Parto Respetado
“Para que un derecho no sea un privilegio, tiene que convertirse en una obligación”
La psicóloga Analía Pérez, quien acompaña a familias en el nuevo comienzo del nacimiento y la etapa inicial de la crianza, analizó las circunstancias que impiden el parto respetado. A pesar de las leyes y de la información cada vez más accesible, sostuvo que "en un mundo donde el tiempo es dinero, la fisiología es pérdida".
La semana mundial de parto respetado se celebra desde el 2004 y busca visibilizar las formas de nacer y parir en el mundo, y este año el lema fue “El respeto por las necesidades de la madre y su bebé en cualquier situación”.
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Cabe recordar que en Argentina se reglamentó en 2005 la Ley nacional de parto Humanizado (25.929), que rige actualmente y garantiza ese derecho.
A razón de esto, la licenciada en Psicología Analía Pérez cuestionó “¿por qué tenemos que seguir visibilizando formas de parir y nacer?”.
“La respuesta llega rápido”, dijo y refirió que se debe a la cantidad de violaciones a los derechos de las mujeres, acompañantes y niños que nacen. Así también por la violencia que muchas veces acompaña ese momento, incluso la sumisión a la que muchas veces se ven sometidas mujeres y acompañantes. Asimismo, marcó la falta de protección, cuidado, amor, contención de esa familia que acaba de nacer por parte de muchas de las instituciones y los profesionales que en ellas trabajan.
“Por una cuestión de poder y de historia, tenemos que hablar de las formas en que nacemos”, aseveró.
No dejar vulnerar ese derecho
La psicóloga y madre consideró que muchas veces se pone el foco en la información y/o desinformación de esa mujer que está gestando y se está preparando para parir. Admitió que “es un foco válido”, ya que de alguna manera ser capaces de gestionar el propio proceso de parto y nacimiento hace asumirse como protagonistas. “Somos nosotras las que tenemos la información, sabemos de lo que es capaz nuestro cuerpo, sabemos nuestros derechos, los de nuestros bebés y también sabemos que podemos exigirlos”, asentó.
Ahora la pregunta es “¿por qué tenemos que aún hoy exigir, rogar, intentar lograr algo que es un derecho?”. Otra vez la contestación llega casi inmediatamente: “Es porque estamos frente a un sistema que sistemáticamente vulnera nuestros derechos, ejerce su violencia en nuestros cuerpos y nuestras almas, y porque en un mundo donde el tiempo es dinero, la fisiología es pérdida”.
Determinó, entonces, que queda para la mujer informada empezar un largo recorrido en búsqueda de aquellos profesionales y lugares donde sabe o cree que puede plantear lo que es su derecho. A modo figurativo, propuso hacer casting de obstetra, casting de clínica u hospital que respete lo que se llama “la hora sagrada” y no separa a la madre de su cría en condiciones que no lo requieren.
A la vez, planteó la importancia de buscar un equipo de atienda partos planificados en domicilio, plan de parto presentado a la institución con las peticiones, incluso omisión de información que se crea que puede volverse en contra.
La mujer informada
“Muchas veces el recorrido de la mujer informada es lo que le garantiza una buena experiencia de parto para ella y su bebé”, advirtió. Sin embargo, también sostuvo que aún informada, ocurre en ocasiones que ese nacimiento no sucede de la forma no sólo que deseaba, sino que merecía.
En esos casos, identificó cómo la culpa vuelve hacia la mujer suponiendo que “a pesar de todo lo que hizo, no pudo lograrlo”. Y es en este punto donde consideró que ese foco válido en la mujer, “es necesario pero no es suficiente”.
Remarcó que es imperante centrarse en esa “otra parte del proceso”, refiriendo a un sistema de salud que debe garantizar esos derechos, es decir que tiene la obligación de formarse, actualizarse, humanizarse y estar a la altura de una de las mayores, sino la mayor aventura fisiológica, biológica y emocional que una mujer y un bebé van a vivir.
Explicó que ese momento, ese “único momento” que queda indefectiblemente grabado a fuego, para muchas mujeres y sus bebés será el mejor de los comienzos. “Cálido, silencioso, amoroso, respetuoso, protegido”, en ese caso, pero para muchas otras, plagado de “incertidumbre, miedo, desprotección, fragilidad, impotencia, dolor, deshumanización”.
“Ambos, está comprobado científicamente, tienen un impacto en el desarrollo de ese primer vínculo y consecuencias tanto para esa mamá como para ese bebé. Así de clave es ese momento, y así de urgente es que los profesionales de la salud garanticen ese derecho”, exhortó al finalizar.
El camino hacia el nacimiento de Vicente
Además de psicóloga, egresada de la UBA, Analía Pérez es profesora de nivel medio y superior en Psicología UBA, (2016). En la Facultad de Psicología además fue por 10 años docente regular de la materia Psicología Institucional. Hizo su residencia interdisciplinaria en salud mental en el Hospital Borda y luego de una rotación de tres meses por Italia, en un modelo pionero en desmanicomialización y en inclusión social de personas con padecimiento mental grave, comenzó a interesarse por temas relacionados al nacimiento, la infancia y la familia, como lugares donde trabajar desde un paradigma de promoción de la salud.
Desde esta perspectiva, hizo diversas formaciones en psicología perinatal, se formó además como asistente Montessori y certificó en disciplina positiva para la familia, contando con una diplomatura en parentalidad, apego y desarrollo de la infancia. Actualmente también realiza acompañamientos a mujeres que están transitando su puerperio y la crianza en edades tempranas de sus hijos.
“Por motivos personales que tenían que ver con mi propio interés en ser mamá, realicé en 2016 una formación con Las Casildas, donde pude comprender desde otro lugar el acto del nacimiento y el poder que tenemos las mujeres relacionado a ello. Y también la violación a los derechos de las mujeres, acompañantes y niños, y la violencia que muchas veces acompaña ese crucial momento”, relató.
Esa flecha, figuró, se clavó en ella desde entonces y comenzó a investigar acerca de las buenas formas de nacer. “Ya para el 2019 en mi propio embarazo y habiendo ya emprendido un proceso de reencuentro con la propia capacidad de gestar y partir, decidimos con mi compañero buscar y lograr una forma respetuosa de nacer para nuestro bebé y para nosotros”, contó Analía.
Así fue como Vicente nació en su casa, acompañado de una doula y una partera. “Desde esa maravillosa experiencia y sabiendo los efectos que tienen las formas de nacer, es que escribo y trabajo en función de ello”, compartió amorosamente con El Eco de Tandil.