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Manu Pacheco: de la Peña El Cielito a Fuerza Bruta
Charla a fondo con el bailarín de la ciudad, que formó parte de una de las compañías más importantes del país.
Empezó con el folclore en la Peña El Cielito, y al terminar la secundaria se mudó a Capital Federal. Entonces, Manu Pacheco ya sabía que la danza era lo suyo, y se anotó para estudiar en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Integró compañías con las que primero viajó por Argentina, pero después por China, Corea y otros países. Uno de sus últimas experiencias fue haber formado parte de Fuerza Bruta, el espectáculo nacional que recorre el mundo.
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“Últimamente, cuando me preguntan por lo que soy, no sé por dónde empezar. Sí me considero bailarín. Bailo. Me muevo. Soy más un movedor. Y uso también la palabra actor, que antes la tenía más relacionada al teatro, con el hablar. Pero el cuerpo también expresa. También me considero performer, performático”, contó Manu.
Tras sufrir una lesión en la rodilla, volvió a recalar en Tandil después de 15 años. Motivado con la escena local, y con ganas de conectar con la docencia en la ciudad, se sentó en un café del centro para charlar con El Eco de Tandil y compartir su experiencia de vida y trabajo.
“A los siete u ocho años empecé a bailar folclore en El Cielito. Bailé toda mi infancia y mi adolescencia, más como un método de juego, un lugar donde tenía mis amigos. Cuando estaba terminando la escuela me di cuenta que el arte me interesaba. Tenía muchas ganas de irme a Buenos Aires a ampliar un poco. Me fui a estudiar folclore, y allá encontré otras cosas”, contó.
En Capital Federal profundizó su vínculo y su formación en folclore, pero de poco también “ese foco se fue bajando”. Participó de competencias y presentaciones hasta que encontró la danza contemporánea, "que me la flashó, me cambió la cabeza totalmente”.
Además de las clases, dentro de la UNA ingresó a una compañía con la cual ensayaba de lunes a sábados. “Ahí me exprimí”, dijo sobre una etapa de formación paralela, de incorporar conocimientos, presentaciones, nuevos colegas, empezar a viajar. “Conocí un montón de maestros. Compartir una forma de moverse, de hacer las cosas en la escena”, sumó sobre esa etapa.
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Poco después, surgió la oportunidad de sumarse a otra compañía, que le ofreció viajar nada menos que a China por un año, a bailar tango. Al principio dudó –no tenía demasiada experiencia en tango- pero unas horas después ya había tomado la decisión. “Siento que en escena puedo defenderme bastante bien”, pensó entonces, y aceptó la propuesta.
Fuerza Bruta y después
“Me fui de gira a China bailando tango”, contó Manu con soltura. Fue junto a un grupo de parejas con las que llegaron a una provincia “súper alejada” de la capital. Más allá de las diferencias culturales, la experiencia le permitió darse cuenta de que la danza es un lenguaje que traspasa fronteras.
“Creo que es universal. Vi orientales bailando tango, bailé con orientales. Y es una forma de comunicarse, muy universal, muy rica. Es solo entenderse con movimientos”, dijo sobre el viaje que duró unos cuatro meses.
De regreso a Argentina, supo que Fuerza Bruta estaba buscando un performer varón. “Hubo un casting cerrado. Hicieron una selección de 50 personas. Pensé que no estaría mal, y yo estaba en un momento bisagra. Fueron cuatro días de audición, y entré”, compartió sobre su ingreso a una de las compañías artísticas más importantes del país, con años de trayectoria y presentaciones a lo largo y ancho del mundo.
“Cuando terminó la pandemia entré. Hicimos un año y medio de viajes por Argentina, hicimos Colombia y después Corea”, precisó sobre la gira que realizó con la obra Wayra, un espectáculo que la compañía lleva haciendo por más de una década.
“Me pasó que con Fuerza Bruta realmente me sentí un artista internacional. Por el trato. Fuerza Bruta tiene un nombre, una jerarquía de años”, señaló sobre la experiencia de –por ejemplo- que el público le pida fotos al elenco.
Ser parte de Fuerza Bruta supuso para Manu una rutina intensa de preparación, y luego de trabajo. ”Son seis días a la semana, y por lo general con un día libre que es donde aprovechás a pasear y conocer. Hacíamos hasta tres shows por día los fines de semana, y fueron cuatro meses. Y siempre lleno, siempre con un público de mil personas”, explicó sobre su paso por la compañía.
“Cuando entrás al show, cuando lo ves, tomás dimensión y pensás ‘qué monstruo esta cosa’. Hablo de toda la estructura, de los que montan todo, de los técnicos. Pero al momento de hacer las audiciones y todo eso, siempre quise bajarle un poco las expectativas”, sumó.
De vuelta en Tandil, con “la mente puesta en recuperarme”, y con “ganas de trabajar con gente de acá”, el bailarín proyecta hacer la rehabilitación de una lesión de rodilla y dedicarse a la docencia.
“Es lo que más me atraviesa. Lo hice en paralelo a Fuerza Bruta. Es un lugar en donde entendí muchas cosas. El feedback que tenés con los alumnos es muy interesante siempre, porque te repreguntás cosas, incluso más que cuando sos alumno”, concluyó.