La Feria Mercantil convoca a miles de visitantes, pero el flujo de público no se traduce en ventas
La convocante propuesta arroja un saldo positivo, pese a que la multitud de visitantes no se homologó proporcionalmente en número de ventas. Durante las tres primeras jornadas, se generó un intenso intercambio de público, que arribó hasta el predio social de El Hípico para disfrutar de uno de los eventos turísticos centrales de Semana Santa en la ciudad.
El espacio social y deportivo El Hípico fue una vez más el escenario de la Feria Mercantil de Semana Santa, que concitó una afluencia masiva de público durante los primeros tres días de la festividad. La adjudicación de la misma a favor de Feliciano Paredes Quispe fue objeto de polémicas y críticas por parte del oferente que perdió la licitación e hizo una mayor oferta económica. No obstante, prevaleció la decisión del Municipio de conceder a Quispe la explotación del predio emplazado en Cuba y Darragueira.
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El paseo ofreció una amplia variedad de indumentaria, calzado, juguetes, cintos, anteojos, artículos de bazar y bijouterie, entre otros productos, cuyo rasgo distinto es ser mercadería de muy bajo costo, aspecto que resulta más que tentador para los potenciales clientes.
El diagnóstico en el que coincidieron varios feriantes y parte del público es que en esta oportunidad la cantidad de gente no tuvo correlación con el número de ventas, aunque de todos modos el balance fue positivo ya que Semana Santa en Tandil constituye uno de los puntos destacados del calendario de ferias y fiestas.
Seguridad y controles
Jorge Lamas fue el encargado de seguridad de la feria y detalló ante El Eco de Tandil que se vivieron jornadas muy tranquilas en las que no se registró ningún tipo de ilícito o disturbio. Además de la seguridad privada, efectivos de la Policía Bonaerense respaldaron los controles en el lugar y una ambulancia de Usicom con personal de emergencias permaneció apostada en la entrada principal para intervenir frente a cualquier inconveniente de salud. También se realizaron tareas de fiscalización a cargo de ARBA para verificar la situación tributaria de los vendedores e inspecciones ejecutadas por el área de Bromatología en el patio de comidas y food trucks montado en el sitio, con el fin de garantizar la inocuidad de los alimentos expendidos.
Lamas precisó que en esta edición se incorporaron baños químicos para personas con movilidad reducida, algo fundamental en un sitio en el que se desplaza un gran caudal de personas.
Si bien durante la mañana el tránsito de gente fue más tranquilo y relajado, el hombre graficó que “no se podía caminar de la cantidad de gente que había” en horas de la tarde y de la noche, ya que el predio mantenía sus puertas abiertas hasta la medianoche. Por su parte, evaluó que este año fue mejor que el anterior y que los precios siguen siendo inmejorables, por eso atraen a tanta cantidad de visitantes, ávidos de encontrar valores que refresquen el agobio de los bolsillos.
La vida itinerante
Llegados de diversos puntos de la Provincia y el país, los vendedores conviven en el lapso de tiempo que dura el evento como una gran comunidad efímera, dispuesta a instalarse por unos días y luego armar las valijas para volver a sus hogares o trasladarse a otra localidad, ganándose así la vida.
Marta es de Buenos Aires y llegó por cuarta vez a la ciudad para participar del evento. Vende ropa de adultos y niños, y resaltó que en su agenda tiene marcada esta convocatoria, porque la experiencia siempre es positiva. “Elijo venir acá porque viene gente y consume, a comparación de otros lugares que vas y te decepcionas”, dijo.
“La gente camina pero no compra mucho, mira, busca precios. El precio tuvo que ser aumentado, a mí me sorprende como compradora y vendedora porque al ser elevado tenés que incrementar sí o sí el costo, y a la gente le cuesta sacar la plata del bolsillo”, contó.
Según recogió de las opiniones de los ocasionales clientes, estos prefirieron comprar en la feria porque en los locales a la calle los mismos productos están más caros.
“Lo que más se vende es la ropa de chicos y bebés, un adulto usa durante más tiempo la ropa, pero los niños crecen y los padres tienen que comprar de nuevo”, señaló.
De larga trayectoria en el rubro, Marta expuso los puntos fuertes y los sinsabores de llevar una vida itinerante: “Esta es mi fuente de trabajo, ando por todas las provincias prácticamente, uno se acostumbra a este ritmo de vida, es cansador, para uno es una rutina, pero lo elige porque no hay mucho trabajo y la verdad es que es mi sustento y el de mi familia”.
Liz vende camperas y arribó por primera vez, alentada porque le “encanta” Tandil como ciudad. “Vine muchas veces a pasear y justo arranqué a trabajar en esto, entonces me pareció una linda idea. La verdad es que me encantó la energía que se percibe acá. Ha andado mucha gente, las ventas van de a poco pero es una situación normal porque de hecho no hay plata en la calle”, relató frente al grabador de este Diario.
Atraída por la experiencia, remarcó que todas las personas, tanto sus compañeros de los puestos como los visitantes que se arriman al lugar tienen muy buena predisposición.
“Uno no se llena de plata con esto, obviamente, pero me encanta la experiencia y es hermoso estar acá, hay un lindo grupo humano”, remató.
Precios amigables
Una recorrida por el lugar permitió apreciar las ofertas transversales a toda gama de productos que los vendedores se empeñaban en publicitar y ofrecer al homogéneo público -conformado mayoritariamente por familias-, que se acercó al predio de El Hípico tanto para disfrutar del paseo, como para beneficiarse con los bajos precios de la mercadería, circunstancia que suele ser esquiva dentro del esquema comercial tradicional.
La mayoría de los productos puestos a disposición de la eventual clientela no superaban los 500 pesos, por ejemplo. También fue posible hallar una profusa proliferación de objetos novedosos de entretenimiento para atraer la atención del público y concretar, quizás, alguna venta.
Daiana es de Tandil y fue a pasear a la feria con su novio y su pequeño hijo, pero además aprovechó la ocasión para comprarle ropa al niño que tiene dos años. “Los chicos crecen rapídismo y enseguida dejan de usar una prenda, por eso hay que hacer un recambio cada tanto. Vengo porque tienen buenos precios y se consiguen prendas de algodón de buena calidad, como las medias, los pantalones, los buzos, también hay mucha oferta de zapatillas”, expuso la joven que, como tantos otros visitantes, aprovecharon para adquirir un stock de indumentaria apta para diferentes actividades, de cara a la temporada invernal que se avecina.
Mujeres Emprendedoras
En el medio de la sucesión de puestos de ventas, a mitad de camino entre las medias que se vendían por docena a 150 pesos y los pantalones de algodón deportivos, el Municipio dispuso un lugar para que se instalara la Feria de Mujeres Emprendedoras, un espacio ideado y sostenido desde la comuna para fomentar el trabajo autogestivo y los ingresos económicos.
Guadalupe Sauer, que elabora almohadones sublimados, plotters, vinilos decorativos, entre otros objetos, manifestó que la experiencia resultó muy interesante, porque al ser artesanas no están acostumbradas al estilo de público que frecuenta los espacios mercantiles, hecho que constituye un desafío que les permite ver cómo apuntar a otra clase de clientes.
“La masividad es otro tema. Semana Santa nos desafía con la cantidad de gente. Pasó una enorme cantidad de público, pasan, miran, preguntan, las ventas no son las esperadas pero es lógico, y nos reconocen, eso es fundamental para nosotras, que reconozcan la Feria de Mujeres Emprendedoras y vengan a buscar los puestos”, ponderó.
Apoyadas en una trayectoria y una identidad que han ido construyendo con el transcurso del tiempo, las emprendedoras recalcaron que la feria es una ventana para exhibir lo que hacen y una forma de generar contactos. Al respecto, Guadalupe sostuvo que “no se termina acá la venta, siempre hay un poco más, lo que hoy no podemos vender puede venderse más adelante por otro medio, siempre es interesante ver las diferentes posturas y demandas de cada persona”.
Atentas a las demandas que surgen a partir de la interacción con el público, destacaron que su presencia en el espacio las desafía a inventar otra forma de presentar las cosas para captar clientes y contactos.
Dentro del stand, también hubo lugar para presentar las prendas fabricadas por las mujeres del Movimiento 1 de Octubre en el taller textil ubicado en Mosconi 462 que pronto se trasladará a una casona sita en Paz y Constitución. El nuevo emplazamiento está pensado para que las trabajadoras desarrollen sus tareas y además para que funcione allí mismo un jardín maternal, tras los fracasos en las negociaciones con Provincia para obtener espacios dedicados al cuidado de los más pequeños.
Griselda Altamirano, referente de la agrupación social, valoró que la producción textil permite demostrar la capacidad productiva de las mujeres, que aspiran a que el proyecto crezca para poder convertirse en fabricantes y proveedoras, ofreciendo sus productos a un precio justo tanto para ellas como para el consumidor. De este modo evitan las sobrecargas de costos que se van incrementando a medida que avanza la cadena productiva y se engrosan los gravámenes.
Con una variedad de prendas de buena calidad y ubicadas en un rango de 200 a 400 pesos, pretenden generar trabajo genuino de calidad a cambio de ingresos dignos que permitan el sustento de las familias.