La despedida del padre Raúl transcurrió con una incesante peregrinación de tandilenses por el templo de la Parroquia Santísimo Sacramento. Se multiplicaron las muestras de dolor, rezos y cálidas caricias sobre las manos del párroco que abrió la Iglesia a la comunidad, fue sabio a la hora de escuchar e inmensamente hábil para gestionar obras y recursos para los más necesitados.&nbsp;El templo parroquial se abrió a las 9. El féretro ubicado a los pies del altar, acompañado por la llama del cirio pascual como símbolo para la resurrección y la vida eterna. Vestido con su ornamentación completa y la estola violeta con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús bordada en rojo y oro. La paz en el rostro y las manos consagradas a recibir el amor de los tandilenses en el último adiós.&nbsp;La escena se repetía incansablemente. Los vecinos ingresando al templo, acercándose a las primeras filas de bancos, algunos minutos sentados para tomar coraje y acercarse al cuerpo del padre Raúl. Una corta estadía junto al féretro para salir al sol y continuar con la rutina, en una jornada marcada por la tristeza pero también por los nobles recuerdos.&nbsp;Algunas personas llegaban solas pero se encontraban con muchas otras que habían decido participar del velorio del querido Raúl. Abrazos, lágrimas y anécdotas inundaron el hall central y el veredón de la Iglesia Matriz. Otros asistieron en familia, con amigos o en pareja, contemplando la tristeza propia en el rostro de los otros.&nbsp;En el corredor central del templo, un par de mujeres encadenaba los rezos del Ave María, el Padre Nuestro, el Gloria y el Salve, elevando una plegaria por el párroco del Santísimo. “Ya está en cielo”, se escuchaba entre las frases de consuelo más repetidas, mientras que muchos destacaban su legado plasmado en innumerables obras.&nbsp;Último encuentro<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/04/troncoso_raul_8.JPG" alt="Troncoso Raul - 9"></figure>Cerca de las 11.20, arribó el intendente Miguel Lunghi, quien cruzó desde la Municipalidad para despedirse del padre Troncoso. Lo acompañaron el jefe de Gabinete Julio Elichiribehety, los concejales Guillermina Cadona y Juan Salceda, y sus colaboradores de Ceremonial Matías Marini y de Prensa José Romero.&nbsp;Antes habían llegado la secretaria de Desarrollo Social, Juliana Teerink, y el director del Sistema Integrado de Protección Ciudadana, Rubén Dieguez. Ambos comenzaron de muy jóvenes a trabajar junto al padre Troncoso, en distintos proyectos para el abordaje de problemáticas sociales.&nbsp;Cerca del mediodía, era abismal el contraste entre la calle, por las bulliciosas salidas de los alumnos de la Escuela 1 y del colegio San José, y la paz de la imponente Iglesia Matriz.&nbsp;Como un ritual cotidiano, un grupo de niños de guardapolvos blancos ingresó por el ala derecha del templo y llegó hasta el Sagrario. Algunos tomaron por un breve instante la postura de rodillas para rezar. La visita de este lunes los tomó por sorpresa, al descubrir la presencia del féretro con el altar de fondo. Se fueron con profundo respeto, sin dimensionar que estaban siendo parte de una ceremonia histórica.&nbsp;Sin dudas, el padre Raúl les habría sonreído cómplice, mientras estiraba su mano para bendecirlos con el cariñoso gesto de la palma en contacto con sus cabezas. El cabello gris, desordenado por el viento, tal vez bajo la cruz del Monte Calvario, iluminado por las velas en el Vía Crucis de la Familia, en el anfiteatro durante la celebración de la Inmaculada Concepción, en alguna marcha multitudinaria para pedir justicia, caminando las calles de tierra en un barrio periférico, en una inauguración importante para bendecir una obra, en una escuela, en cualquier fábrica o comercio.&nbsp;Raúl, el padre Raúl, el cura Troncoso, siempre presente como guía espiritual pero también como el dirigente que anticipó la contención al acelerado crecimiento de Tandil en las últimas décadas. El fuerte entramado de organizaciones sociales, una de las fortalezas de la ciudad, saluda al cielo y promete eternizar su impronta. Qué descanse en paz, a sabiendas de que su misión fue cumplida.&nbsp;&nbsp;“Siempre estuvimos juntos tratando&nbsp;de hacer lo mejor para la ciudad”&nbsp;Luego de participar en el velatorio, el intendente Miguel Lunghi expresó que el padre Raúl fue “un antes y un después para Tandil, para la Iglesia, para la sociedad en su conjunto. Fue una gran persona, un cura párroco excelente, que trabajó socialmente muchísimo”.En un repaso, entre las obras de Raúl Troncoso mencionó la ampliación de Cáritas, Pajaritos de la Calle y Las Casas de la Esperanza. Al mismo tiempo, recordó que “trabajó mucho con el Banco Social, con microcréditos. La Mesa Solidaria se empezó a reunir a través de él”.&nbsp;También señaló que “en una oportunidad entregamos terrenos en Las Tunitas y él consiguió créditos a través de la Provincia y se hicieron casas por autoconstrucción. Trabajamos con él también en María Auxiliadora, un jardín maternal, donde hay un convenio que nosotros aportamos dinero para los empleados y la Iglesia aporta el edificio y el mantenimiento. Ahí también teníamos un centro de salud”.&nbsp;En paralelo, destacó la tarea del párroco en el diálogo y contención a los vecinos. “Representó marchas difíciles de Tandil, que las encabezó sin ningún problema, en silencio”, dijo en referencia a momentos duros como el crimen de Fabián Garmendia o la tragedia en Metalúrgica Tandil.“Siempre estuvo”, afirmó y agregó que mantuvo un vínculo de muchos años con el padre Raúl. “Nunca tuvimos problemas, ningún tipo de dificultad. Él se cruzaba a hablar conmigo. Yo me cruzaba a hablar con él. A veces hablábamos de política, por supuesto, pero de una forma respetuosa, correcta. Siempre estuvimos juntos tratando de hacer lo mejor para la ciudad”.&nbsp;“Sin odio” y“viejo zorro”En otro pasaje de la charla, el jefe comunal expresó que “va a ser muy difícil su reemplazo, porque era una persona que no tenía odio. Estuvo 5 años preso. Me comentó que una de las torturas que le hacían, una barbaridad, le ponían las piernas en agua helada y después se las ponían en agua hirviendo. La verdad no sé cómo es la reacción de otras personas, pero él lo contaba sin odio”.&nbsp;Como otra anécdota, contó que “cuando fuimos a ver al Papa unos cuantos para presentarle la maqueta del Cristo, le dije ‘le manda saludos el padre Troncoso’ y el Papa me dijo ‘devuélvaselos a ese viejo zorro’”.&nbsp;Referente para muchosEntre 2007 y 2015, Troncoso y Lunghi tuvieron en común su especial vínculo con el entonces gobernador Daniel Scioli. “Nos juntábamos, lo esperábamos a Scioli en el despacho”, sonrió y confió que “las reuniones nuestras siempre eran pedidos, él hacía pedidos sociales y yo de obras, y Daniel con muy buen trato y mucho afecto hacia Raúl. Hemos hablado por teléfono muchas veces por muchos motivos y siempre me preguntaba cómo estaba Raúl. Creo que ha sido un referente de muchos”.&nbsp;Por otra parte, ratificó que hace muchos años cuenta en su equipo con el aporte de Juliana Teerink, quien se formó junto al padre Raúl, y también de Rubén Dieguez, a&nbsp; quien incorporó en Desarrollo Social en los primeros días de 2003 por consejo de Troncoso. Por otra parte, también escuchó al párroco cuando le pidió por la continuidad de Alejandro Della Maggiora en Prensa, que estaba en funciones ya en la intendencia de Indalecio Oroquieta. “Se quedó con nosotros unos cuantos meses y después lo llevó Oroquieta a la Provincia”, señaló.&nbsp;Al definirlo, Lunghi se concentró en “el afecto, sus charlas abiertas, el tratar de hacer cosas en conjunto”, y expresó que “nunca llegamos a hablar de políticas partidaristas, hablábamos de políticas sociales. Yo sabía lo que era él y él sabía lo que era yo, pero no debatimos ningún tipo de política partidaria”.Para cerrar, manifestó que “es una pérdida muy grande por la capacidad de trabajo, por la sensibilidad humana que tenía, por la entrega y también por su entrega individual, reuniones con las personas, ayudas. Hizo todo lo que podía hacer un ser humano”, concluyó.&nbsp;<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/04/troncoso_raul_13.JPG" alt="Troncoso Raul - 14"></figure>///////secundaria///////////“Elegía el trabajo social por sobre todo”“Seguimos estando bajo su ala”, dijo emocionada Juliana Teerink, acompañada por Claudia Boulocq. Ambas fueron parte del grupo de trabajadoras sociales que crecieron, aprendieron y trabajaron para darle impulso a las obras de Raúl Troncoso.&nbsp;“Raúl nos convocó en el 95, 96 y 97, cuando empezaron a florecer todas sus obras. Esa mirada que siempre tuvo de ver más allá de lo que la ciudad iba a necesitar y estar antes de que eso sucediera. En mi caso, con la creación del centro de día Pajaritos de la Calle, con una mirada diferente de la atención de la niñez”.&nbsp;Compartió que “lo que siempre nos transmitió fue el poder hacer a la par del otro, el tener diálogo todo el tiempo, él transmitía esa sabiduría”. Además, valoró que les inculcó el trabajo en el territorio, “que es donde se aprende y donde tenemos que estar. Más allá de cuestiones ideológicas, Raúl siempre transmitió convicciones y valores, y fue desde ahí desde construimos nuestro trabajo social, pero siempre con los pies donde hay que estar, no atrás de un escritorio. Es ahí donde se comprende para dónde hay que salir. Es estar a la par del otro”.&nbsp;Para Claudia Boulocq, “era un gran hacedor. Él te daba la libertad para armar el proyecto y siempre después terminaban construyendo asociaciones civiles sin fines de lucro. Con un grupo de gente con mucha voluntad y mucha fuerza que lo seguíamos a él –y lo seguimos, porque lo vamos a seguir siempre- se armaban las asociaciones civiles. Esa era la manera de poder legalizar y darle continuidad, delegar”.&nbsp;Habiendo comenzado cuando era pasante, evaluó que “él nos enseñó a gestionar. Era un gran hacedor. Alguien con quien podías hablar. Te daba mucha confianza, seguridad. Todo lo que soy como trabajadora social, obviamente me lo dio la universidad, pero el resto del trabajo en territorio, el armado de proyectos, el terminar con un proyecto y arrancar con otro, lo aprendí de él. Nos enviaba a La Plata y a Buenos Aires a gestionar al Ministerio de Desarrollo Social y a traer becas para Tandil. Siempre pensando en la comunidad tandilense”.En paralelo, lo definió como “un gran ejecutor político. Nos enseñó lo que era la política y trabajar desde la política. Era un gran hacedor político. Aprendimos de él todo eso”.&nbsp;Entre otras cualidades, resaltó que “era sumamente abierto. Obviamente que en sus orígenes e ideología es peronista y estaba muy presente, pero siempre diciendo que él estaba para el pueblo, para la sociedad y para hacerla más justa. Podía reunirse y gestionar con cualquiera, y aprendimos de eso, de su sabiduría”.&nbsp;También lo definió como “sumamente generoso. No era alguien que se quedaba con la obra sino que la entregaba, se corría y empezaba una nueva, y buscaba otra gente. Creo que a todos los que nos fue buscando, nos fuimos encontrando en la vida, además de que éramos militantes de la Iglesia también, y elegía el trabajo social por sobre todo”.&nbsp;Marcas del horrorLa pandemia mantuvo al padre Raúl un poco alejado porque había que cuidarlo mucho para evitar que se enfermara. “Una salud muy débil por su historia cuando estuvo desaparecido, donde vivió horrores y fue muy castigado, muy agobiado, y esa marca quedó. No en el corazón porque era un gran luchador de los derechos humanos, pero sí en el cuerpo”, confió Claudia Boulocq.En relación al tiempo en que demoró en contar lo que había pasado durante la dictadura, Juliana Teerink consideró que “se preservaba y nos preservaba a todos los que estábamos con él. El hecho de no poder recuperar esa historia, que él la tenía muy presente, las secuelas físicas pero las emocionales se notaban en su mirada, en su forma de decir, en cómo nos cuidaba en un montón de cuestiones. En esto de poder sentarnos a dialogar con ese otro que hasta no compartíamos una ideología, nos hacía también poder construir, pero creo que se preservaba él porque lo padeció y pudo contarlo, es un poco lo que siempre planteó; porque otras personas de un afecto muy cercano a él no lo pudieron contar, y eso también marcó su forma de seguir trabajando”.&nbsp;Agregó que “no dejó de hacer, no dejó de pedirnos que estuviéramos en los barrios trabajando, que es lo que a él lo expuso de alguna manera a la situación de desaparecido, del maltrato físico” y manifestó que por su bondad “nos siguió protegiendo en esto de no decir con tanto detalle por lo que había atravesado. Uno se daba cuenta de que había sido una historia muy dura”.&nbsp;Proyectos que trascienden“Los proyectos, las obras de Raúl, trascendieron el tiempo, no tienen el nombre de Raúl Troncoso en la puerta, no hay una placa, pero hay una identificación tan grande que sin tener el nombre en la puerta se sabe que es una obra de Raúl”, evaluó la actual secretaria de Desarrollo Humano del Municipio.&nbsp;Claudia Boulcq contó que realizó su pasantía como trabajadora social en la sala de salud de María Auxiliadora, en Lobería y Tacuarí, e intervino en el proyecto de Rincón de los Niños, una guardería para que las mamás pudieran ir a trabajar. “Después se transformó en un proyecto comunitario”, señaló.&nbsp;“Delegaba en un montón de gente, que además lo seguíamos porque es un líder social, político, carismático, con la Iglesia presente. Muy respetuoso de los credos, se podía reunir con la Iglesia Evangélica, los mormones o la iglesia no cristiana, en eso tenía una apertura que lo hacía único. Para mí no va a haber otro Raúl”.&nbsp;En tanto, Teerink añadió que “nos sentimos muy privilegiadas de haber podido estar al lado de él porque son esas personas elegidas. Para uno que es creyente las elige Dios y creo que va a seguir iluminando nuestro camino. Cuando uno se siente más intimidado por lo diario, poder pensar en una persona que te inspira por toda su historia y porque siguió haciendo, es lo que Raúl ha dejado como marca en nosotras”.&nbsp;“Abrió la parroquia”En otro tramo de la charla, las trabajadoras sociales también valoraron que el padre Raúl “abrió la Iglesia, la parroquia”, convocando a grupos de jóvenes.&nbsp;“La época de Raúl era una Iglesia abierta, entrábamos y salíamos todo el tiempo, le invadíamos la heladera, a ese nivel. Es una anécdota que a nosotras nos encuentra y nos divierte, pero siendo estudiantes abrir una heladera y encontrar manteca, por ejemplo, era impresionante”, graficó Juliana.&nbsp;“El padre Raúl nos deja huellas a todos. Le deja una huella inmensa a la Iglesia. La verdad que es triste, es un dolor inmenso lo que uno tiene”, culminó Claudia.&nbsp;

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Incesante peregrinar de tandilenses que fueron a despedir al párroco, dirigente, guía y amigo