Inseguridad al volante
Hace 5 años fue atropellado en un control de tránsito, quedó malherido y ahora apenas puede subsistir
Gustavo Castro era inspector de tránsito municipal cuando, en medio de un operativo vehicular, fue embestido y arrastrado cuatro cuadras por un automóvil, pero el caso quedó en la nada. Cinco años después y con once operaciones a cuestas, se le complica trabajar por su incapacidad física y lucha por sobrevivir y criar a su hija.
Hace cinco años, Gustavo Castro estaba cumpliendo con su trabajo cuando su vida cambió para siempre. Según informaron las crónicas de aquellos días, era la medianoche del 10 de junio de 2017 y la Dirección de Control Urbano Vehicular había montado un operativo en San Martín y Rodríguez.
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Gustavo se desempeñaba en ese entonces como inspector del área y quiso interceptar a un automóvil blanco para efectuar el control de documentación pertinente. Pero el conductor del Nissan Sentra blanco en vez de detenerse, aceleró la marcha y lo embistió. La víctima se mantuvo arriba del capot durante las cuatro cuadras que recorrió el increíble raid y cayó sobre el pavimento en la intersección de 14 de Julio y Sarmiento. El hecho cobró gran notoriedad pública y generó una gran indignación.
Si bien en el momento se le practicaron en el Hospital Santamarina los estudios de rigor y los golpes pasaron como lesiones leves, con el avance de los días el cuadro empezó a empeorar. Las rodillas fueron la parte más afectada.
Hoy, Gustavo contabiliza 11 operaciones en su cuerpo y una gran dificultad para moverse con normalidad. Consecuentemente, se le hace muy difícil conseguir un trabajo estable. Por otro lado, refirió que aún le faltan más intervenciones quirúrgicas y aseguró que ostenta un 60 por ciento de incapacidad de acuerdo al diagnóstico médico.
En conversación con El Eco de Tandil, a cinco años de aquel día, contó que la causa judicial contra el agresor, caratulada como “Tentativa de homicidio”, prescribió y no se pudo avanzar en ningún resarcimiento por ese lado.
Además, explicó que la persona que manejaba el vehículo no poseía seguro ni registro de conducir al momento del accidente. Pero lo más desalentador del asunto es que jamás se acercó a él para pedirle disculpas u ofrecer ayuda. Sólo hubo indiferencia. Ni el agresor ni sus allegados tuvieron algún gesto de humanidad para con él. “No le conozco la cara, sé el nombre pero si pasa por al lado mío no sé quién es”, indicó Gustavo.