Los 8500 pesos para adictos en recuperación son “una herramienta para acompañar en la reinserción social”
Un experto en consumo problemático en jóvenes celebró el programa desarrollado por la Sedronar y el Gobierno nacional. David Meclazcke cree que el subsidio fomentará mantener los logros alcanzados e incentivará a que sigan apostando al crecimiento personal. El proyecto estará bancarizado y alcanzará a quienes atraviesen una etapa avanzada del tratamiento de recuperación.
Esta semana se conoció que el Ministerio de Desarrollo Social y la Sedronar diseñaron un proyecto para otorgar un subsidio mensual de 8.500 pesos a jóvenes adictos que durante la pandemia atraviesen una etapa avanzada del proceso de recuperación por consumo de drogas.
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Como indicaron los desarrolladores el mismo se enmarca en “Potenciar Acompañamiento” y tiene como objetivo “el fortalecimiento de un plan de vida saludable, a través de la terminalidad educativa y la formación laboral” para quienes están atravesando el último tramo de un tratamiento. La medida fue celebrada por el psicólogo David Meclazcke, quien asiste en Tandil y la zona justamente a jóvenes con consumo problemático de drogas.
El especialista consideró que se trata de una herramienta “valiosísima”, que ha sido creada tomando en cuenta las dificultades reales que se suceden cuando un paciente comienza el proceso de reinserción social.
Más allá del dinero en sí mismo, lo avizora como un instrumento de fomento e incentivo para mantener los logros personales, “por lo que representa como medio para alcanzar los objetivos de crecimiento personales”.
Tal como explicó el jefe de Gabinete de Nación, Santiago Cafiero, en la presentación, quienes integren el proyecto serán propuestos por el personal que trabaja en las instituciones y centros en los que estas personas llevan adelante su tratamiento de manera ambulatoria. El fin es que los candidatos escogidos se hallen avanzados en su proceso de recuperación y transitarán una primera etapa, que se extenderá por un año, y deberán ir asumiendo distintas responsabilidades.
Trabajo, remuneración y capacitación
El programa fue diseñado por la Sedronar para fortalecer los trayectos de vida de los jóvenes vulnerables que transitan la última etapa de su tratamiento por consumo problemático y adicciones en algún espacio o dispositivo de la red territorial del organismo.
La iniciativa prevé que en el primer año, además de continuar con el tratamiento, ellos participarán en la red de trabajo diario del dispositivo, que va desde la preparación de alimentos, compras, limpieza y mantenimiento del lugar, hasta acompañar a los compañeros al médico y ayudarlos a gestionar un trámite, entre otras tareas de cuidados, que tendrán un reconocimiento remunerado.
Durante este período, en el que habrá una certificación trimestral de tareas, los jóvenes estarán a cargo de un “Acompañante Par”, que bajo una estrategia de cuidado “cuerpo a cuerpo” llevarán adelante un seguimiento y asistencia para la construcción de un proyecto de vida saludable.
Luego, y tras realizar una evaluación interdisciplinaria, la persona puede optar entre finalizar sus estudios primarios y/o secundarios, realizar una capacitación en el marco de la formación profesional o sociolaboral, o incluirse en alguna línea socioproductiva o sociocomunitaria del Potenciar Trabajo de Desarrollo Social.
Cabe destacar que el programa estará bancarizado y el monto es de 8.500 por mes, la mitad del salario mínimo, vital y móvil.
La dificultad de volver a casa
Según reveló David Meclazcke en los dispositivos en los que ha trabajado, comunidad terapéutica y centro de día, históricamente la dificultad que surge una vez llevado adelante el tratamiento es precisamente el volver a integrarse a la sociedad
“Luego de trabajar objetivos, ordenar sus espacios, su vida y su subjetividad el problema está en la reinserción social, porque básicamente los pacientes terminaban el tratamiento y al otro día tenían que irse a sus casas”, detalló, asegurando que lo que no cambiaba era el contexto, las condiciones económicas ni las oportunidades laborales.
En este sentido, contó que durante muchos años se han implementado diferentes estrategias para sostener un poco más en el tiempo el tratamiento, como las conocidas “casas a medio camino” o proyectos de acompañamiento entre adolescentes y actividades diarias en grupo. Sin embargo, en estos casos existía el inconveniente de no contar con una asistencia económica, por lo cual las comunidades no podían solventar más que la alimentación y alguna actividad.
Por esto es que al especialista le parece una “herramienta valiosísima”, sobre todo si lo remite al ámbito y población en que se desempeña. “Volver a sus casas y que no haya trabajo, dinero ni posibilidad de progreso no cambia el contexto”, dijo, ya que se trata generalmente de barrios muy carenciados, de marginalidad, poca salida laboral y escasa posibilidad de llevar adelante un proyecto.
Ante esto, destacó positivamente que el programa contemple la existencia de un control que sea realizado por un par que haya atravesado el mismo proceso. De esta forma podrán obtener el dinero, pero siempre y cuando vayan dando cuenta del trabajo y esfuerzo.
“Tanto para los menores que han estado internados en comunidad o en dispositivos como los centros provinciales de adicciones (CPA), incluso para los mayores, se trata de un instrumento muy beneficioso”, recalcó. Sobre el punto de los adultos se refrió, por ejemplo, a población carcelaria que cuando salen del penal se acercan a algún CPA o centro de día para empezar con tratamiento, pero sin posibilidad de oferta laboral ni medios económicos. Así, en estos casos el subsidio del Estado sería un sostén.
Lograr aquello que los motivó a recuperarse
Para una comprensión profunda del punto, Meclazcke compartió que con sus pacientes, independientemente del género y la edad, lo que se va trabajando es el encuentro con el deseo mismo, con lo que le gustaría hacer, la visualización de cómo se verían más adelante y todo aquello que se acerque a su ideal. “En general, no es eso lo que pueden hacer una vez que terminan el tratamiento y salen”, indicó.
Entonces, la reinserción también se hace difícil porque se ven obligados a manejarse “en cualquier situación”, en lugar de tratar de conseguir esos objetivos trabajados en tratamiento, su modo de ganarse la vida o como se representaban.
Por esto, el psicólogo consideró que la ayuda económica puede servir para sostener un plan de estudio, así como conseguir herramientas para algún trabajo u oficio que les interese abordar, acceder a talleres.
“Me parece que ha sido ideado conociendo realmente las circunstancias que se dan en estas poblaciones”, asintió sobre la propuesta.
Vale destacar que sobre el desarrollo del programa, Santiago Cafiero había manifestado la necesidad de cambiar el sistema, “sobre todo cuando es uno el que genera exclusión”.
“El Estado viene a poner un grano de arena en ese sentido, porque ve, registra y avanza en la construcción de este programa. Ahora los programas no resuelven el problema, sino que es un trabajo conjunto entre los jóvenes con voluntad de querer recuperarse y de una organización social que los acompaña”, resaltó en la presentación del proyecto.