Día del Fundidor y el Trabajador Metalúrgico
Tandil cuenta con su centenaria industria metalúrgica y el legado de los fundidores
Nació alrededor de 1916, aunque ya tenía antecedentes en talleres y herrerías que surgieron para impulsar el progreso. En 2006, a partir de un sueño de Omar Farah (padre) –fallecido ayer-, inauguró el emblemático Monumento al Fundidor, en lo alto del Dique. Vivió el esplendor en los 70 y desde entonces, con altibajos por las recurrentes crisis del país, fue puntal de desarrollo y creadora de empleo genuino.
Como cada 7 de septiembre se celebra hoy el Día del Fundidor -en homenaje a la creación, en 1946, de la Cámara de Industriales Fundidores de la República Argentina (Cipra), la primera institución sectorial surgida en el marco de Adimra- y del Trabajador Metalúrgico. Con una rica tradición en el rubro metalmecánico, Tandil ocupa un lugar especial en la historia nacional que la llevó a inaugurar, el 3 de diciembre de 2006, el Monumento al Fundidor que se encuentra en el Lago del Fuerte.
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Surgida alrededor de 1916, la fundición fue un engranaje movilizador de la industria metalúrgica que aún hoy es de vital importancia tanto en la economía local como del país.
El historiador tandilense Daniel Pérez reseñó que el primer antecedente del sector fue la fundición de la gran campana del templo de la Inmaculada Concepción, realizada con metales donados por los vecinos. La obra realizada por Juan Della Cella, quien llegó desde Buenos Aires para fundirla, es conocida como La Tandilera y forma parte del acervo del Museo Histórico del Fuerte Independencia.
También citó como antecedente que en 1912, Gregorio Fernández instaló los Talleres El Brazo, en la calle 4 de Abril al 1000, que implicó para Tandil “un importante avance en la atención de la reparación general de maquinaria de la época”.
Los Bariffi
En tanto, la fama de Tandil en la fundición de hierro y luego en otros metales y aleaciones, comenzó a escribirse en 1916, con el arribo a la ciudad de los hermanos Donato, Francisco y José Bariffi. Dos años más tarde, se instalaron en Colón al 900, con su firma Talleres Metalúrgicos Bariffi Hermanos y Cia. “Originalmente estaba dedicado a la reparación de maquinaria agrícola y afines, hasta que con la llegada del otro hermano José, que había estudiado en Buenos Aires nada menos que en la escuela técnica fundada por Otto Krausse, decidieron iniciar la tarea de fundición, primero sin obreros y con la colaboración de amigos que aquí hicieron”.
En los albores de la actividad, “la noche del Tandil se iluminaba con los chorros fulgurantes de las primeras fundiciones, precursoras de una industria que sería sinónimo de la ciudad”, publicó Daniel Pérez en su blog sobre los inicios de la industria metalúrgica.
En 1927, los Bariffi se trasladaron a Rodríguez 1536, donde continuaron creciendo, hasta que en 1939, por inquietud de vecinos interesados en expandir la tarea y en una asamblea presidida por José A. Cabral, crearon la sociedad anónima BIMA, constituida el 4 de abril de 1940.
“Así BIMA (Bariffi Industria Metalúrgica Argentina) llegó a ocupar, en su momento de esplendor, a casi 300 obreros, formándose en esos talleres hombres que luego se fueron independizando con sus fábricas propias, sobre la base de lo aprendido en aquella verdadera escuela de fundidores, en sus distintas especialidades”, precisó el historiador.
Uno de los clientes de BIMA era Ford, para quien fundía tapas de cilindros de sus vehículos, lo que proyectó a la actividad a nivel nacional y a Tandil como un centro especializado en fundición de hierro gris.
En el marco de una extensa crisis económica, en 1963 BIMA entró en convocatoria de acreedores y dos años más tarde, la fábrica pionera se remató. Pero en paralelo, se habían desarrollado otras empresas como la de Nicolás Solimanto (Garibaldi al 900), Fosabril y González (Sarmiento y Santamarina), Blanco Hermanos.
En tanto, agregó que el 7 de octubre de 1944 los empleados de BIMA se reunieron por primera vez con la intención de conformar el Sindicato de Obreros Metalúrgicos. La asamblea eligió a Nicolás Pechia como presidente y a Ángel Jaramillo como secretario, referentes de aquella primera comisión que luego le daría paso a la seccional local de la Unión Obrera Metalúrgica.
Selvetti y sus continuadores
De acuerdo con la investigación de Daniel Pérez, durante la decadencia de BIMA emergieron jóvenes emprendedores como Aurelio Santiago Selvetti –era vendedor de los Bariffi-; Germán García -fundidor en la misma fábrica- y Fernando Monsalve –modelista-, junto a Segundo Berroeta -experto en el mecanizado de piezas de hierro fundido-, quienes unidos al inversor Francisco Erausquin, montaron un pequeño taller metalúrgico en Figueroa. Así se abrió paso a Metalúrgica Tandil, que realizó su primera fundición el 15 de diciembre de 1948.
Pérez citó que el propio Selvetti, en El Eco de Tandil del 29 de noviembre de 1992, relataba que “para el comienzo, vendí mi auto y dediqué todos los ahorros a eso. Con Germán García, absolutamente solos, construimos el primer galpón de 20 metros por 40. Otro capo en esto era Fernando Monsalve, español habilísimo, todo un artesano, que estuvo en esa etapa. Era el otro socio”.
Durante décadas, Metalúrgica creció y trabajó intensamente, dando lugar a la fundación de otras fábricas y talleres a los que les encomendaba tareas. En su época de apogeo, la firma adquirida por Renault era la fuente de trabajo más importante de la economía local. En 2019, tras una extensa agonía, cerró sus puertas con gran impacto en la comunidad.
“Paralelamente, otros jóvenes emprendedores como Alberto Porreca, Omar Farah y Aurelio Maturana encaraban el montaje de empresas que luego serían modelo en su especialidad, tal el caso de Talleres Tandil, que desde 1963 ha cumplido una brillante trayectoria en el rubro”, publicó el historiador.
Y reseñó que ya por 1968, en el rubro metalúrgico figuraban, además de Metalúrgica Tandil con 2.166 obreros y 17.447 toneladas fundidas anualmente, Ronicevi, Metan, Guillermo Blanco e hijos, Tandilmat, Santander, Tandilfer, La Cuca y otros. En tanto, en la década del ’70, Tandil era considerada como la capital nacional de la especialidad, con una fundición cada tres mil habitantes.
El crecimiento de la industria metalúrgica derivó, el 13 de noviembre de 1970, en la creación de la Asociación de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica de Tandil -precursora de Apymet-, que también sumó a empresas como Talleres Tandil, Fundalum, Emsa, Concetti e hijos, Uranga Hnos., Fecno Tandil, Maggiori Hnos., Técnica Tann, etc.
Más cerca en el tiempo, distintas crisis fueron haciendo mella en el sector, aunque muchas de las firmas lograron persistir en el tiempo y nacieron otras sociedades nuevas, con el gen de los precursores y el mismo espíritu emprendedor.
Formaron parte de esa tradición Carletti y Adamoli, Buxton, Tandilfer, F. Monsalve y Cía. SRL, El Crisol SA, Raúl Palomino, Hulba, Establecimiento Metalúrgico Egea SA, Taller El Centinela, Metalúrgica Melfi, Metalúrgica Chamet SA, Fundición G. Martin, Allende, Tahersa Industrial y Comercial SA, Hecam SRL, Servimet, Fundición Lucas, MAET, Apaz Hnos., Trefilados Tandil, entre otras.
El monumento
Como homenaje al obrero fundidor, Omar Farah (padre) -quien falleció ayer en vísperas de su día- encontró eco en Apymet para concretar el Monumento al Fundidor, inaugurado el 3 de diciembre de 2006. La obra tallada en telgopor de alta intensidad por los escultores Hugo Jarque y Mariana Debaz, se fundió en Tandilmat y se pulió en Talleres Tandil.
Como un sueño cumplido, el Fundidor contempla el desarrollo de la ciudad desde lo alto del Dique, saludando a la gran familia de fundidores y metalúrgicos tandilenses, y ahora también en homenaje a Farah, referente en este noble rubro de la industria que trasciende las fronteras serranas.