Organizaciones sociales de la ciudad advirtieron que están desbordadas por la creciente demanda de alimentos
Las consecuencias de la creciente pobreza estructural del país también se reflejan en la ciudad y de acuerdo a quienes trabajan cotidianamente en los barrios, son cada vez más las familias que necesitan ayuda para cubrir sus necesidades básicas. Se detectan problemas vinculados a la falta de alimentos, tarifas de servicios imposibles de afrontar, precariedad habitacional y feminización de la pobreza.
Tandil no es la excepción con respecto al contexto crítico de vulnerabilidad social que se cierne sobre el país y quienes trabajan a diario en el abordaje territorial de los sectores más expuestos, aseguraron que están desbordados por la demanda creciente de alimentos e insumos. La situación, lejos de resolverse, cada año se agrava.
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Stella Maris “Cacha” Cena, concejal mandato cumplido e histórica referente social del barrio Las Tunitas, donde desde hace años maneja un comedor comunitario, informó que en el segundo semestre de 2018 empezó a aumentar la demanda de alimentos y expuso que la situación es “muy complicada” porque se acerca gente de todos lados a pedir comida. Al comedor ubicado De los Granaderos 269 concurren noventa personas y se entregan, además, 200 raciones diarias que las personas llevan a sus casas.
“La gente paga el alquiler o come, prefieren pagarlo y salir a buscar algún alimento para darles de comer a los hijos”, expuso “Cacha”, quien mueve los hilos de apenas uno de los 20 comedores y merenderos que se extienden en diversos puntos del área urbana y transitan circunstancias similares.
La mujer puso en relieve el carácter circular de la problemática económica y social del país, que repercute en todos los ámbitos. “Tratamos de ayudar a la gente que se ha quedado sin trabajo, a las amas de casa que perdieron los trabajos en casas de familia. Se achican todas las estructuras y se pierden puestos laborales”, graficó.
Las demandas son heterogéneas y no responden solamente a las necesidades alimentarias, sino que hay cada vez más personas que se vuelcan a pedir ayuda para afrontar el pago de las siderales sumas de electricidad, gas y alquiler. Por otra parte, un fenómeno que se registra a nivel país y local es la pauperización de la clase media, cuyo poder adquisitivo perece frente a la escalada inflacionaria y los tarifazos.
“La pobreza pasa por todo, no sólo por la falta de comida, por no tener vivienda propia, si no se accede a los servicios de salud, la medicación es muy cara”, completó, realizando un análisis multifactorial de las causas que se aglutinan bajo el remanido concepto de “pobreza”, cada vez más transversal.
El comedor recibe la asistencia permanente de la Secretaría de Desarrollo Social municipal y del Banco de Alimentos Tandil, que proveen las partidas de alimentos para cubrir las demandas. A pesar de remarcar el acompañamiento constante de los organismos, recalcó que no alcanza para dar respuestas a todos los pedidos. “La leche hoy es un problema y nos la solicitan todo el tiempo, tenemos un registro para entregarla”, sumó.
De cara a los meses fríos, en una ciudad que posee bajas temperaturas, “Cacha” indicó que van a organizarse para llevar una propuesta a la cartera social local para distribuir leña y garrafas a bajo costo.
“Tenemos que aportar y solucionar. Hay mucha gente que necesita y debemos seguir adelante. Ojalá en algún momento me hagan notas por cosas lindas y no por la pobreza que se sufre”, se lamentó.
Muchas necesidades y pocas respuestas
Nicolás Carrillo, dirigente del Movimiento Evita y la CTEP, ambos espacios con una fuerte inserción en las barriadas populares de Tandil, en comunicación con este Diario, calificó como de “pobreza extrema” la situación general que se detecta en el ámbito local.
“Entregamos 800 bolsones de alimentos por mes, algo que no tiene precedentes, al menos desde que comencé a militar en 2003”, cercioró.
Carrillo aseveró que escasea la comida en cientos de familias, pero que el problema no se agota allí. Las elevadas tarifas de los servicios básicos es otra de las grandes preocupaciones porque la gente se “cuelga” de la luz al no poder asumir los costos de las facturas.
El referente social apuntó contra la Usina SEM y consideró que “hay una ausencia total de la Usina porque no da respuestas en esta crisis, incluso con los márgenes enormes de ganancia que tiene. No tiene ningún perfil que resuelva el problema de los servicios en la población vulnerable”.
La precariedad habitacional es otro de los flancos sobre los que se extienden las consecuencias de la crisis y se evidencia en la proliferación de viviendas de chapa, lona, o con techos que se llueven. El déficit habitacional de la ciudad y las dificultades para asumir el pago de un alquiler, son algunas de las deudas que aún no se han saldado.
“El Estado está ausente, mete la cabeza bajo la tierra y manda a atajar los penales a las trabajadoras sociales. Estamos desbordados por la demanda y no podemos dar respuesta a casos que se nos presentan a diario, también de asalariados que están endeudados, que no pueden pagar la tarifa de luz o gas y no llegan a comprar la comida. Se desangra el tejido social”, arrojó Carrillo.
Feminización de la pobreza
La feminización de la pobreza es otra de las variables que las organizaciones sociales tienen en cuenta a la hora de efectuar diagnósticos y evaluar la coyuntura en pos de planificar y generar políticas a largo plazo.
Según Carrillo, son cada vez más las mujeres que asumen solas la responsabilidad parental ante la ausencia de los padres de los niños y una Justicia que no tiene herramientas para resolver en lo inmediato los reclamos de la cuota alimentaria.
Un relevamiento que se realizó en junio pasado sobre un universo de 500 mujeres de los barrios Las Tunitas, La Movediza, Villa Aguirre, Villa Laza, Maggiori y San Juan -a cargo de las promotoras de género del Movimiento Evita- determinó que el 69 por ciento de las mujeres consultadas es el principal sostén económico del hogar.
En cuanto a su situación, el 11 por ciento respondió que tiene trabajo formal, en blanco, mientras que el 16 por ciento cuenta con un puesto en la economía popular.
Y con respecto a los hogares monoparentales, el 56 por ciento respondió que los padres no cumplen con la cuota alimentaria, mientras que el 62 por ciento dijo que no inició juicio por alimentos.
Según la Encuesta de Hogares y Empleo Municipal, que el Gobierno local puso en marcha durante el segundo trimestre del año pasado, en Tandil los indicadores del mercado laboral arrojaron un 55 por ciento de empleo, 10 por ciento de desocupación y un 14,3 por ciento de subocupación, sobre un total de 833 hogares relevados. La tasa de desocupación de los varones es del 8,8 por ciento, mientras que en las mujeres es del 11,5 por ciento, y es superior en el grupo etario de 14 a 29 años.