Mujeres Empresarias congregó a un maravilloso grupo que cosió mil barbijos y 600 camisolines
En 48 horas, la entidad se ofreció para colaborar frente al coronavirus, recibió el pedido concreto del Intendente y convocó a treinta mujeres que cortaron y confeccionaron los elementos de seguridad. La solidaridad resultó “exponencial” y la experiencia fue “muy motivadora".
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La pandemia del coronavirus sacó, de las entrañas de cada uno, lo mejor y lo peor. Por fortuna, en Tandil la solidaridad se multiplicó y muchos transformaron los días de aislamiento social preventivo y obligatorio en tareas que reconfortan el alma, esas que tienen como principal destinatario al prójimo. De ese lado de la humanidad, se encuentra la asociación Mujeres Empresarias, que se ofreció para colaborar y respondió al pedido concreto del intendente Miguel Lunghi para coser y donar mil barbijos y mil camisolines (finalmente, entregó 600 porque la Comisión de Damas adquirió una dotación grande).
Con la alegría y satisfacción de la tarea cumplida, la presidenta de la entidad, Alicia Jakob, compartió esta historia y anticipó que siguen al servicio de la ciudad para cualquier otra tarea que las convoque en este estado de excepción que plantea la pandemia.
“Fue muy lindo y muy motivador. Me maravillan las mujeres, el espíritu de ayuda que tenemos”, destacó y contó que colaboraron en este proyecto 17 vecinas de Graduados, 11 de Las Tunitas y muchas otras de distintos puntos de la ciudad. “No quedó un barrio sin participar”, resumió y confió que conoció calles que nunca había transitado al asumir la logística de esta propuesta.
Los barbijos ya fueron distribuidos en las comisarías Segunda, Tercera y Cuarta, el Consejo Escolar, la Cruz Roja, el Hogar San José y el Hospital Santamarina, que recibió camisolines que son de un solo uso, como así también el Laboratorio de Virología de Veterinarias.
La semilla
En el comienzo, germinó una idea y fue la que Alicia Jakob tomó de Necochea, donde un grupo de activas mujeres cosía barbijos durante la cuarentena. Enseguida, planteó la iniciativa a sus catorce compañeras de la comisión directiva, quienes aceptaron de inmediato.
Como primer paso, se comunicó con el intendente Miguel Lunghi para preguntarle qué necesitaba y poner a la asociación a disposición ante la emergencia por el Covid-19. El pediatra le contestó con un mensaje, en el que transmitió, sin rodeos, que necesitaba mil barbijos y mil camisolines.
En medio del aislamiento y en comunicación vía Whatsapp con la comisión directiva, hubo consenso para aceptar el reto. Entonces, como primer paso, solicitaron los moldes para poner en marcha la iniciativa, con ese don resolutivo que caracteriza a las mujeres.
“Esto fue un sábado y el domingo ya teníamos a treinta mujeres que se habían autoconvocado, porque fue exponencial”, dijo Alicia y agregó que contó con la colaboración de Lucía Vieira –de Olifant- que es amiga de su hija, quien coordinó el grupo de costura e hizo un gran aporte para acelerar las tareas con su máquina para cortar.
En ese camino contrarreloj, las soluciones aparecían a toda velocidad. “No teníamos fondos. Entonces, empezamos cada una a llamar a sus amigos para ver si alguien podía donar para comprar los rollos de tela. Los primeros tres rollos los donamos las Mujeres Empresarias y luego, empezó a llamar gente que colaboró”, relató.
Desde el Municipio les indicaron la normativa del Ministerio de Salud para los barbijos caseros, que deben estar confeccionados con tres capas de tela y, a pedido de los médicos, tiras para atar en la nuca. Además, les proporcionaron un camisolín para sacar el modelo, aunque requirieron que fuera un poco más largo.
“Yo era la encargada de repartir el material. Se lo llevaba a Lucía y a dos mujeres más que cortaban continuamente, y luego iba repartiendo entre todas las costureras. Así que me pasé los diez primeros días yendo y viniendo por todo Tandil, recolectando barbijos y camisolines”, detalló sobre el inicio de la cuarentena.
El buen contagio
La Asociación de Mujeres Empresarias cuenta con algunas emprendedoras que se dedican a la confección. Sin embargo, necesitaba más manos para un gran objetivo que, además, debía cumplirse en forma urgente para cuidar a los trabajadores de la salud, la seguridad y de tareas esenciales en las calles, puestos de control, en espacios de entrega de bolsones alimentarios, etc.
“Fue algo exponencial. Como el coronavirus más o menos, porque una dijo ‘yo sé coser y tengo una amiga que también cose’”, comparó Alicia Jacok. Y graficó que todavía no se había puesto en marcha el proyecto, cuando ya tenían muchas manos dispuestas a cortar y coser.
En ese camino, contaron con un comercio de Tandil que se puso a disposición para entregar los rollos de tela y otras personas que se aliaron a la causa, como Daniel Di Battista, que les proporcionó material y les pasó cinco contactos de costureras profesionales, que “llevaron adelante los primeros días de entrega, porque las que no sabemos coser tardamos 20 minutos en hacer un barbijo y ellas lo hacen en 3. Es distinto el ritmo”.
Alicia Jakob reseñó que “en estas crisis, uno termina de conocer a la gente. No toda la gente fue tan generosa, pero fue exponencial la gente generosa y pocos los que no lo fueron. En una de las charlas con el Intendente, le dije que realmente en las crisis sale lo mejor y lo peor de la gente. Es increíble”.
Antes de la entrega, Amalia Masoni se encargó de esterilizar los barbijos y camisolines. Consiguieron una máquina de vapor que proporcionó una de socias que trabaja en confección de indumentaria. Por lo tanto, la conductora del hotel Amaike pasó todas las prendas por vapor y luego las roció con alcohol diluido, para embolsarlas al vacío, bien dobladas, prolijas y compactas.
En tiempo récord, estas mujeres hacedoras que se encolumnaron detrás de una causa lograron realizar un importante aporte a la comunidad, pero también se sintieron reconfortadas al poder convertir la angustia en una acción noble y altruista.