Desde la Parroquia del Santísimo Sacramento
Se volvió a realizar la procesión por el Día de la Virgen y la misa en el Anfiteatro
El año pasado los feligreses solamente pudieron participar de la misa de forma virtual debido a las restricciones de la pandemia. Este año se concretó el encuentro nuevamente con menos gente que otros años. La misa fue celebrada por el obispo Hugo Salaberry.
Ayer por la tarde se llevó adelante nuevamente la tradicional procesión por el Día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y luego la misa en el Anfiteatro Municipal.
Recibí las noticias en tu email
Ya desde antes de las 17.30 los feligreses se comenzaron a congregar en las puertas de la Parroquia del Santísimo Sacramento y frente a ella, en la Plaza Independencia, desde donde partió la procesión a las 18 hacia el Anfiteatro Municipal.
Luego de un año en el cual no se pudo realizar la procesión por las restricciones de la pandemia, ayer se volvió a realizar la misma con la participación de cerca de 300 vecinos, muchos menos que años atrás.
Detrás de la imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, patrona de la ciudad, se ubicaron los curas de distintas parroquias de la ciudad y luego miembros de comunidades de capillas, parroquias, instituciones educativas y colectividades con sus imágenes, además de los niños que tomaban la segunda comunión con sus padres y catequistas.
Una vez en el Anfiteatro Martín Fierro, el obispo Hubo Salaberry celebró la misa en honor de la patrona de la ciudad y en oportunidad de cerrar el año de San José.
En la oportunidad, cientos de niños de distintas instituciones escolares tomaron su segunda comunión. El intendente Miguel Lunghi participó de la procesión y la misa.
Al grito de “Viva la Virgen”, hizo ingreso al Anfiteatro la imagen de la Inmaculada que fue recibida con fervorosos aplausos por lo feligreses y luego se dio inicio a la misa.
La convivencia
En su homilía, el obispo Salaberry expresó que “es un honor para mí estar delante de este público y en este Anfiteatro nuevamente, siempre verlo con gente es más lindo”.
“Todavía sacudidos por esta pandemia, este mal que nos aquejó como humanidad, sin salir aún del todo de ella, es evidente que algunas cosas han cambiado, y otras desearíamos que cambien, o por lo menos en las palabras de Francisco ‘de esta crisis no salimos igual, salimos mejores o peores’”, señaló.
Le pidió a la Virgen que “veamos con claridad cuáles son las cosas que nosotros efectivamente podemos mejorar y que dependen de nosotros, no de afuera, ni de las circunstancias, ni de los políticos, ni de los curas”.
“En este tiempo se ha afectado nuevamente la convivencia, la cual nunca fue fácil en la historia de la humanidad”, sostuvo.
Y criticó que “miles de veces desde este micrófono curas y diáconos los hemos impelido a ustedes a que hagan cosas que nosotros no hemos hecho. Me da vergüenza. Por favor recen a la Virgen para que nosotros no pasemos esa vergüenza de decir desde acá cosas que nosotros no cumplimos, ni remotamente”.
“De manera académica un cura nos decía hace un par de años en un retiro que nuestra prédica no tiene correlato existencial. Está dicho de manera académica que no cumplimos lo que decimos. Querida comunidad de Tandil, evítennos esa vergüenza, pidiéndole a María Santísima que hoy preside esta celebración y a San José, pídanle para que lo que decimos aquí lo cumplamos cuando estemos afuera”, manifestó.
Y agregó que “a veces de forma escandalosa hemos formado laicos que no sólo comenten estos mismos errores sino que los duplican, o los cuadruplican, haciendo de una casta sacerdotal o clerical las cosas más santurronas y mojigatas y reprimidas que yo he conocido”.
“A ustedes les parece bien que nos manejemos entre nosotros con tal hipocresía de sonrisas por delante y cosas secretas en las redes sociales por detrás, diciendo lo contrario, y después nosotros nos quejamos de la familias o de los laicos, o de las comunidades nuestras”, se preguntó.
Luego, hizo referencia a una lectura de Génesis y afirmó que “el hombre con prohibición de comer del árbol le dijo a Dios ‘la mujer que me diste me dio de ese fruto’ y la mujer dijo ‘la serpiente me indujo y comí’. Éste es un relato mítico de una realidad que tenemos todos los días entre nosotros. Cuando uno está con cola de paja porque no ha dicho toda la verdad o ha hecho algo que no tenía que hacer, o dijo cosas que no tenía que decir y lo descubren, lo primero que hacemos como familia argentina es echarle la culpa al otro”.
Y manifestó el deseo de que “la familia sea efectivamente un nido donde crezcan no sin dificultades pero con esperanzas los hijos, donde podamos ayudar a los más débiles, acompañar a los enfermos”.
“Este año ha sido especial para estar cerca de los más limitados, los más vulnerables, los chicos sin escuelas, los grandes enfermos, difuntos en todas las familias, nosotros lo padecimos, 15 curas enfermos y dos fallecidos”, indicó.
En tanto, sostuvo que “mantener cosas ocultas visiblemente pecaminosas por no decir la verdad, es un pecado, y en algunos casos es materia grave de pecado, eso afecta la convivencia desde las raíces”.