SISTEMA INTEGRADO DE SALUD PÚBLICA
La odisea de los sanitaristas de terapia intensiva para brindar la mejor atención en el momento más crítico
En la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Santamarina, el equipo de enfermeros lidia a diario con un sistema al límite y el stress propio de trabajar en el lugar donde se refleja la cara más vulnerable de la pandemia. Escasez de personal especializado, salarios que deberían mejorarse, gran demanda de atención y una convicción enorme para seguir adelante a pesar de todo, con el compromiso de sostener la salud pública como bandera.
En estos días aciagos, gran parte de la atención está puesta en el sistema sanitario y su capacidad para dar respuesta a la crisis derivada de la segunda ola de contagios de coronavirus. En Tandil, durante las últimas semanas, la inusitada aceleración de los contagios empujó el sistema al límite y saturó las plazas de terapia intensiva -36 en total- tanto en el Hospital Santamarina como en los dos efectores privados.
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Un hospital saturado, personal de salud sobrecargado, residentes que aprendieron su labor en plena emergencia, enfermeras y médicos que necesitan varios trabajos para subsistir. Y en el medio, una pandemia que no decrece y ha alcanzado sus picos en estas últimas semanas.
Además, en el país, los salarios el personal de salud distan mucho de ser una remuneración justa por la formación y tareas que llevan adelante. Incluso a nivel local, los profesionales de enfermería del área de cuidados intensivos reclaman que se les paguen una bonificación que sus pares de otros servicios perciben y ellos no, porque ya cobran un plus por criticidad.
En tanto, los profesionales médicos y de enfermería, y de otras especialidades, se ocupan cada día de sostener este sector en medio del stress y la preocupación por la crítica situación. De qué callada manera los ambos y trajes de bioseguridad, los barbijos, las antiparras y un sinfín de elementos más son una imagen habitual de esta época. El grito silencioso de estar siempre al borde, para que la salud pública siga siendo ese bálsamo que calma el dolor, sin importar a quién.
Poner el cuerpo
Ezequiel Álvarez es jefe de Enfermeros de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del Hospital Municipal Ramón Santamarina y con 34 años ya tiene 14 de experiencia en el nosocomio. Hace apenas un mes que estrenó el cargo aunque ya se había desempeñado en jefaturas interinas y, sin dudas, le tocó asumir en uno de los momentos más complejos.
En diálogo con El Eco de Tandil, el joven compartió que atraviesan la coyuntura con “mucho stress y ansiedad” porque hace medio año que están con más camas ocupadas y el mismo personal. Atiborrados de tareas por la intensidad de atención que requieren los pacientes de por sí, ahora con las personas infectadas con coronavirus la demanda de atención y cuidados se intensificó en las 8 plazas que la UTI tradicional dispone (hay 8 camas más en la Unidad de Cuidados Respiratorios Intensivos y tres en la Guardia con sistema de ventilación mecánica).
Esto no es una novedad, porque la falta de enfermeros en Argentina es alarmante desde hace mucho tiempo. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que el país posee una de las tasas más bajas de enfermeros por habitante de la región, con 4 cada 10.000 personas (mientras que Chile tiene 22 cada 10.000; Uruguay 18,9; Paraguay 14,6; Brasil 7,1 y Bolivia 5,1). La relación enfermera/médico en la Argentina es de 0,56, aproximadamente la mitad del mínimo indicado por la organización.
Y a la escasez de recursos humanos se agrega que el sector de cuidados críticos requiere un alto nivel de especialización y jerarquización, y lleva años formar profesionales en estas áreas.
“No existe el recurso humano capacitado y lleva mucho tiempo prepararlo. No hay enfermeros que ingresen o son pocos, en tanto el aumento de trabajo y demanda es común a todas las áreas”, indicó.
Sobrecarga laboral
Ezequiel es licenciado en enfermería e hizo la formación de dos años y medio de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) para poder trabajar en la unidad. El plantel de terapia intensiva del Hospital cuenta con 18 enfermeros y 8 médicos, pero faltarían cinco enfermeros más para completar el esquema de rotaciones. Aunque el nivel de contagios ha sido muy bajo en el sector, corren a la par de las contingencias del día y puede pasar que haya algún agente sanitario de licencia por alguna enfermedad o que deba aislarse por algún motivo.
“Se va viendo en el día a día, por suerte está el respaldo de todo el equipo, que es un grupo profesional y comprometido, y nos vamos cubriendo entre nosotros”, destacó.
Asimismo, resaltó que “estamos sobrecargados de trabajo. Como tenemos pacientes aislados hay que ingresar a la sala con todos los elementos de protección, todo eso lleva tiempo, además los pacientes deben pronarse”, relató.
La posición decúbito prono es algo tan sencillo como colocar a pacientes con Covid-19 boca abajo. Esta maniobra puede marcar la diferencia en la evolución de la enfermedad porque facilita la respiración de las personas afectadas. La técnica de pronar ya existía, pero se volvió protagonista a causa del coronavirus. Cuando se vuelve imposible aspirar todas las secreciones de los bronquios del pulmón de manera mecánica por medio de un tubo, porque mucha de esas secreciones se alojan en lugares inaccesibles, se gira el cuerpo del enfermo para que elimine esa mucosidad o se relocalice y se pueda aspirar. Un detalle no menor es que para pronar a un paciente se necesitan al menos cinco personas.
El equipo intensivista
El equipo de cuidados críticos se encuentra conformado básicamente por médicos especializados en terapia intensiva, y enfermeros con gran experiencia en cuidados críticos. Dependiendo de la complejidad y tamaño de los hospitales o clínicas en la que se encuentra la UTI, pueden sumarse otros integrantes a este equipo. Los enfermeros de la UTI proporcionan cuidados y vigilancia a la cabecera de los pacientes críticos durante las 24 horas y se organizan en turnos de 6 horas.
Tienen gran experiencia, alta especialización, y en general han trabajado en otros lugares del centro de salud antes de trabajar en la UTI. En la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, integran el Capítulo de Enfermería, que también trabaja intensamente para fomentar la formación y actualización continua de los enfermeros que practican la especialidad.
Pacientes más jóvenes y más complicados
Actualmente, la preeminencia de los contagios en personas menores de 50 años y la agresividad que las nuevas cepas virales evidenciaron en pacientes sanos sin antecedentes de riesgo, preocupa y angustia a los encargados de atenderlos.
“Esto genera mayor angustia y miedo. El último mes tenemos un promedio de pacientes de 40 y pico de años ingresando al hospital, en patología general también”, describió.
Los cuadros se volvieron más severos y la recuperación es más lenta, por eso la rotación de camas en terapia es una quimera. Muchas se desocupan porque el paciente fallece. Pero en promedio, una persona que llega a precisar asistencia respiratoria mecánica puede estar hasta dos meses hospitalizada.
Lidiar día a día con el dolor y el sufrimiento de los demás tampoco es tarea sencilla, pero es parte de los gajes del oficio. Ezequiel no se imagina haciendo otra cosa, pese al cansancio y las dificultades, a la tensión máxima del sistema y a la necesidad de dar respuestas constantemente.
“Tenemos la esperanza de que empiece a bajar la curva de contagios, pero terapia va seguir complicada un tiempo más y así tengamos fe en que mejore la situación, nosotros vamos a seguir complicados. Por eso les pedimos a las personas que se cuiden”, señaló.
“En el servicio apostamos día a día, de corazón, a seguir mejorando la calidad de atención para todos”, cerró.