Carta de lectores
Por favor, Presidente
Señor Presidente, aunque no tengo el gusto de conocerlo personalmente, sé bien que nos unen fuertemente varias convicciones. Un sistema de creencias. Nuestra profunda fe en las fuerzas del cielo, nuestra marcada opción por la libertad, nuestro infinito amor por la patria y nuestra urgencia por promover un cambio copernicano en nuestro querido país, que, casi como una ironía, nos haga retroceder más de cien años y esto signifique progreso. Desde esas creencias compartidas es que le escribo. Preocupado y ocupado. Lo que su gobierno ha logrado en estos nueve meses de gestión está a la vista. Es muchísimo, comenzando por la madre de todas las batallas con las cuentas fiscales y su correlación con la drástica baja de la inflación, sumado al orden público en las calles y la igualmente drástica reducción del delito, la incipiente desregulación de tantas normas asfixiantes y retrógradas, la atención internacional en la Argentina, entre otros logros en tiempo récord.
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Usted sabe, señor Presidente, que para que esos cambios tengan, de verdad, un impacto histórico deberán ser duraderos, aceptando nuestros compatriotas hacerlos suyos, convencidos de que son el remedio verdadero. Lo duradero y lo verdadero, por fin, impregnando nuestra cultura ciudadana. Y es en la atención a esa cultura nueva que me inquieta un cambio que también nos urge pero sigue siendo una carencia, tan pero tan significativa, que puede convertir en estéril todo lo positivo que su gobierno genuinamente ha comenzado a modelar con éxito incuestionable.
Me refiero a la concordia, señor Presidente. Déjeme ser explícito. Sin concordia “nos vamos al carajo”. Como ve hablo su mismo idioma. Hay que trabajar muy prioritariamente, ahora, ya hoy sobre este tema. Sin eso no hay futuro. Estaremos ante una nueva frustración de consecuencias funestas para nuestro querido país. Algo pírrico. Le pido por favor que lidere esto también en “este tiempo y a tiempo”. No todos “quieren pegarle”, no todos “son ensobrados”, no todos son corruptos o ignorantes.
Hoy, fíjese, todavía somos mayoría los que le deseamos todo lo mejor y trabajamos cada día para que su presidencia sea un verdadero punto de inflexión en nuestra historia. Goza de altísima popularidad y apoyo. Pero estamos en alta mar, soplan vientos fuertes, hay olas grandes y podemos en términos náuticos “rifar las velas”. Las redes son una parte de la realidad. No toda. Su idioma a cara o cruz no representa a todos. En esta “época de cambio” o “cambio de época” la concordia también está primera en la lista de tareas a encarar. Pro hace poco tiempo creyó que tenía la elección de 2023 ganada de antemano. Así le fue. No cometa el mismo error, por favor. Póngase al frente de la concordia, sea tolerante, trabaje por la amistad social, intente empatizar con el que piensa distinto a usted y a mí. No es importante, es imprescindible. Un conocido y respetado empresario, accionista de una empresa mayorista líder, al inaugurar una sucursal nueva dándole trabajo a mucha gente y sirviendo a tanta otra dijo, antes de cortar las cintas de inauguración: “Recuerden que vendemos al por mayor, al por menor y al por favor”. Nos sugería que sí o sí debía tener éxito. Lo mismo le pido a usted, señor Presidente. Por favor.
Jaime Feeney