mujer, los primeros en recibirlo fueron sus nietos.
Con genuina emoción y sorpresa saludó a cada uno de los presentes y la conmoción llegó hasta las lágrimas. Los abrazos sonaban fuerte, con palmadas y sonrisas sinceras.
Más allá de la cantidad de gente querida que se reunió para compartir el recuerdo de años con él, otras sorpresas se fueron sumando a lo largo de la jornada, ya que un grupo de exalumnos bailó folklore sobre un escenario dispuesto y otra estudiante regaló su canto.
Entre tantos, se destacó la presencia del Padre Raúl Troncoso y de su amiga y exsenadora Graciela Giannatasio, quien fue directora general de Escuelas y lo acompañó en todos sus proyectos.
Además, todos firmaron un pergamino con el mensaje “Usa tu jubilación para recoger los frutos que has estado sembrando” e ilustrado con fotos. Por otro lado, el homenajeado recibió un cuadro que mandaron a hacer especialmente por un dibujante exalumno del establecimiento, que ilustra a Martignoni abrazado a Ramón Santamarina.
La compañía de tantos años
“Estamos acompañando, como papá se lo merece”, dijo su hija Guillermina, quien destacó la linda iniciativa que tuvieron los docentes de la Escuela. Como parte de la familia directa presente también nombró a su mamá Ana María, su hermano Franco, su cuñada Ayelén, y su marido Sebastián. Infaltables los cinco nietos, Felipe, Juan Ignacio, Irene, Francisco y Bautista.
Si bien su papá ya había recibido ciertas menciones y agasajos por el mismo motivo en los actos institucionales, contó que quisieron lograr algo más familiar con la intención de que pueda compartir una tarde con todos los que lo acompañaron durante tantos años.
Por su parte, Matías Meli, quien es presidente de la Cooperadora hace cuatro años, dijo que Guillermo Martignoni ha sido un pilar fundamental dentro de la Escuela. “Ha sido con una de las personas que más he discutido, ni en la política me pasó eso con alguien, pero siempre fueron intercambios sanos donde terminábamos siempre abrazados”, contó.
Destacó con profundo agradecimiento la ambición de trabajo y la fortaleza que caracterizan al agasajado, resultando contagiosas para los demás. “Soy exalumno, mi hijo también terminó en esta Escuela y los dos fuimos sus alumnos, la verdad es que es una persona increíble”, enfatizó.
Toda una vida de vocación
Guillermo Martignolo egresó de la Escuela Granja en 1969 y de ahí, con cinco compañeros, se fue a estudiar al Inta de Balcarce. Cuando estaba terminando sus estudios y se encontraba haciendo la tesis, en 1976 se encontró con Enrique Torres, que era su Director Técnico cuando jugaba al fútbol en Independiente, y le planteó la idea de trabajar en el colegio. Desde Julio de ese año que nunca más se desligó de la institución.
Fueron 43 años de docencia y luego en 1993 entró como Director, pero antes había ejercido distintos cargos. Ya en el 2005 pasó a ser director del Instituto Superior, cargo con el cual se retira acompañado de todos los que atravesaron alguna parte de la historia con él.
“Ha sido toda una vida de construcción”, sostuvo emocionado el reconocido, destacando con orgullo que fue lo que permitió participar en otras actividades de Tandil, ya que consideró que la institucionalidad lograda en la ciudad en distintos niveles de la sociedad, es lo que la diferencia de otras. “He tenido la oportunidad de formar parte de algunos planes estratégicos y comisiones que se han formado, que lograron que Tandil se consolide como una sociedad emprendedora, que va más allá de los tiempos”, calificó.
“Son muchos años y este se ha convertido en un espacio de vida”
“Esto es una sorpresa total y me llena de paz, de tranquilidad de conciencia, porque hemos trabajado mucho, con responsabilidad y compromiso”, dijo el agasajado con la voz temblorosa de la emoción. En medio de la celebración le contó a este Diario que siempre les habla a los jóvenes que se le cruzan sobre la importancia de ser una buena persona, porque es desde donde se puede construir el país y el mundo. “Acá hoy son todos buena gente”, describió el entorno de celebración.
Así mismo, resaltó que han construido un espacio que hace mejor a las personas a través del tiempo, y que una de las virtudes que tiene ese proyecto educativo es la larga continuidad, lo que consideró muy valorable en tiempos donde se está acostumbrado que los proyectos sean de corta duración o movidos por el voluntarismo. “En realidad las cosas que sirven son aquellas que se mueven por el alma de las personas y los planes tienen consistencia cuando tienen trabajo a destajo, con vocación de servicio y gente que da más allá de lo que puede sin pedir nada a cambio”, analizó y en ese sentido, destacó que la principal virtud que ha tenido esa institución en sus más de 100 años es la participación orgánica de la comunidad en su gestión. “Dios quiera que las autoridades de turno sigan visualizando esto como un lugar divino”, auguró.
“Son muchos años y este se ha convertido en un espacio de vida para nosotros, porque construimos nuestras familias y amistades desde acá, nuestros hijos y nietos han crecido acá adentro”, dijo y agregó que ese derrotero personal también se traslada a los alumnos, porque los chicos de las distintas agrupaciones se hacen amigos para toda la vida. De hecho, en el encuentro estuvieron quienes ingresaron con él en 1967 y ahora hace 50 años que son amigos.
Tal como contó, hubo gente que ha colaborado con él en su gestión, tanto de las distintas cooperadoras como de otras áreas, además de muchos alumnos que es lo que más le gusta y su familia y amigos íntimos. “Yo había hecho una lista porque quería mandarles una carta de agradecimiento por su apoyo y hoy están todos acá, así que lo puedo hacer personalmente”, celebró.