TARIFAZOS
“Hemos tenido un incremento enorme en lo que son servicios”, afirmaron desde el Centro Cultural La Compañía
Liliana Giannatassio habló sobre una situación que es cada vez más visible en los lugares que se dedican a la difusión de la cultura y sirven como contención de un montón de artistas, escritores y músicos de la ciudad. Las boletas subieron más del triple en lo que va del año y la discusión pasa por cerrar las puertas o visibilizar la situación apremiante que les generó las medidas políticas adoptadas por el gobierno nacional.
Los tarifazos no cesan y los centros culturales sienten las consecuencias de los mismos, sufriendo un contexto asfixiante en lo económico que los coloca entre la espada y la pared. En el caso de La Compañía, creado en 2008, la situación también se complica a pesar de ahorrarse el alquiler. Liliana Giannatassio, creadora y coordinadora del centro, dialogó con El Eco de Tandil y explicó que “hemos tenido un incremento enorme en lo que son servicios, luz, gas e internet. Estos servicios se triplicaron de diciembre a esta parte”.
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La Compañía es un centro cultural que tiene la autogestión como bandera. Su creadora destaca que desde que están funcionando nunca recibieron subsidios de ningún tipo, salvo algunos puntuales donde se han presentado en base a la tarea realizada, sea Puntos de Cultura, los que otorgó Provincia durante la pandemia o del Municipio cuando llamó a distintos concursos. El centro cultural subsiste a través de la realización de eventos, como presentación de libros, dictado de talleres u ofrecer su lugar para que organizaciones de la comunidad puedan realizar distintos trabajos.
En una situación económica apremiante, los ingresos no son los más abundantes y a eso se le suma un marcado incremento en lo que son los servicios de luz, gas e internet. Una cuestión que Giannatassio define como “el ejemplo más claro de lo que denunciamos en la política nacional que es una transferencia a grandes empresas de lo que podrían estar ganando los trabajadores. Teníamos una persona administrativa trabajando hasta noviembre, esa persona se fue pero si no se hubiera ido, hoy la tendríamos que despedir porque lo que esa persona cobraba es lo que tenemos que pagar a la Usina, a gas y al servicio de internet. Hubo un puesto de trabajo en este lugar, que debería haber sido cercenado para pagarle a las grandes empresas”.
En ese sentido, la creadora del centro cultural sostiene que en este momento tiene que aparecer el Estado para intervenir porque la función que se cumple en los lugares de este estilo es cubrir una falencia que el mismo Estado no puede o no quiere asumir.
“Nosotros tenemos que seguir viendo cine, seguir viendo teatro, seguir leyendo libros. Si vos cercenas eso, vas a hacer una sociedad cada vez más ignorante, menos crítica, más callada y con más censura. Eso es lo que venimos a denunciar. El cercenamiento de los espacios donde se debate, donde se crea, donde participa la comunidad. Por eso estamos tan indignados con las políticas que se están haciendo”, aseveró Giannatassio.
En un dilema
Con esta situación, quienes llevan adelante el centro cultural se encuentra en la dicotomía de cómo continuar. El cierre es una opción sobre la mesa. “Mostramos el colapso que significa adoptar este tipo de políticas. Creo que van a cerrar no solamente centros culturales, van a cerrar bibliotecas, van a cerrar asociaciones civiles que tenían atención a gente que estaba muy vulnerable, sea adicciones, mujeres que sufren violencia, niños con algún tipo de discapacidad que no pueden ir a un centro pago porque no pueden ir a terapia. Esos lugares van a colapsar porque no pueden mantener y porque no podés autoexplotarte para cubrir un espacio que el Estado no quiere cubrir”, afirmó.
A pesar de apelar al ingenio para realizar eventos para recaudar, la fundadora del centro indicó que cada espectáculo que sea realiza, con entradas sumamente populares, no hace caja. En ese contexto, contó que “tuvimos cuatro personas trabajando cuatro horas para ganar diez mil pesos. Que me digan cómo se sostiene un lugar así. Lo alquilamos a esto o lo sobre explotamos, ese es el dilema que hoy tenemos en nuestra asociación y que supongo que será el de muchos”.
A esa cuestión también se le suma la baja en la producción de eventos. Muchos de los que utilizaban La Compañía como lugar para dictar sus cursos, para presentar sus libros, sus canciones, hoy están sin trabajo o doblegando sus esfuerzos laborales para poder pagar sus propias facturas. “Antes teníamos todos los fines de semana algún espectáculo y había gente, y ahora no sabemos porque la verdad que no nos animamos a presentar”, señaló.
Como un camino que pueda ayudar a subsistir ante esta situación, Giannatassio comentó que propusieron reflotar la idea de formar un consejo integrado por la gente de la cultura del Municipio, quienes trabajan en los centros culturales y la Universidad. Al mismo tiempo, buscarán que se vuelva a trabajar en la ordenanza de los Centros Culturales, la cual les significaría tener una voz dentro de las políticas públicas. “Tampoco es que vas a ser la panacea pero al menos vamos a estar atentos a qué es lo que va a decir el Municipio con respecto a la política pública en la cuestión de la cultura y educación”, explicó.
Por último, pensando en el futuro inmediato, la coordinadora de La Compañía señaló que no tiene un panorama claro de lo que va a pasar. “No puedo seguir pidiéndole a la gente que venía acá que siga trabajando, explotándola al quitar una posibilidad de que tenga otra entrada. El panorama lo veo negro o gris oscuro”. sentenció.