Sociales
Hoy, mano a mano con Luis Cicco
Es médico cardiólogo. Llegó a Tandil en noviembre del 2004 junto con su familia y hoy disfruta de la ciudad, su gente y paisajes, por lo que definió que “somos ‘venidos, quedados y adoptados’”. Repasó su trayectoria profesional, su paso por la Fundación Favaloro y la actualidad. Luis Cicco aceptó el desafío de El Eco de Tandil para mostrar otro perfil.
“Por casualidad”, Luis Horacio Cicco nació en Capital Federal. Fue por “cuestión de horas”, ya que un par de días más tarde comenzó su vínculo con la zona sur, particularmente con Wilde, partido de Avellaneda.
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Clase ’66 y, como Eduardo Sacheri, que además de compartir generación, “somos hinchas de Independiente, sí del rojo, y con quien comparto la forma que vivimos aquellas épocas futboleras”.
Con nombre compuesto, sus padres quisieron honrar a sus dos abuelos. “Y ahí quedé, con nombre de novela mejicana”, bromeó. El menor de tres hermanos (Elizabeth y Graciela), e hijo de Luis Cicco, un contador público nacional, hoy de 92 años, y de Carmen Alessi, de 88, ama de casa que “estaba en todas, la casa, nuestra salud, era un poco maestra, cocinera hogareña de lujo y hasta nos cocía la ropa para no tener que comprarla, es decir, como le dirían ahora, multitask. Madre, cocinera, economista, de todo”.
En ese entorno “tan sano”, Luis Cicco estudió siempre en la educación pública. Primario, secundario y más tarde, con una clara vocación médica, cursó sus estudios superiores en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Con el título de médico, eligió la “apasionante aventura de la cardiología”, y en 1993, ya especializado, comenzó a trabajar a la Fundación Favaloro, donde estuvo por 15 años que fueron “fundamentales para mi vida profesional”.
Durante su paso por la institución, “pude sentir el orgullo de compartir con quien fuera un referente como profesional y ser humano y quien diera el nombre a la institución, Dr. René G. Favaloro”.
Fueron años “importantísimos” para su vida profesional y personal, ya que en 1996 conoció a Marcela, su mujer, con quien comparte su vida, e inició esta “hermosa aventura de venir a vivir a Tandil, nuestro lugar y nuestra vida soñada”.
“Ciudad soñada y hermosa”
La pareja llegó en noviembre del 2004 con su hijo Blas, de dos años, y en la ciudad nació Elías. “Hoy estamos felices de la decisión tomada hace 18 años”, recordó.
“Vivimos integrados a esta ciudad soñada y hermosa, lo mismo que su gente maravillosa, llenos de amigos e historias ya propias de esta vida serrana. Es decir, hoy somos ‘venidos, quedados y adoptados’”, describió el médico.
Hoy, ciudadano y cardiólogo de la ciudad, confesó que “amo su gente, el paisaje, mis salidas a correr por la sierra, los atardeceres y ser parte de la historia de Tandil, que día a día me trasmite su cariño y respeto en cada saludo y a cada paso que doy por sus veredas”.
Y “para cuando llegue el momento de la despedida, espero haber devuelto a esta ciudad lo mucho que me dio y dejando a la cardiología local mi aporte personal fruto del amor, la pasión y la perseverancia profesional”.
Luis Cicco es médico cardiólogo. Entre 1993 y 2008 integró el equipo del Departamento de Emergencias de la Fundación Favaloro; tiene un máster universitario en avances en Cardiología en la Universidad Católica San Antonio, España.
En 2020, presidió el Comité de Epidemiología y Prevención de la Federación Argentina de Cardiología y actualmente, es subsecretario de Prensa y Comunicación a la Comunidad de la Federación Argentina de Cardiología y presidente de la Sociedad de Cardiología de la Sierra.
Es director médico de Ictum Centro de Salud y Prevención Cardiovascular Tandil.
En esta edición, Luis Cicco se animó a responder las 50 preguntas del cuestionario que propone El Eco de Tandil y se tomó una licencia para agregar una más para el final.
1- El café que más disfruta: El que tomo relajado y con algún amigo.
2- El mejor consejo que le han dado: Seguí tu voz interior, no dejes apagar tu sueño. Uno debería arrepentirse de lo que no hizo y nunca de haber perseguido un sueño.
3- La banda de sonido de una película: La misión, de Ennio Morricone.
4- La reunión ideal: Amigos, dj, baile, mucha música que me haga bailar y cantar desenfrenadamente en la pista abrazándome a todos.
5- Tiempo perdido: El de las reuniones protocolares, políticas o societarias, que son sólo necesarias para objetivos como “tenés que estar”.
6- Tiempo valioso: El compartido por amor verdadero de pareja, de padre e hijo y de amigos, al igual que todo aquel que me hace crecer disfrutando.
7- Un actor: De acá, Luis Brandoni; de allá lejos, Jack Nicholson.
8- Un amigo: El que tiene el carnet de socio más antiguo y lo traigo desde mi adolescencia, Oscar Gómez, y Tandil me dio un puñado de seres inmensos que colman mi corazón y acompañan mi camino.
9-Un amor: Desde hace 26 años, Marcela, mi gran amor y gran compañera de vida. Y obvio, el de siempre, el de antes de nacer y seguro también después de partir, el de mis viejos.
10- Un animal: Mi gata (Pantera).
11- Un artista plástico: Mi hijo Blas.
12- Un auto: La SUV que algún día podré comprarme; hoy mi Ford Kuga blanca.
13- Un color: Rojo.
14- Un conductor de televisión: Carola Núñez y Ariel Islas, porque siendo amigos los disfruto dos veces. Ah, y Ariel es hincha fanático de Independiente.
15- Un disco: Confesiones de invierno, de Sui Generis (1973).
16- Un enemigo: Mis miedos y mis momentos de procrastinación.
17- Un escritor: No tengo, no soy muy lector. Siento gran respeto por Jorge Luis Borges y por su brillantez en las pocas cosas que leí de él, así como en las referidas en sus anécdotas, críticas y comentarios de sus lectores y fans.
18- Un ideal: Un tiempo de estabilidad, armonía, esperanza, en paz y con buena salud.
19- Un juego o juguete: Dígalo con mímica. En familia y amigos.
20- Un legado: No dejes de lado tu sueño. Eso que decís que querés hacer, intentalo, con pasión y perseverancia. No te mires en el espejo mañana diciendo “qué, bueno, hubiera o hubiese sido”… dejá el pluscuamperfecto para otros. Andá en busca de tus sueños.
21- Un libro: “La muerte: Un amanecer”, de Elisabeth Kübler-Ross. Una esperanza al gran misterio de la muerte.
22- Un lugar: Tandil.
23- Un proyecto: Ictum, nuestro centro de salud y prevención. Sueño con verlo grande, maduro y próspero.
24- Un recuerdo: Viaje a Santa Teresita con mis viejos, así, relámpago, inesperado, y la voz de mi vieja despertándome con la noticia. “Toda una fiesta”.
25- Un referente: Valentín Fuster, gran cardiólogo catalán.
26- Un sabor: Dulce de leche.
27- Un sueño: Ver una Argentina con su gente disfrutando, con sueños, e hijos con posibilidades de crecimiento personal, mirando el futuro en su tierra y no un país desangrándose de talentos que se escapan en busca de una oportunidad en otro lugar del mundo que no es este, su tierra que los vio nacer.
28- Un viaje: A cualquier lado con mi esposa y mis hijos.
29- Una actriz: China Zorrilla.
30- Una banda extranjera: Queen.
31- Una banda nacional: Soda Stereo.
32- Una bebida: Vino tinto, Malbec.
33- Una cábala: No tengo.
34- Una canción: A mi manera, cantada por Frank Sinatra y Luciano Pavarotti.
35- Una causa: La prevención cardiovascular.
36- Una cuenta pendiente: Aprender bien inglés.
37- Una época: Ahora, el presente.
38- Una estación: El invierno, con el hogar prendido y escuchando música.
39- Una fecha: 24 de junio, cuando comenzó todo.
40- Una flor: Las fresias.
41- Una fragancia: El que desprende en primavera el jazmín de leche.
42- Una fruta: Mandarina criolla.
43- Una obligación: Ser digno de ser en mi profesión.
44- Una obra de teatro: Drácula, el musical, Cibrian y Mahler.
45- Una película: Il Postino (El cartero), de Michael Radford.
46- Una posibilidad: Siempre de mejorar.
47- Una pregunta: ¿Por qué tanto egoísmo y ambición de una minoría sumergió a nuestra gente en este presente socioeconómico que estamos viviendo y sufriendo?
48- Una prenda de vestir: Un buen traje.
49- Una tradición: Homenajear en casa a los cumpleañeros y los “día del o de la”, con un desayuno en familia preparado con gran amor.
50- Una utopía: Referirse a la pregunta “27-un sueño”.
51- Palabras mágicas: “Por favor”, “disculpá, “me equivoqué” y siempre, “gracias”.