Temas y lectores
¿Qué pasa con la inclusión y los derechos al trabajo?
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Señor Director:
Siempre hablamos y así estamos cuando se habla de inclusión y derechos humanos. Pero cuando la gente busca trabajo ¿qué pasa con la inclusión y los derechos al trabajo? Nos postulamos y nada. Solo hablamos y que pase el tiempo, igual acá no pasa nada o que se joda hemos perdido el ser humano, y dicho de una manera muy sutil nos olvidamos de nosotros mismos en una sociedad, donde es importante el sálvese quien pueda.
Cuando buscamos trabajo nos piden de todo y después ponen en ese puesto al amigo del amigo del hijo, que apenas sabe lo mínimo que nos pidieron a nosotros para el puesto. Pero es Argentina, donde vemos funcionarios grandes señores de trajes caros y dudoso conocimiento que ponen cara de preocupados y nada más y que siga la cosa, igual ellos son funcionales al partido que los puso en su puesto.
Así estamos. Esto ocurre a todo nivel, cada vez más descarado, donde ya no nos escandalizamos ni nos parece extraño, lo tomamos con naturalidad. Donde el tango “Cambalache” está cada vez más entre la sociedad. Está aceptado y miramos sin ver, sin distinguir a alguien con ganas de poner el pecho y tomar responsabilidades a otro que solo busca posicionarse son la menor idoneidad académica ni moral, solo importa llegar y tener poder.
Así estamos. El amiguismo ha triunfado. Mi consejo es que estudien, esfuércense, entablen amigos y muchos contactos, esos lo van a llevar a tener todo el poder supremo como el centro de los dioses.
Donde reparten puestos como jugando al truco, donde los que saben quedan afuera, solo los amigos, pocos o muchos, capaces o no capaces participan y estos manejan fondos públicos que pagamos todos y luego nadie pide explicaciones.
Y sigue así la cosa. Así se mueve la Argentina. Es triste los que estudiamos y trabajamos esforzándonos por ver un país pujante, los que nos levantamos a las 6 de la mañana viajamos mal y vivimos detrás de los medios de transporte público, llegamos a nuestro trabajo, si lo tenemos, para poder llegar y no perder un magro presentismo cuatrimestral en el Estado.
Así se nos pasa la vida. Y estos políticos de cuarta para darle una categoría, con títulos de politólogos ocupan puestos de directores donde no viven nuestra realidad, pero siempre con caras de afligidos. Mentira, siempre tienen conexiones, aparecen y desaparecen. Siempre en la función pública con cargos directivos y siempre están con la habilidad camaleónica para subsistir. Es la clase política argentina. Con algunas excepciones. Pero todo bien, los pobres mortales estamos acá, viendo cómo se burlan de nosotros sin poder hacer nada, solo quejarnos. Triste mi realidad y de otros miles.
María T. Agraso
DNI 32.254.778
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Ser docente es romper las cadenas
Señor Director:
Ser maestro, profesor, un educador, es poder romper cadenas.
Es acercar la libertad, es compartir, es solidaridad.
El docente vive por los demás, se levanta y acuesta pensando en el otro, porque su profesión sin los demás, no da para más. Soy profesor y estos nos llena de amor.
Cuando nos paramos o sentamos en círculo para empezar una clase, el brillo en los ojos del alumno es lo que nos motiva a seguir aprendiendo de cada alma curiosa, inquieta de nuevas herramientas de expresión, de conocimiento y pasión. El maestro aprende más de sus alumnos que a la inversa, en mi caso lo comprobé, porque busqué siempre algo nuevo de qué sorprenderme.
Di clases en primario, urbanas y rurales también, en secundarios periféricos y “bien”, en escuelas públicas y espacios privados, en una escuela estética y talleres en casas de la cultura. Di clases en mi ciudad y en las vecinas también.
Compartí lo que más me gusta en mi país y Brasil también. Con una amiga, casi hermana, tocamos el timbre en Minas Gerais y nos dimos el gusto de dar teatro. En Recife, también con ella, vivimos una de las mejores experiencias, la de compartir taller de circo con niños de la favela. Ellos estaban hambrientos de conocimiento por todas las herramientas para aprender si de por medio hay ganas y ni un prejuicio.
Cuando volví, me entusiasmé con la educación con adultos, empecé en el 2019 a dar clases en terciario y fue alucinante. Pero como nunca me conformé, decidí con entusiasmo, ser el primer profesor de teatro en tomar horas por listado en un jardín en mi ciudad, Tandil.
Hoy estoy privado de mi libertad, por una injusticia grande como este penal. Pero no me resigné, hoy daré mi cuarta clase con los internos, y aunque cueste racionalizarlo, estoy feliz. Sigo ejerciendo mi profesión, la de seguir abriendo cabezas, dando herramientas, pero sobre todas las cosas seguir aprendiendo del entorno en el que me toca compartir.
Juan Rosso, desde el Penal de Barker.
DNI 35777488.