Déficit habitacional
La crisis de alquileres en la ciudad se refleja en la demanda de las residencias universitarias
Los jóvenes llegan desde las distintas ciudades para iniciar sus estudios y encontrar un lugar para vivir es una empresa difícil. Las ofertas son pocas, y los precios muy altos. Las inscripciones a las residencias se hacen en septiembre, y hasta el día de hoy, todavía reciben consultas sobre la disponibilidad.
Está comenzando el ciclo lectivo 2023 en la Unicen, los estudiantes llegan desde las distintas provincias y localidades del país para iniciar o continuar sus estudios universitarios, y se encuentran ante la escasa oferta de lugares para alquilar que azota a la ciudad desde hace años. Alquileres temporarios, cifras inalcanzables e insólitas reglas, como abandonar la propiedad en fines de semana largo o pagar una diferencia por esos días, son algunas de las trabas a las que se enfrentan las familias que quieren enviar a sus hijos a estudiar a Tandil.
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En este contexto, las residencias de la Unicen, ubicadas en adyascencias al Campus, las cuales se otorgan en forma de beca; han tenido un considerable aumento de la demanda, y un notorio cambio en los perfiles de los solicitantes. Con inscripciones presentadas en las que en varios casos ambos padres son profesionales, o cuentan con un sueldo, son propietarios de viviendas u otros factores, que marcan que a pesar de tener un mayor nivel adquisitivo, las complicaciones para conseguir un alquiler los llevan a inscribirse para conseguir un lugar en estas residencias, que están destinadas a familias de bajos recursos
Las becas dependen de la Secretaria de Bienestar de Unicen, cuyo secretario es Fernando Piñero, en articulación con el Área de Trabajo Social, que a su vez tiene a cargo el Área de Becas, cuya coordinadora es Sandra Pantusa, a cargo de las residencias universitarias de las tres sedes de la institución, además de la trabajadora social Bibiana Balbuena, quien en comunicación con El Eco de Tandil, explicó de qué se tratan las residencias y cómo influye la crisis de alquileres en la cantidad de inscripciones y en los perfiles de los solicitantes.
Las residencias
Primeramente, contó que las becas se otorgan teniendo en cuenta la situación socioeconómico, del alumno y del grupo familiar, rendimiento académico, que está determinado por cada facultad, y un perfil psicológico, en el que a grandes rasgos se tiene en cuenta que la persona pueda convivir en grupo, ya que las habitaciones son compartidas, y se separan en dos módulos de 72 estudiantes.
De acuerdo a estos tres factores y al número de vacantes disponibles, se determina la cantidad de becas que serán entregadas.
Estas residencias se destacan por su calidad y confort, algo que también despierta el interés de las familias por conseguir un lugar. “Son hermosas habitaciones, compartidas de a dos, están amuebladas, tienen una cocina equipada, lavarropas, secarropas automático, están a una cuadra y media del Campus y tienen seguridad durante la noche”, narró la coordinadora.
Además, los estudiantes reciben un constante acompañamiento psicológico. “Hay un equipo que está integrado por una psicóloga y una psicopedagoga que hacen el seguimiento académico de los alumnos durante todo el transcurso del año, o sea que aquellos que tienen dificultades, tanto académicas como de inserción a la vida universitaria, se los acompaña permanentemente”, detalló Balbuena.
Para este año, fueron 150 las solicitudes que se entregaron para las 35 plazas disponibles, un número que “si comparamos con el año pasado, marca un fuerte incremento de la cantidad de solicitantes, pero hay que tener en cuenta que veníamos de una pandemia, de dos años sin actividad académica” analizó.
Análisis de la demanda
De esta demanda, Balbuena extrae dos conclusiones; en primer lugar, que se detectó un cambio en el perfil de los solicitantes.
“Nosotros hacemos evaluaciones generales año tras año, y en estos últimos cuatro la gente que solicita por ahí tiene a los papas profesionales, que antes no nos pasaba, o la madre o el padre con un trabajo estable, que tampoco nos sucedía en gran cantidad. Y eso es un parámetro, porque son familias de clase media, a las que se le vuelve una gran empresa llevar a su hijo a la universidad, y ni hablar si tiene dos o más”, sostuvo.
Entre la difícil situación económica que atraviesa el país, y la preocupante falta de lugares para alquilar en Tandil, el espectro de tipos de perfiles socioeconómicos, se ha ampliado notoriamente. “A simple vista vos analizás y tienen trabajo estable, por ahí son propietarios de una vivienda, tienen un auto, y aun así no están en condiciones de pagar un alquiler, y mantener la facultad, el colectivo, la comida y demás cosas que precisa el estudiante”.
La segunda conclusión que se desprende de la demanda, es que a pesar de que las inscripciones son en septiembre, y las becas se otorgan en diciembre, aun al día de hoy siguen llegando consultas sobre la disponibilidad a los canales de comunicación del Área de Becas.
“Ahora, cuando empiezan los cursos de ingreso, cae una gran cantidad de gente buscando información, que no sé si es por situación económica, sino porque no encuentran alquileres, o los que hay son tan caros que empiezan desesperarse, en este momento tenemos 4 o 5 familias consultando por teléfono, y otras 3 o 4 que directamente vienen hasta acá para consultar, bastantes cortos de tiempo”, manifestó la coordinadora.
Ya hay algunos cursos de ingreso que están comenzando, y muchos jóvenes aun no tienen un lugar para habitar, ya que las escasas opciones que hay, son muy caras u ofrecen estadías temporarias, algo que en proporción, marca un precio por mes que es inalcanzable, “y eso lo notamos ahora, y cuando vienen a inscribirse en diciembre, que ya empiezan a averiguar y ven como está la situación, y se dan cuenta que es casi imposible conseguir algo, sobre todo para una familia de clase media baja”, finalizó Balbuena.