La frustración se apodera de los vecinos que aguardan hace 17 años por sus casas en el barrio de los municipales
Cincuenta adjudicatarios aún esperan que concreten la construcción, en medio de una compleja situación económica. Exigen que funcionarios del Instituto Provincial de la Vivienda vengan a la ciudad y les den explicaciones. También piden prioridad para este proyecto que lleva casi dos décadas de espera. Las historias personales detrás de la insensible burocracia del Estado.
Un grupo de vecinos se congregó frente a las casas inconclusas del barrio del Sindicato de Trabajadores Municipales de Tandil (STMT), en Duffau y Entre Ríos, para exigir respuestas por la interrupción de la obra. Diecisiete años transcurrieron desde que se anotaron en el plan. Les pasó la vida, pero no resignan el sueño de la casa propia. En este tiempo fueron testigos de la entrega de llaves de otros proyectos y se preguntan qué pasó con sus cincuenta viviendas, con sus ilusiones. Ahora entienden que es tiempo de que el Instituto Provincial de la Vivienda les dé respuestas concretas, que sus funcionarios vengan a Tandil y cumplan con el compromiso asumido por el Estado.
En 2003 se anotaron para el plan de cien viviendas, de las cuales se entregó la mitad. Los actos se concretaron siempre en períodos preelectorales, con una tanda de 30 unidades en 2012 y otra de 20 en 2016. “Entonces, ¿qué tenemos que esperar? ¿Elecciones? No estoy afiliada a ningún partido político; no me interesa ningún partido político. Los que estamos acá lo que queremos es tener nuestra casa. Entonces, en esta instancia queremos que baje alguien del Instituto de la Vivienda”, puntualizó Mónica Rodríguez, acompañada por Andrea Rossetti, Ariel Bidegain, Claudia López y su hija Sofía, y Mariano Ciancanglini.
En este momento, en el predio ubicado junto al barrio Arco Iris, hay 20 unidades a las que les falta un 20 por ciento y otras 30 en la etapa de los cimientos. Son viviendas de construcción tradicional y de calidad, y cuentan con dos habitaciones y un estar, con posibilidades de ampliar.
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Parada hace un año y medio
En todo este tiempo, el grupo de cincuenta adjudicatarios se fue desdibujando. Algunos vendieron el plan y otros resolvieron su situación habitacional por otra vía. “Ni siquiera sabemos qué gente está ahora. Los que estamos acá somos los que nos conocemos porque hemos trabajado juntos o por otras circunstancias. De hecho, hace unos años le pedí a David Marconi (secretario de acción gremial del STMT) que me diera una lista para poder juntarnos con la gente para saber quiénes éramos, vernos las caras y ver si podíamos hacer algo. Una lista que nunca llegó a mis manos”, contó Mónica Rodríguez, quien está dispuesta a dar batalla para destrabar la situación.
Con esa intención, presentaron una nota por intermedio del Defensor del Pueblo bonaerense, en la oficina que conduce el doctor Alcides Fortunato, y el Instituto Provincial de la Vivienda les respondió que la obra está parada desde mayo de 2019, pero nada dijo respecto a una reactivación. Además, les informó que la supervisión de la obra le corresponde a la sede de Mar del Plata.
“Que vengan de Mar del Plata y nos expliquen por qué hace 17 años que estas 50 viviendas no se han entregado”, insistió la exdocente del Municipio.
En cuanto a las perspectivas que se podrían abrir a partir de que el Gobernador anunciara que dará prioridad a las viviendas de los bonaerenses, expuso que “la verdad es que cuando vemos que cada nuevo gobierno el discurso que tiene es ese, uno no cree en nada. Particularmente no creo, por eso quiero que alguien me responda, que me expliquen por qué no se ha hecho en 17 años, cuando acá se han hecho otros barrios en menos años y por cuestiones políticas”.
También explicó que “soy una ciudadana que ha laburado toda la vida y no conozco otra forma, entonces que a mí me expliquen por qué este barrio no se ha hecho. Creo que tengo derecho a que me expliquen, como toda la gente que estamos en el barrio, por qué no se hizo”.
Burocracia y política
Por otro lado, desde el gremio, en diversas reuniones, les aseguran que la traba es porque el Instituto de la Vivienda no envía los fondos a pesar de los reclamos. “Es parte de la burocracia que cada vez que viene un gobierno, cambian las autoridades y no solamente una vez, han cambiado varias y eso siempre nos ha trabado. Este año la traba pasa por la pandemia y la falta de actividad”, enfatizó Andrea Rossetti.
“De todas maneras, como este es un momento en el cual desde el Gobierno provincial se está diciendo que se está apuntalando la política de construcción, nosotros decimos que si se van a empezar nuevos barrios, terminemos este que ya está avanzado y que nos va a dar una solución a 50 familias próximamente, que es distinto que arrancar de cero, que es lo que pasa con muchos barrios que afortunadamente han florecido en la ciudad. Queremos que se dé prioridad a un proyecto que ya tiene 17 años de vida”.
Poco respaldo
Con los vecinos congregados frente al obrador, se acercó a la reunión el secretario de finanzas del STMT, Walter Rolando, quien es adjudicatario de una de las casas y ya habita en el barrio.
De cara al dirigente, Ariel Bidegain manifestó que “hoy vino un secretario del sindicato, pero por ejemplo, las veces anteriores que salimos en los medios, no nos hemos sentido respaldados por el sindicato cuando reclamamos al Instituto de la Vivienda”.
Y cuestionó que “veo por los medios que sale el sindicato a pedir por los sueldos, reclamos de los compañeros de la Municipalidad, pero no salen en los medios a hacer reclamos al Instituto de la Vivienda”, al tiempo que consideró que el gremio no genera la presión suficiente para recordarle a la Provincia que en Tandil tiene este “compromiso”.
Pasan los días, los años y la vida
En 17 años, las cincuenta familias adjudicatarias cambiaron. Los hijos crecieron, llegaron los nietos, algunas mujeres enviudaron, ciertas parejas se separaron. Frente a la urbanización, a las ilusiones dilatadas y a los sueños que se desvanecen en el aire, algunos compartieron sus historias.
Mónica Rodríguez se inscribió en el plan de viviendas con la ilusión de tener su casa. En ese entonces, vivía con su esposo y sus cuatro hijas. “En 17 años me pasó la vida. Hace dos años que mi marido falleció. Mis hijas ya están casadas. Tres de ellas tienen su casa, con mucho sacrificio, y con la más chica, que no la tiene, estamos viviendo juntas, compartiendo el gasto de alquiler”, confió.
“Aposté a que iba a salir, sobre todo porque era empleada municipal y el barrio lo hacía el sindicato, y uno apuesta. Las veces que hemos pasado por acá con mi esposo, con la ilusión de tener la casa”, dijo con su voz quebrada.
“En 17 años ¿qué explicación me pueden dar quienes estaban a cargo de la obra? ¿Qué me pueden explicar de por qué no se hizo el barrio? No son 2 ó 3, son 17 años, que a todos nosotros nos pasó la vida y muchas circunstancias personales”, insistió.
Por otro lado, refirió que cuando se anotaron al plan debieron afrontar algunos gastos de escrituración “con la promesa, en ese momento, de que no íbamos a pagar nada más hasta que no habitáramos las viviendas. La realidad es que después, con el transcurso de los años, hubo que pagar otras cosas, por ejemplo, para que no se bajara la calidad de las aberturas. De hecho, ahora hay que pagar 60 mil pesos en cuotas de 2 mil para el gas y las cloacas”.
En su caso, a la demora para tener su techo, se sumó otra situación que la puso en jaque. “Hasta marzo, que me jubilé, me venían descontando la cuota del sueldo. Cuando me jubilo y tengo que poner una abogada para que me den el alta a un derecho, tuve que pagar 75 mil pesos a la abogada, dos sueldos, y la verdad es que ahora no puedo pagar las cuotas de 2 mil pesos”.
En una compleja situación económica, relató que “me fui a alquilar con mi hija menor, que está separada con dos chiquitos, para compartir gastos. La verdad es que no puedo pagar en este momento esos 2 mil pesos, y como yo, hay otra gente”.
Una oportunidad
Ariel Bidegain, quien trabaja de remisero, llevó la voz cantante en varios reclamos a través de los medios. “Empecé a pagar con la idea de tener la casa propia. Es muy difícil con los sueldos como siempre fueron poder llegar y más aún hoy, comprarse un terreno y poder edificar. Por eso fue mi decisión de anotarme en un plan de viviendas del gobierno, en este caso el que hace el Instituto de la Vivienda”, indicó.
En canto a la situación económica, consideró que “uno estando adentro de la casa se hace diferente porque deja de pagar el alquiler y tiene ese dinero disponible para pagar la cuota de la casa”.
“Me está bancando mi hermano”
Cuando Claudia López decidió ser parte del barrio, aún estaba sola con su esposo. Después de 17 años, tiene tres hijas, pero además enviudó. “Alquilo y me está bancando mi hermano, porque si no estaría en la calle”, lamentó.
“Cuando lo proyecté, era una inversión. Vine a vivir al Arco Iris primeramente. Me hacía la idea de que iba a tener la casa. No estoy resignada, pero es la situación que estamos viviendo todos”, marcó.
Para ella y sus hijas, tener la casa implicaría “por empezar, aliviarlo a mi hermano que me está bancando el alquiler”.
Emocionada, recordó la última vez que había visitado el barrio. “Cuando falleció mi esposo, lo cremé y traje las cenizas a la ruta, porque él quería estar en ese lugar, en el descanso. Vine, llegué hasta acá, hace 4 años, y avanzó sólo una parte”, reseñó.
La estabilidad
Para Andrea Rossetti, la entrega de las unidades “nos resolvería una problemática compartida con tanta gente en Tandil, la del derecho a la vivienda. Escuchaba a las chicas, y pasa la vida. Han fallecido los esposos, que eran gente querida porque somos una familia. Una también ha estado ahí, acompañándose, pero en una frustración permanente; porque uno sueña con cómo va a acomodar los muebles, si va a entrar el sillón, imagina cómo va a pintar, si va a tener un terrenito y va a poder hacer un jardín. Es la estabilidad desde el techo”.
Contó que “la anterior vez, que creo que era el gobierno de Macri, que ya nos iban a entregar, me había mudado a lo de mi vieja. Ahora vino la pandemia, tampoco pude afrontar más el alquiler. Entonces es una serie de vulnerabilidades que se van cruzando”.
Por otro lado, compartió que “no dejo de pensar que esta debería ser una prioridad más allá de la pandemia, porque el año pasado era electoral y no estaba la pandemia; y el anterior también, y esto excede a los gobiernos que van pasando, porque pasamos por Scioli, Vidal y ahora está Kicillof, como decía Pinti `pasan los gobiernos, quedan los artistas’, y quedan las casas acá, con esta ilusión y este deseo postergado que genera mucha frustración y desilusión”.
Además del aspecto económico, consideró que la casa propia implica “pensar en nuestro espacio vital. Cuando uno alquila, si bien se puede tener linda la casa y hacerla cálida, hay un montón de sueños que no se concretan porque no es tu propiedad. Eso es compartido, todos queremos tener nuestro espacio, habitar esta vecindad y concretar nuestros sueños, porque en definitiva es un sueño postergado”.
“No tiene que haber una grieta con esto”
Al advertir la presencia de El Eco, se acercó a la entrevista Walter Rolando, secretario de Hacienda del Sindicato de Trabajadores Municipales de Tandil (STMT) y uno de los adjudicatarios de las casas que ya se entregaron. El dirigente pidió dar su punto de vista.
“Conozco la historia de hace 20 años”, dijo y explicó que “lo que ha pasado, lamentablemente, es la mala política”.
Rolando manifestó que “lo que me duele es que no le entregan las casas a la gente. Dicen que nosotros no gestionamos, día por medio estábamos llamando. Ahora hace 8 meses que no hay un secretario en el Instituto de la Vivienda. El secretario nuevo duró 15 días. Renunció”.
En cuanto al predio, afirmó que “estamos pagando una seguridad” para evitar cualquier ocupación.
También, señaló que “yo estoy con ellos. Yo tengo mi casa y ojalá todos tuvieran su casa. Me duele que hay 20 casas para entregar, que pongan 50 millones de pesos y las entregan”.
Por último, sostuvo que junto al secretario general Roberto Martínez Lastra viajaron muchas veces a La Plata para gestionar la entrega de los fondos. “No tiene que haber una grieta con esto”, concluyó.