Temas y lectores
Los jubilados deben insistir para
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obtener la reparación histórica
Señor Director:
El 20 de septiembre del 2018 en las páginas de su diario me publicaron una carta titulada: “Nuevo juego Ta- Te- Ti la reparación histórica”.
Había realizado muchas gestiones y siempre obtenía la respuesta que no me correspondía.
Al principio lo acepté, pero al transcurrir el tiempo y en conversaciones con amigas y distintas personas que se la habían dado empezó mi peregrinar por la oficina de Anses, consultorios de abogados, Ministerio de la Defensa y siempre obtenía un no le corresponde.
Me decían tiene que hacer juicio y yo me negué a ello, hasta que en abril del presente año recibo una nota que me habían otorgado la reparación histórica, con una suma incluso mayor a otra gente que me han relatado que la recibieron.
Si envío esta nota con el presente relato es para que ningún jubilado se quede quieto ante las negativas que le suelen dar.
Si ha aportado toda su vida laboral y de acuerdo a la resolución del gobierno actual le corresponde la reparación histórica, debe recibirla.
Es un derecho y como tal no existe la negativa y trámites de aquí para allá. Le reitero mi agradecimiento por la publicación de la anterior nota y por esta. Muchísimas gracias.
Elba Gianibelli
DNI 3.840.781
Saber votar es importante para
Argentina, una invitación electoral
Señor Director:
Dos hombres estaban conversando, uno de ellos estaba con la mirada en el piso y muy afligido, estaba pasando por dificultades financieras y no podía mantener a su familia.
El otro era un compañero de la secundaria, que muy atentamente escuchó su relato. “Mientras estabas hablando se me ocurrió una idea ¿por qué no pides ayuda a un político que ahora están de campaña y te consiguen de todo con tal que le des un voto? ¡Es fácil! Puede que te den un cargo político en ese partido, ¿por qué no?” “Yo te agradezco tu buena intención y tu consejo ¿sabes? Yo no sé nada de política y nunca estuve en ningún partido.” “Mirá, yo conozco a fulano que estaba con nosotros en el mismo año, vos te tenés que acordar, que la abanderada le pasaba los datos para el examen. Yo sé en qué partido está, velo a él, está en buena posición ¡ahí tenés una oportunidad!”.
Este hombre accedió dada su necesidad. El político después de saludarlo y hablar con él: “¡Excelente oportunidad amigo! Voy a reunir algún dinero para la campaña y alguna ayuda para vos y para tu congregación, me vas a promocionar y desde hoy haces un pacto conmigo, en los eventos de tu congregación, dices que soy un buen candidato y que voten por mí en apoyo a tu candidatura. ¡Ah! pero no te olvides que, después de ser electo, tú me debes un favor”. “¿Qué favor?” este hombre preguntó. “No te preocupes, no es nada difícil, solo tienes que votar por las cosas que yo necesito en la Cámara Legislativa”.
Aquí quiero terminar esta historia hipotética. El plato del pecado ya está listo para ser servido. Existe la impresión que algunas cosas buenas van a suceder: recursos financieros para la prosperidad y para la congregación. Pero, ¿a qué precio? ¿Violando qué principios? ¿Negociando tal vez el alma?
“Un cargo político es una posición de responsabilidad social, pero no debe violar los principios cristianos”.
Esther
DNI 3.720.834
Mucho más que un papel,
una decisión de principios
Señor Director:
El 27 de octubre votaremos. Cada uno de nosotros iremos con el pensamiento definido en qué haremos. Cuando estemos solos frente a esas boletas de caras sonrientes propongo por unos segundos hacer un alto. Allí en la soledad del cuarto oscuro vamos a elegir. Digo supuesta, porque de seguro con nuestra intención de voto estaremos acompañados por nuestras familias y por todos aquellos a quienes les deseamos un futuro mejor. Esas boletas, esos votos, esos pedazos de papel, nos estarán hablando, prometiendo y nosotros no queremos equivocarnos. Porque ya conocemos demasiado a los aspirantes. De sobra.
Pero tendremos que elegir y hay algo en que no debemos fallar. Intentemos retroceder hacia nuestros padres, nuestros maestros. A los principios con los que quisieron marcar nuestras vidas: verdad, honestidad, el esfuerzo del trabajo. Seguramente entonces, algunos de esos votos de caras sonrientes se nos antoja ridículos, porque alguna vez desde el poder prohijaron los privilegios y la corrupción. Y sin embargo esos papeles estarán pacientes, esperando que nos equivoquemos otra vez. Para ello han contado con nuestra falta de memoria y los defectos de una justicia Argentina tan parsimoniosa que, a veces, hasta parece que no quiere mostrarnos cuál es la verdad.
Según las encuestas, hay muchos compatriotas a los que no les importa creer sin esos atributos éticos igual se pueden forjar las generaciones del futuro. Por mi parte, estoy seguro que no. Y allí irá mi voto, junto a millones, para poblar de esperanzas las urnas de ese domingo. Ha de ser largo el camino de nuestra recuperación. Pero por más largo que sea sabemos que cualquier camino comienza con un solo paso. En este caso ese paso se trata de una decisión de principios que es mucho más que un pedazo de papel.
Matías Aníbal Rossi
D.N.I. 3.080.456