Educación e inclusión
“Hay que aflojar con la idea de que en la escuela hay que aprender todo, durante todo el tiempo”, dijo el pedagogo Skliar
El reconocido investigador y docente Carlos Bernardo Skliar estará el próximo viernes en la ciudad para participar de dos encuentros. Por la mañana, mantendrá una charla con familiares de personas con síndrome de down y por la tarde dará una conferencia abierta a la comunidad denominada “Tener escuelas para estar, quedarse y hacer cosas juntos”.
La escuela actual y las ideas de igualdad, diversidad e inclusión; la escuela y sus exigencias y las exigencias hacia la escuela; la escuela como espacio en el que “hay” que aprender, por sobre todas las cosas.
Recibí las noticias en tu email
Esos son algunos de los tópicos que abordará el próximo viernes el reconocido pedagogo e investigador Carlos Bernardo Skliar (63) en una conferencia organizada por la Asociación Síndrome de Down Tandil que se llevará a cabo a partir de las 18.30 en el Teatro del Fuerte (en Fuerte Independencia 360).
Entrevistado por El Eco de Tandil, Skliar -Doctor en Fonología, investigador de Conicet y de FLACSO y docente- adelantó que, en el encuentro, “voy a abordar la idea del hacer y el tener escuelas a partir del conjunto de testimonios que fui tomando de distintas comunidades -urbanas, rurales, de pueblos originarios- del país y la región”.
Por la mañana, Skliar dialogará desde las 10 con familiares y terapeutas que asisten y trabajan con personas con síndrome de down en APYMET (ubicada en Yrigoyen 850). El Municipio de Tandil acompaña las iniciativas.
Autor de varios libros -entre ellos “Pedagogías de las diferencias” (Noveduc, 2017) y “Mientras respiramos (en la incertidumbre)” (Noveduc, 2021)- Skliar es bastante crítico de la idea de que la escuela tiene como fin último proporcionar un aprendizaje y que ese aprendizaje debe ser constante.
“Hay que aflojar con la idea de que en la escuela hay que aprender todo, durante todo el tiempo, las 24 horas”, señaló el pedagogo.
“Creo que toda la exigencia está puesta en eso, con una especie de voluntarismo ciego que lleva a pensar que, si no, el que fracasa es el individuo”, consideró y analizó que “esto es propio de una época, una época exitista y de preparación para el empleo, donde hay muchos cuerpos, lenguajes y aprendizajes que no coinciden en nada con esa imagen”.
En ese sentido, remarcó que “la escuela no tiene el propósito de que la gente triunfe, sino de que se viva mejor en comunidad”.
“Hay una exigencia de preparación para el futuro”
A lo largo de su vida, Carlos Skliar ha habitado en distintos países del mundo, entre ellos Brasil e Italia. Desde 1995 vive en forma permanente en la Ciudad de Buenos Aires, aunque pasa varios períodos del año en países de Europa dando clases y conferencias.
El investigador y docente conoció Tandil de pequeño y si bien durante su infancia fue un turista habitual -“mi padre nos llevaba todos los inviernos al Hotel Hermitage y al Club Independiente”, recordó- hace bastante tiempo que no visita la ciudad.
-¿Cómo ve a la escuela argentina hoy en materia de educación?
- Yo tengo una visión un poco claroscura y, más que pensar en la escuela, pienso en cuánto le afecta la época a la escuela. Creo que hoy hay una tendencia muy exacerbada a pensar que la escuela prepara para el futuro y que, por lo tanto, tenemos que buscar en el futuro las respuestas para nuestros problemas. Pero el futuro está hoy muy determinado por las industrias del entretenimiento, las industrias de la información y las industrias tecnológicas, entonces hay una confusión entre preparar y crear comunidad. Hoy veo que hay una exigencia de preparación para el futuro demasiado marcada y creada por intereses que no son los de las comunidades educativas. En ese sentido, se está perdiendo la posibilidad de crear una comunidad distinta para frenar la violencia, vivir en mayor armonía, tomar los puntos de vista de los demás… Creo que pese al brillo que tienen lo nuevo y las innovaciones, hay mucha oscuridad con respecto a cómo vivimos el presente. Por ejemplo, las iniciativas se hacen provisorias porque siempre hay improntas técnico-administrativas y políticas que quieren dejar su sello y eso hace que las generaciones no puedan ver los cambios que se producen a partir de determinados proyectos. Pasamos muy brutalmente de “computadoras para todos” a “computadoras para nadie”.
-¿Considera que la escuela argentina sigue siendo una institución igualadora de oportunidades, tal como se planteó en el proyecto de fines del siglo XIX?
-Creo que no. El nacimiento, el venir al mundo en nuestro país, en nuestra región, ya es desigual. Frente a esto, la escuela puede prometer una igualdad al final, es decir que, haciendo un montón de cosas muy específicas, la persona podrá lograr en algún momento la nivelación pero la tarea es quijotesca porque no sólo tiene que ver con desigualdades simbólicas; hay hambre y hay miseria, entonces creo que cualquier tarea de igualación tiene que plantearse un recomienzo. La escuela no puede solucionar la desigualdad de nacimiento porque eso compete a los gobiernos, a la economía, a una cultura más amplia. Lo que puede hacer es tratar de inaugurar re-comienzos y eso quiere decir que sus proyectos no están basados en la desigualdad anterior sino que promueven una igualdad inmediata. Y ésta es la diferencia entre escuelas que prometen la igualdad hacia el final pero se siguen sosteniendo en todas las desigualdades iniciales, y escuelas en las que la idea de igualdad está en el propio comienzo de la escolarización.
- En la actualidad se habla mucho de escuelas inclusivas en relación a las distintas discapacidades. ¿Qué considera que debe conllevar esa inclusión?
- Para mí inclusión es que cualquier proyecto educativo ponga en tela de juicio sus ideas de “normalidad”, de qué es lo “normal” corporal, lo “normal” del lenguaje, lo “normal” del aprendizaje. La pedagogía está teñida de una fuerte impronta de normalización, de lo que se espera, de lo que se desea, de lo que se exige; la singularidad es siempre una excepción a esa normalidad y estamos llenos de excepciones. Hoy hay una fuerte tendencia a querer atender a cada chico y a cada chica y, en las condiciones precarias en las que estamos, una maestra con 30 chicos y uno que se tira en el piso o que no habla se torna una circunstancia laboral compleja. No hay una preparación muy clara para eso. Y por otro lado creo que hay que aflojar con la idea de que en la escuela hay que aprender todo, todo el tiempo, las 24 horas. Toda la exigencia está puesta en eso, con una especie de voluntarismo ciego que lleva a pensar que, si no, el que fracasa es el individuo. Esto es propio de una época, una época exitista, de preparación para el empleo, donde hay muchos cuerpos, lenguajes y aprendizajes que no coinciden en nada con esa imagen. La escuela no tiene el propósito de que la gente triunfe, sino de que se viva mejor en comunidad.
La conferencia
La conferencia del viernes 23 a las 18.30 horas está abierta a toda la comunidad pero los interesados deben inscribirse previamente a través del WhatsApp 2494 - 620 602.
La entrada al evento denominado “Tener escuelas para estar, quedarse y hacer cosas juntos” tiene un costo general de 2000 pesos y es de 1000 pesos para los estudiantes.