Sin olvidar su génesis y mirando al futuro, la Facultad de Veterinarias celebró su medio siglo de vida
La unidad académica de la Unicen cumplió 50 años formando profesionales en el campo de la medicina veterinaria. En un acto protocolar realizado en la Biblioteca Central del Campus, la comunidad universitaria efectuó un recorrido por las cinco décadas de trayectoria y homenajeó a los pioneros de la gesta que encumbró a la educación superior estatal y gratuita.

La jornada húmeda y gris de ayer funcionó como contraste del cálido y luminoso momento que la comunidad de la Universidad Nacional del Centro experimentó en el interior de la Biblioteca Central del Campus, al conmemorarse los primeros cincuenta años de existencia de la Facultad de Ciencias Veterinarias.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl clima de reencuentro y emoción inundó el espacio. Cuatrocientas personas entre graduados, docentes, trabajadores no docentes, autoridades, estudiantes y funcionarios se dieron cita para rendir homenaje a los artífices de la gesta educativa y honrar las cinco décadas de impecable trayectoria en el medio. La seguidilla de actividades en el marco del medio siglo de vida comenzó en marzo pasado, con una charla dedicada a recuperar la memoria histórica que posibilitó la creación de la unidad de enseñanza, y culminará el 5 de octubre con la denominada “Fiesta del Reencuentro”.
El acto protocolar estuvo presidido por el rector de la Unicen, Roberto Tassara; el vicerrector, Marcelo Aba; el decano de Veterinarias, Rodolfo Catalano; y el vicedecano, Eduardo Castro. El intendente Miguel Lunghi también se acercó a acompañar la actividad junto a concejales y miembros de su gabinete.
Vale destacar que los 50 años trabajando arduamente para ofrecer una educación de calidad, han posicionado a la facultad como uno de los centros de referencia en la materia a nivel nacional e internacional. Un largo camino se ha recorrido desde aquel 3 de mayo de 1969 en que se dio la primera clase de la carrera.
“Cada quien a su manera, cada quien con sus modos, detrás estamos todos”, con estos versos de Joan Manuel Serrat, que rompieron el hielo de la fría mañana del viernes, la institución de vanguardia se propuso abrir la casa y los corazones para que sea un momento inolvidable.
Parece que fue ayer
Tras entonarse las estrofas del Himno Nacional, pasó al estrado e hizo uso de la palabra el doctor Catalano, autoridad máxima de la facultad.
Su extensa alocución atravesó numerosos momentos del pasado y el presente, ofreciendo un relato detallado del progreso académico y educativo obtenido a lo largo de los años de trabajo.
Con el lema “Sin olvidar la génesis construimos el presente mirando el futuro” como estandarte, hizo referencia a los retos y dificultades que surgieron con el crecimiento de la institución.
El decano repasó las acciones destinadas a levantar los cimientos de la facultad, como la construcción de edificios, el equipamiento de aulas y laboratorios, la consolidación de una planta docente y no docente estable, y la necesidad de un cambio de plan de estudios que acercara a los estudiantes a la práctica profesional.
“En 1989 se modificó el plan de estudios y se incorporaron los tutores de residencia. El cambio se logró pese a las resistencias e incertidumbres lógicas que generan estos procesos, con el convencimiento de que era necesario hacerlo. Hoy tenemos el convencimiento de la necesidad de cambio de los planes de estudio de todas las carreras para modificar la forma de enseñar y seguir avanzando”, puntualizó.
El orgullo de pertenecer
En su discurso también hubo menciones a las otras carreras que imparte la casa de estudios, como la Licenciatura en Tecnología de los Alimentos -que hoy contabiliza 150 graduados-, y la Licenciatura en Apicultura para el Desarrollo, carrera a distancia con requisitos especiales de admisión, en convenio con el INTA y cuya primera cohorte está próxima a graduarse, gracias al esfuerzo mancomunado de diversos actores.
Además de aludir a la formación, capacitación y actualización permanente en docencia, posgrados y doctorados, Catalano rescató el impacto positivo que tienen en la formación de alumnos las prácticas tutoriadas iniciales de investigación, hospitalarias y socioeducativas, y la incorporación de enseñanza basada en casos del campo profesional integrados en distintas etapas.
“Los progresos se dan de manera natural porque gran parte de la comunidad no tiene problemas en salir de la zona de confort y abrazan la idea de que trabajar por la formación de estudiantes es una excelente inversión”, sostuvo.
Por último, ponderó el trabajo y la vinculación con entidades públicas y privadas, definitorias de una impronta que aboga por el compromiso de buscar respuestas a las problemáticas en conjunto, aunque “las dificultades económicas estrechan los márgenes”. Y agregó: “En estas circunstancias es cuanto más se debe hacer para superar las adversidades”.
Las palabras de uno de los primeros graduados de la carrera de Medicina Veterinaria, Pedro Tejería, sirvieron a Catalano como corolario para enfatizar el sentimiento de pertenencia común a todos los miembros de la comunidad educativa: “Aquí llegamos nosotros con las ganas de aprender y Tandil nos recibía absorta, sin comprender que se iniciaba una historia que se habría de extender por cincuenta años, qué orgullo pertenecer”.
Pioneros de la educación
Seguidamente, el rector Roberto Tassara se puso de pie para dirigirse al público presente y evocar aquellos primeros años de la universidad, cuando aún todo estaba por terminar de hacerse. “Como egresado de la primera promoción de contadores de la Unicen no pudo evitar apelar a los recuerdos”, comenzó diciendo, y rememoró cómo eran los primeros años del Campus, antes de que las 51 hectáreas fueran edificadas y urbanizadas como se puede apreciar en la actualidad.
“Cuando la comunidad de veterinarias comenzó a poblar este campus nada existía, era un verdadero páramo. Pioneros si los hay los veterinarios, que hicieron punta en la aventura de esos momentos de venir acá, embarrados o impecables, llegando y volviendo como podían. Esa actitud segura de sí misma forjó la joven facultad que marcaba sin saberlo el camino del futuro”, describió.
Desde su rol, la cabeza de la comunidad educativa de la Unicen, destacó la apuesta a la formación científica y a la innovación que han hecho de Ciencias Veterinarias la mejor facultad del país y de las mejores de Latinoamérica, a la que llegan estudiantes de todas partes atraídos por las referencias magníficas que se transmiten y se retroalimentan.
“El año pasado se inauguró el pabellón de Anatomía, uno de los últimos hitos de un proceso que incluyó dos hospitales, una sala de necropsia y la ampliación de Civetan (Centro de Investigaciones de Veterinarias Tandil). Han sido 50 años muy fructíferos, a disfrutar con creces lo logrado, felicitaciones y gracias por todo”, cerró Tassara.
Distinciones y reconocimientos
A continuación, los baluartes de los inicios y los protagonistas del medio siglo de historia fueron justamente reconocidos y homenajeados por su incansable labor.
En primera instancia, se distinguió a los familiares de los fallecidos Raúl Mendy y Víctor Zabalegui, primeras autoridades de la facultad.
Los exdecanos y vicedecanos de la institución, entre ellos Néstor Auza, también exrector de la Unicen, recibieron distinciones por su labor al frente de del establecimiento.
Acto seguido, Francisco “Pancho” Domenech, uno de los primeros docentes de la carrera, recibió su diploma ante el cálido y sostenido aplauso de sus exalumnos y compañeros, que se levantaron de sus asientos y lo envolvieron con la inmensidad de la gratitud que se prodiga a los grandes maestros.
“Pionera incansable, la facultad fue un espacio más de su casa y su casa una extensión de la facultad, con una vocación de roble y con la misma vocación con la que se sumó a una institución que nacía, no tuvo pereza para trasladar pizarrones cruzando la plaza central, ni para improvisar una vianda para un profesor que llevaba largas horas de trabajo fuera de su ciudad. Hasta hoy tampoco la tiene cuando suena el teléfono en su casa General Pico (La Pampa) y le dicen: ‘Valentina, venite que hay fiesta’”, anunciaron los locutores, y la Biblioteca estalló en una ovación de pie para reconocer a una mujer de cabello blanco, Valentina Erdocia, primera empleada administrativa de la facultad, que forjó con su ímpetu el espíritu institucional.
Sobre el final, también pasaron por el escenario principal los primeros graduados de cada carrera, exdocentes, no docentes e investigadores que forman parte del medio siglo de historia de Ciencias Veterinarias y contribuyeron a lograr que sea la facultad de excelencia que es hoy.
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, las palabras del poeta español Antonio Machado, inmortalizadas por Serrat en una canción, resumen a la perfección la impronta de una prestigiosa institución que, sin dudas, continuará marcando el rumbo por muchos años más.