Los Talleres Protegidos atraviesan un difícil momento y solicitan asistencia del Estado
La Red Federal de Talleres Protegidos de la República Argentina inició una colecta de firmas digital, a través de la plataforma Change.org, para que el Estado asista a las más de 160 instituciones que la conforman y que están atravesando por un momento crítico.
Recibí las noticias en tu email
“Hasta ahora, más de 160 instituciones de la Sociedad Civil, conformadas como Talleres Protegidos, sumamos voluntades para defender la fuente de trabajo de casi 10.000 personas con discapacidad en todo el país que encuentran en ellas su lugar de pertenencia y desarrollo laboral”, comenzaron redactando en el petitorio.
Los talleres protegidos son entidades de bien público y sin fines de lucro, que tienen como finalidad la producción de bienes y/o servicios y cuya planta está integrada por personas con discapacidad mental y/o intelectual.
Lamentablemente, no reciben asistencia económica del Estado para hacer frente a sus obligaciones mensuales, motivo por el cual la cuarentena los ha puesto en jaque y no cuentan con los recursos necesarios para mantenerse.
“La invisibilidad del trabajo que se lleva a cabo puertas adentro de los talleres y la dificultad que conlleva sostenerlo, también es una realidad. No somos empresas, ni PYMES, somos ‘empresas’ de la economía social y solidaria en su gran mayoría asociaciones civiles fundadas por padres o familiares de personas con discapacidad, quienes a través de los años seguimos sosteniendo económicamente la estructura de esas instituciones”, clamaron.
En tanto, desde Tandil Lourdes Martínez indicó a El Eco Multimedios que en nuestra ciudad “podemos decir que tenemos algunos meses más de vida y que vamos a poder salir adelante”. De cualquier forma, reconoció que a lo largo del país hay muchos talleres que “la están pasando mal” y que han quedado fuera de las ayudas que ha brindado el Gobierno.
“Los chicos no están trabajando, y son el eslabón más importante. Acá en Tandil son 66 personas con discapacidad. Y de repente el trabajo lo están haciendo las auxiliares que tenemos en el taller. Entonces se empieza a sentir, porque se rompe la cadena tanto en la producción como en la compra”, concluyó Martínez.