Los desafíos, ventajas y debilidades de la educación virtual según docentes y estudiantes de Tandil
Vencer la brecha digital y saltar el obstáculo de la falta de contacto presencial, son los desafíos más grandes que aparecen a la hora de encarar los procesos de enseñanza y aprendizaje virtuales. El Eco de Tandil consultó a estudiantes y docentes del nivel secundario de la ciudad para que compartan sus sentires en torno a una modalidad que modificó por completo al sistema educativo.
La pandemia de coronavirus trajo aparejados cambios que subvirtieron por completo el orden de la vida en todos los aspectos. Uno de los sectores que se paró incluso antes de la cuarentena fue el de la educación. Así, desde el 16 de marzo las aulas de todas el país, en todos los niveles, quedaron despobladas y se inició un periodo de virtualidad sin precedentes en el sistema educativo argentino. De la noche a la mañana, docentes, alumnos, padres, directivos, preceptores y autoridades tuvieron que sacar a relucir habilidades para las que estaban -en algunos casos- escasamente preparados y hacer frente a la situación de la mejor forma posible para no perder el ciclo lectivo.
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De este modo, las pantallas sustituyeron el contacto presencial y se inauguraron nuevas formas de enseñanza y aprendizaje surgidas de la necesidad y la urgencia. Este contexto de excepcionalidad, que se desconoce hasta cuándo se prolongará, también puso de manifiesto la brecha digital que existe en el país, donde el acceso a la tecnología y a internet es muy desigual, y donde muchos docentes no están alfabetizados tecnológicamente para emplear este tipo de recursos. Un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina realizado a finales de 2017, relevó que el 47,9 por ciento de los niños y adolescentes no disponen de una computadora en su vivienda y que el 53,6 por ciento carece de un servicio de conexión a internet.
El Eco de Tandil consultó con docentes y estudiantes del nivel secundario de la ciudad, tanto del ámbito estatal como privado, para que contaran sus experiencias con este nuevo modo de vincularse en la práctica educativa. Un pequeño recorte que reúne testimonios de quienes días a día deben afrontar la tarea de garantizar el derecho a la educación pese a todo.
“Sigo prefiriendo ir al establecimiento”
Dana Sequeira tiene 14 años y concurre a tercer año de la Escuela Técnica 5. El método que usan es diferente. “Los profesores nos mandan trabajos en un archivo que envían a la preceptora, ella a un alumno y ese alumno lo socializa en el grupo. Tenemos archivos de Drive separados por materias, y se envían las respuestas por mail. Lo bueno de las clases virtuales es que no perdemos tiempo educativo porque seguimos aprendiendo. Las desventajas es que a veces los profesores copian mal el mail y se rebotan los trabajos”, contó.
A ella le resulta más fácil encarar materias como matemáticas, prácticas del lenguaje, historia, geografía, biología, pero indicó que los primeros trabajos fueron de repaso, para recuperar los conocimientos del año pasado. “No tenés sólo dos horas para hacerlo, lo podés hacer a tu tiempo y más relajado, pero extraño la presencia del profesor, el poder preguntarle y que te responda, ahora hay que consultar por mail, tardan en enviar la respuesta y a veces no se entiende. No digo que no se pueda trabajar de forma virtual, pero sigo prefiriendo el ir al establecimiento, sentarme y preguntar cara a cara. No sé cómo me van a cerrar la nota ahora y me pongo nerviosa”, relató Dana.
“Se continúa aprendiendo desde casa”
Candela Duarte tiene 13 años y asiste al segundo año de la Escuela Polivalente de Arte. “Las tareas las tenemos por Classroom, pero evaluaciones no tuvimos. La ventaja es que se continúa aprendiendo desde casa y la desventaja es que no tengo contacto con mis compañeros ni profesores”, aseguró.
“Para mí se me hace más fácil Historia por que es una materia que es más de lectura y no tanto de práctica, en cambio dibujo e ilustración (un taller de dibujo) se me hace más difícil por que al no estar en contacto con la profesora no tengo la posibilidad de contar, cuando realizo los trabajos, con una respuesta inmediata”, desarrolló.
Al igual que muchos chicos, Candela extraña compartir las horas de clase con sus compañeros y considera “súper” importante la instancia de debate el aula y el intercambio de ideas.
“La modalidad distinta de trabajo es un desafío”
Pedro Fernández es alumno de cuarto año del Colegio Ayres del Cerro y así compartió su experiencia con la virtualidad: “En mi colegio nos manejamos con una plataforma virtual, a través de la cual nos mandan las tareas de cada materia cada dos semanas. Usualmente tenemos videoconferencias donde los profesores pueden desarrollar los contenidos. Creo que con el tiempo se va perfeccionando las manera de trabajar y se van incorporando herramientas”.
“Algunas de las ventajas son que las actividades las podemos realizar en el momento del día que nos sea cómodo y podemos detenernos cuando queramos, ya que no tenemos un horario establecido de descanso. Como debilidades puedo ver que el contacto con los profesores es más lejano y en el caso de que surja alguna duda, la respuesta puede tardar mucho tiempo en ser resuelta”, expuso el adolescente.
Por su lado, las materias más fáciles son ingles e historia, mientras que las que le generan mayor dificultad son danza, matemática y teatro. “En el caso de danza y teatro lo puedo ver como un desafío debido a una modalidad de trabajo distinta, filmándonos y enviando los videos a los profesores”.
“Lo que más se extraña de las clases presenciales es el espacio físico, el poder relacionarnos en persona entre los profesores y los alumnos, creo que eso se extraña aún más que la explicación de los conceptos. Pienso que las clases virtuales sí podrían remplazar a las presenciales, pero para esto necesitaríamos una base que nos ayude a todos a acceder a los contenidos y a poder comprenderlos, creo también que depende de cada uno y de cómo se adapte a las clases virtuales”, evaluó.
La educación especial ante la virtualidad
Rocío Nochetti es docente de Educación Especial y se desempeña en el Centro de Formación Integral 1, en la Escuela de Educación Especial 501 y en diversas escuelas secundarias donde asiste a alumnos con propuestas pedagógicas de inclusión.
Su tarea es adaptar los contenidos y orientar el trabajo en esta modalidad. “Los trabajos al principio fueron extensos porque se pensaba que iba a ser un periodo corto, pero al no volver las clases presenciales se siguieron enviando tareas cada 15 días. Tomo los trabajos y hago adecuaciones, es algo que me lleva mucho tiempo”, reconoció. Rocío también se ocupa de elaborar videos explicativos en lengua de señas para hacer accesible los materiales educativos.
“En sede de Especial tenemos más dificultades porque son pequeños y necesitan mucho nuestra ayuda, habilitamos un grupo de Facebook, videos con cosas simples, nos aseguramos la conectividad y y si uno no puede conectarse no lo hacemos para no profundizar la brecha”, sostuvo. Además, consignó que “se complica la lectoescritura, es una gran preocupación que tenemos. Y los contextos socioeconómicos son fundamentales para garantizar los resultados. Desde la escuela estamos muy cerca de nuestros alumnos, pero todos deberíamos pensar en eso, si le damos tarea a un chico que en su casa no tiene mesa y qué pasa en esas situaciones”.
“Son tiempos en los que hay que flexibilizarse”
Luz Nusch es profesora de Química y trabaja en nivel secundario, en un establecimiento estatal y otro privado, en cursos que van de tercero a sexto año. Además, integra la Red de Educadores por la ESI. En comunicación con este Diario, refirió que “esto es nuevo para los y las docentes, y también para los y las estudiantes. Buscamos nuevas formas para llegar y hacer las clases lo más similar al aula aunque no la reemplace”. Y prosiguió: “Mi materia es compleja, los cálculos, las ecuaciones, se complica bastante, entonces vemos la parte cualitativa”.
“Siempre fui de enviar cosas por plataforma para evitar la impresión, venía acostumbrada al armado de estas clases, pero tenía tiempo de hacer el intercambio en el aula. Ahora intentamos hacer videollamadas pero es complicado, no todo el mundo tiene acceso a internet ni a un dispositivo, hay familias con varios niños y niñas que van a la escuela y están todos al mismo tiempo haciendo tareas”, reflexionó.
“Lo que ha pasado es como un boom de tareas y respuestas que dejan de lado la situación que estamos pasando. No todo el mundo tiene las condiciones de vivienda necesaria, la alimentación. Son tiempos difíciles económicamente y eso genera malestares; el rol del docente es más de contener y acompañar, que de calificar y dar tarea”, manifestó.
En su análisis de la situación, la docente esgrimió que “da la impresión de que se da por sentado que todos los y las docentes tenemos las condiciones necesarias para dar una clase virtual, un dispositivo que ande bien, conexión a internet, y no es así para todo el mundo. La docencia es un trabajo bastante precarizado y los que somos nuevos no podemos acceder a nuevos trabajos ni tomar horas en otras escuelas”.
“Garantizar derechos en cuarentena es complicado, hay que pensar en todas las realidades, no sabemos como viven esos niños y niñas a los que enseñamos. Son tiempos en los que hay que flexibilizarse”, puntualizó.
“Es un ante y un después”
Virginia Himitian es licenciada en Periodismo y docente del área de Comunicación del Colegio Ayres del Cerro, donde ejerce en quinto y sexto año del secundario. “Ha sido un gran desafío tener que reestructurar toda la modalidad; no podemos seguir trabajando de la misma manera. Contamos con una plataforma que es de uso interno y desde ahí se les proponen las clases a los chicos. Armo clases que utilicen diversos recursos, algo que incorporé para dar cuenta de la secuencialidad es que les pongo nombre de temporada y episodio, ahora estamos en la temporada uno y cada clase es un episodio, trato de poner un nombre creativo. Desarrollo la clase por escrito e incorporé el link de los videos, un texto para leer y una serie de actividades, los chicos desarrollan las tareas de modo individual en sus casas y pautamos una fecha de entrega”, desglosó.
Virginia especificó que “las ventajas que encuentro en esta manera de hacer escuela es que todos podemos sumar una vuelta de tecnología a las propuestas que ya se realizaban, se usaban recursos pero no todos, ahora estamos obligados a hacerlo: uno va a ser un usuario más experimentado, eso marca un antes y un después”.
Por otra parte, opinó que “la debilidad es que falta el vínculo personal, falta la microinformación que se recibe con la sola presencia; poder ver, sentir, oler, darte cuenta de un montón de cosas que están pasando y que se recibe, sin percibirlo. Se pierde el intercambio para el aprendizaje, es un proceso que necesariamente tiene que tener la construcción de un conocimiento a partir de los diversos aportes”.