Reclamo vecinal
Siete familias de Reconquista al 300 padecen por la falta de cloacas aunque ahora tienen asfalto
Hace años que le piden al Municipio la extensión del servicio para los frentistas que viven entre Quintana y Vicente López. La semana pasada, pavimentaron la cuadra, mientras dos carteles enormes le reclamaban al Intendente por el servicio sanitario “prioritario”. Sin posibilidades económicas de afrontar la obra por costo cubierto, exigen que se incluya en el Presupuesto 2022 y pagar en cuotas con las tasas.
“Somos los siete frentistas que quedamos olvidados”, lamentó María Gladys Sosa. Así se refirió a los contribuyentes de Reconquista al 300, donde la semana pasada el Municipio finalizó la pavimentación de la cuadra, pero necesitan con urgencia la red de cloacas por cuestiones de salubridad, calidad de vida y costos a partir del tratamiento de los pozos.
Un mes antes de que empezara la obra de asfalto, Gladys colgó en su frente dos banderas para difundir el reclamo. Sobre Reconquista, las primeras dos casas desde Quintana están conectadas a la red de cloacas y lo mismo ocurre con la propiedad de la esquina de Vicente López. Entre esos domicilios quedaron los de los siete tandilenses “olvidados”, que no consiguen que el Municipio les dé respuestas.
Madre de siete hijos, que se sustenta con una pensión de 14 mil pesos, Gladys lleva 30 años de residencia en la cuadra. Comparte el terreno con su hija, que tiene dos pequeños y construyó su casa en el fondo. En el lote hay dos pozos sépticos que ya no dan más, entonces conviven con el riesgo de la contaminación.
En tres décadas, reiteró el pedido a distintos intendentes. Desde hace algunos días, la cuadra luce asfaltada y resulta incomprensible que con todos los servicios, les falten las cloacas, uno de los más importantes en cuanto a salubridad e higiene.
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Primero la salud
“Es necesario para estar limpios, porque todas las aguas servidas van para las cloacas, entonces se tiene limpia la casa, no hay enfermedades. En este momento tengo dos pozos llenos”, dijo Gladys y explicó que la Secretaría de Desarrollo Humano no entrega bonos para vaciarlos, entonces los camiones van cada 5 ó 6 meses.
Soledad Alsina, otra vecina de la cuadra, precisó que cada 22 días destina 2.500 pesos para vaciar el pozo séptico de su casa. Hace tres años que se mudó al barrio y en su antiguo hogar tenía cloacas, por lo cual conoce las ventajas de acceder al servicio básico.
“Es abrumador, porque te bañás y podés largar el agua tranquilamente, lo mismo al lavar los platos. En este momento, uno se tiene que cuidar, y lavo los platos con el mínimo de agua, me baño y saco el agua a la calle, que antes beneficiaba porque era de tierra y regábamos”, describió. En el cordón cuneta del nuevo asfalto corría el agua producto de la evacuación de algún lavarropas. A los vecinos no les queda más remedio que evitar el pozo para que no se impermeabilice con los jabones.
“Cuidándote a cuentagotas, estoy desagotando el pozo cada 22 días”, ratificó Soledad al justificar la actitud de verter el agua sobre la calle. Advirtió que enfrente está la plaza que los separa de avenida Pujol, espacio verde para disfrutar. Sin embargo, cuando sale el sol que evapora el agua, el jabón se pudre para emanar un olor nauseabundo que en verano se vuelve insoportable.
“La impotencia es que hayan pasado las cloacas por la esquina de Quintana para el Procrear y más al fondo, y en Vicente López, lo mismo. Es increíble. Somos los olvidados”, refrendó Gladys.
Y relató que “en una de las cartas le escribí al Intendente ‘usted es médico y sabe lo que es, las enfermedades que nos podemos agarrar’. En casa, a veces, los pozos de tan llenos mojan la tierra de alrededor. Mis nietos, que viven en el fondo, no pueden ponerse a patear la pelota porque es un asco y corren el riesgo de enfermarse”, describió.
Las notas y el FOS
Las siete familias, que suman una decena de chicos menores de edad, le piden al Municipio que pase el servicio por el frente de los domicilios. Aseguran que están dispuestos a pagar en cuotas por la extensión, pero que les es imposible afrontar la obra por el sistema de costo cubierto. Además, deberán abobar las conexiones domiciliarias a la red.
Parece increíble que en una barriada hermosa, en pleno desarrollo, haya una cuadra que no tenga cloacas cuando sí dispone de gas y asfalto. Es notable que hayan quedado en medio de un barrio urbanizado, donde se volvieron la excepción en una cuadra consolidada, donde no hay baldíos.
Ya le mandaron cinco cartas al Intendente y a la Dirección de Obras Sanitarias, donde plantearon acceder a la herramienta prevista en el Fondo de Obras Sanitarias (FOS), que todos los contribuyentes pagan con la tasa y que está afectado a obras de agua y cloacas. Sin embargo, los funcionarios los desalentaron de formalizar el pedido bajo el fundamento de que “las obras tardan 3 años”.
En campaña, el candidato del Frente de Todos Nicolás Carrillo llegó a la barriada y se reunió con los frentistas. Si bien tomó nota del reclamo, no está en sus manos dar una respuesta concreta para destrabar la situación.
Los carteles
“Yo agradezco el asfalto, todo re lindo, todo muy lindo, pero si vamos a la cuestión de necesidad, son más necesarias las cloacas que el asfalto”, expuso Soledad y aclaró que no están disconformes, aunque “prioritario eran las cloacas”.
Ahora tendrán que pagar el pavimento. “No nos negamos a los impuestos que vengan, en cuotas”, afirmó Gladys. Entonces, su vecina Claudia Álvarez indicó que “incluso, las cloacas si pasan y nos cobran los impuestos, está perfecto, está bien”.
Los carteles de protesta que colgó Gladys surgieron de su “impotencia” y explicó que la comuna, antes de hacer el asfalto ya lo sabía, porque ella los tuvo colgados los ocho meses anteriores a la pandemia. “El vecino que pidió el asfalto, que tiene cloacas, fue al Municipio y le dijeron ‘ahhhh, donde están los carteles que necesitan cloacas’. Entonces están sabiendo en el Municipio”, señaló.
En igual sentido, Claudia –que lleva doce años en el barrio- expuso que “si bien en este momento el Municipio no tiene fondos, no es un reclamo de ahora, viene de hace años” e imploró para que contemplen la obra en el presupuesto del año próximo.
“Mi pozo es relativamente nuevo y de tamaño grande, así que cada cuatro meses lo vaciamos. Es muy incómodo, y con los chicos también, acostumbrarlos que no tiren agua, que no haya canillas perdiendo, nada de eso, porque es mucha el agua que cae al pozo. Yo tengo lavarropas a paleta, porque no puedo hacer la conexión de uno automático a un pozo. Así que nos manejamos en la familia con el lavarropas a paleta todavía, y trabajando y con los chicos nos facilitaría la vida. Hoy tenés que sacar agua para bañarte, para lavar los platos, porque si tirás al pozo no te dura nada”.
El peligro latente por los juegos y el tránsito
Por otra parte, la frentista Gladys Sosa advirtió por los riesgos que corren los chicos a partir de la altura de un juego de la plazoleta de Quintana y Pujol. “No son para chicos. Son altos y los nenes se han caído, y ha venido la ambulancia a buscarlos porque se han quebrado”, señaló.
“El juego grande ya lo tendrían que haber sacado”, consideró y refirió que han trasladado por lo menos a tres menores, entre ellos a una nena de 11 años que se cayó desde las alturas, y luego, a otros dos varones.
En simultáneo, cuestionó que al caer la tarde se juntan jóvenes a consumir bebidas alcohólicas. Si bien suele dar aviso a la Policía, “viene y como son menores, no les dicen nada”.
Por último, los vecinos mencionaron que los automovilistas utilizan Reconquista al 300 como si fuera de doble mano, otra situación riesgosa para el tránsito que se agravará a partir de la pavimentación, por lo que solicitaron señalizar la infracción. Para completar, indicaron que una vez que se abra la cuadra, volverán a estacionar los camiones y acoplados sobre la plaza, lo que implica peligros para los niños que utilizan el espacio verde y cruzan entre los vehículos de gran porte.