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La periodista Analía Argento presenta "Los nietos cuentan cómo fue" en la 19na Feria del Libro
Entrevista con la autora de "Los nietos te cuentan cómo fue", historias de niños apropiados durante la DIctadura.
Una de las presentaciones más destacadas de la 19na edición de la Feria del Libro es la de la “Los nietos te cuentan cómo fue”, un trabajo de la periodista Analía Argento, quien junto a Mariana Zaffaroni Islas recuperaron las historias de 13 personas que durante su primera infancia fueron apropiados por la Dictadura Cívico Militar. Destinado a públicos de todas las edades –con ilustraciones de Sabrina Gullino Valenzuela Negro- la publicación tiene más de una resonancia en el presente, cuando desde el gobierno nacional anunciaron el cierre de la Unidad de Investigación de la Desaparición de Niños.
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“Siempre digo que el tema de la búsqueda de los nietos y nietas debería ser como la causa Malvinas. Son temas que deberían unirnos a todos, más allá de las ideologías, de los posicionamientos. Esas personas que aún quedan por encontrar, que no han recuperado su identidad, son víctimas todavía de un delito. Ese delito se sigue cometiendo, entonces hay que seguir buscándolas”, compartió Argento en entrevista con El Eco de Tandil.
La periodista ya investigó la temática para publicaciones anteriores, por lo que para “Los nietos te cuentan…” logró acceder de manera directa a testimonios por los que ya había trabajado. Acompañando a su amigo, el escritor Eduardo Sacheri, visitó Tandil y la Feria del Libro durante su edición del 2023. Entonces imaginó la posibilidad de presentar su último trabajo en la ciudad, un “sueño” que se concretó este sábado 17 de agosto.
-¿Qué podés contar de “Los nietos cuentan…”? ¿Qué se propusieron trabajar?
-Son trece historias de nietos y nietas de Abuelas de Plaza de Mayo. Son trece historias, una por cada década de la democracia. Serían doce, pero tanto la ilustradora como Mariana Zaffaroni –mi coautora-son nietas.
Son casos que están contados de manera simple, para el público en general. Lo pensamos para los jóvenes, pero también lo leen chicos y lo leen adultos. Así que creo que es para todo el mundo.
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-Son historias de vida…
Sí. Hicimos entrevistas y contamos cómo fue el proceso de recuperación de la identidad, a través de una forma ficcionada.
Además de distintos casos de quienes fueron adoptados ilegalmente, hay un capítulo de una chica que fue comprada, la vendieron y pagaron por ella. Está también el caso de la primera adopción legal que se tuvo que deshacer en la Argentina, por la que se tuvo que cambiar una ley. Fue el segundo caso de nietos restituidos, que eran dos hermanitos, los militares los llevaron en un avión y los abandonaron en una plaza en Chile.
Hay distintos casos como para mostrar la recuperación de la identidad cuando son niños, cuando son adolescentes, cuando son adultos. Porque los que encuentran ahora, algunos, son ellos mismos abuelos por ejemplo.
- ¿Cuánto tiempo les llevó este trabajo?
-En tiempo de escritura, estuvimos todo el año pasado trabajando. Pero yo ya escribí otro libro, entonces tengo un trabajo previo hecho. Mariana, como hija también con identidad restituida, conoce mucho.
Las dos teníamos acercamientos al tema y fue más fácil conseguir entrevistas. A mí me costó mucho más con el libro anterior “De vuelta a casa”, donde hubo un caso en el que estuve más de un año tratando de convencer a la persona para que diera su entrevista.
Y fue más fácil para algunos hablar con alguien a quien le pasó lo mismo que a ellos. Salían cosas muy ricas en las entrevistas –por los intercambios con Mariana-, por haber vivido cosas parecidas o a veces distintas.
- Presentaron la publicación en la Feria del Libro de Tandil, ¿Qué significa recorrer ciudades con este trabajo?
-El año pasado vine a Tandil como turista, y justo coincidió que era el fin de semana de la Feria del Libro. Estaba Eduardo Sacheri, un amigo, y fuimos. Y me encantó la Feria. Y tenía como un deseo, pensé “ojalá algún día vengamos”. Así que primero es eso, un sueño cumplido.
- ¿Y qué se genera en el intercambio con el público?
-Nos están pasando momentos muy conmovedores en las presentaciones, porque además como voy con Mariana, que es nieta, que es de Uruguay, la carita de ella se pintaba en los paredones. Hubo testigos que la vieron cuando la tuvieron secuestrada, y como ella tiene unos ojos muy reconocibles, su foto recorrió el mundo. Hay gente que le ha puesto el nombre a sus hijas y vienen a las charlas. Es muy conmovedor ese cariño.
Siempre digo que los nietos y las nietas son los desaparecidos que pueden aparecer. Para los que tenemos recuerdos de la dictadura y que sabemos y entendemos lo que es desaparecer a una persona, que se la lleven, y que vos no sepas más nada y que no puedas llevarle una flor, ni visitarlo en una cárcel, es como un milagro de la vida. Entonces yo siento que contar esas historias es un poco sanador, a nivel social incluso. Contarles como las contamos nosotras, que yo creo que llega a mucha gente, es como un lugar de encuentro, de sanar una herida de la sociedad y además de tratar de comprender y ponerse en el lugar del otro.
“Deberían unirnos a todos”
-La presentación en la Feria del Libro se da en un contexto en el que se cerró la Unidad de investigación por las desapariciones de bebés durante la Dictadura. ¿Qué reflexión hacés de esto?
-Siempre digo que el tema de la búsqueda de los nietos y nietas debería ser como la causa Malvinas, que son temas que deberían unirnos a todos, más allá de las ideologías, de los posicionamientos.
En la Argentina, durante la última dictadura militar, hubo un plan sistemático de robo de bebés que se ha probado por la Justicia, en el que se robaron personas o niños que estaban secuestrados con sus padres, o niños que nacieron en distintos centros clandestinos y se los quedaron.
-Y eran niños…
-Eran niños, eran menores de edad, y todas esas personas que aún quedan por encontrar, que no han recuperado su identidad, son víctimas todavía de un delito. Ese delito se sigue cometiendo. Entonces hay que seguir buscándolas.
Después esa persona va a decir con quién quiere estar, con quién no, si quiere establecer un círculo personal o no, en qué tiempo quiere hacerlo, porque ya es un adulto.
Pero son personas a las que criaron, que siguen viviendo víctimas de un delito que es el robo y la sustracción de su identidad. Mientras este delito no se descubra y no se sepa la verdad, siguen siendo víctimas. Entonces hay que ayudarlos.
Y la verdad, en las decenas de entrevistas que he hecho y los casos que conozco, más del 90 o 95 por ciento, la mayoría, más tarde o más temprano agradecen haber sido buscados, saber la verdad. Dicen que les cambió la vida para bien, que más allá de que es un proceso doloroso, no hay nada mejor que vivir con la verdad.
Incluso, los que siguen teniendo vínculos con las personas que les criaron, con los que les robaron su identidad –y en el libro hay varios-, hay varios que viven con la mujer que los crio, por ejemplo, y al mismo tiempo dicen lo que hicieron está mal. Entonces hay que escucharlos, porque ellos son los que más saben del tema.