Gracias a un proyecto, alumnos rurales hacen huerta y logran reforzar los vínculos de la comunidad educativa
Un profesor de la Secundaria de De la Canal se las ingenió para comprometer a sus alumnos a seguir trabajando juntos en cuarentena. Lo que sucedió resultó más que gratificante, ya que el grupo se volvió más unido y comparte conocimientos. Incluso los padres realizan intercambio de semillas. Valores de trabajo, cooperación y la importancia de la sustentabiliadad.
Todo comenzó el año pasado en la Escuela Secundaria 13 “Molina Campos” de De la Canal, con un proyecto de invernáculo comunitario. El mismo consistió en confeccionar un vivero en el terreno, justo frente de la Estación del Ferrocarril, que fue cedido en comodato a la institución educativa.
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El responsable de ese plan es Cristian Rosa, técnico Agrónomo y profesor en la materia Construcción Ciudadana, donde trabaja con los alumnos todo lo referido a los valores del esfuerzo, la cooperación y el compromiso, que en esa oportunidad estuvieron enfocados en terminar ese invernadero con la ayuda y acompañamiento de toda la comunidad.
Toda la estructura fue armada con postes de madera donados por la Usina. Luego, fueron preparando el suelo y alzaron la pared que va al sur con técnicas de construcción en barro, para lo cual expertos en adobe fueron a brindar un taller a los chicos.
Este año, ante la imposibilidad de dar clases presenciales, al profesor se le ocurrió armar pequeños grupos de whatsapp con los de primero, segundo y tercer año para continuar con ese proyecto, pero esta vez cada uno haciendo huerta desde su casa. “De la forma en que les salga, ayudados por sus padres y utilizando las herramientas como cada uno cree mejor”, señaló.
Hacer la propia comida
Todo surgió a raíz de la pandemia por coronavirus, que trajo consigo el aislamiento social, preventivo y obligatorio y otro montón de imposibilidades. “Mi idea es que entiendan la importancia de la autosustentabilidad y el valor que tiene el esfuerzo, que cada uno pueda generar sus propios alimentos, lo que creo que a través de la huerta se sintetiza”, analizó.
En este mismo sentido, reflexionó que tanto en la granja como en la vida uno cosecha lo que siembra, por lo que el objetivo último está focalizado en que valoren las pequeñas cosas, como el trabajo, el ayudar al otro y ser cooperativos. “Así pueden entender de una forma fácil y tangible cómo es la vida”, propuso.
Para el educador, “se dio algo muy lindo”, porque a través de ese contacto los chicos mandan fotos, videos, hacen preguntas, despejan dudas sobre cómo sembrar, qué hacer para preparar el suelo o qué semillas usar.
“En ese ida y vuelta, además se fueron creando diferentes canales de comunicación, donde entre todos vamos aprendiendo, porque se comparten conocimientos y experiencias, así que todos aprendemos haciendo huerta en forma virtual”, contó.
Asimismo, reveló que desde Desarrollo Social le hicieron llegar algunos materiales como calendarios de siembra, que se ocupó de acercar a los alumnos para que estén al tanto de las especies que se pueden sembrar en esta época, cómo hacerlo, cuáles van en almácigos y cuáles no.
A través de esa guía, tienen a disposición el respaldo teórico por si surgen dudas en medio de la práctica, que además funciona como manual para el seguimiento de cada paso.
Según contó el profesor, los estudiantes están haciendo un muy buen trabajo, que prácticamente se ha extendido a toda la familia, ya que también los padres u otros integrantes se abocaron al cuidado de la granja. “Es algo gratificante para uno que sigan trabajando desde sus casas, como para darle continuidad al proyecto”, consideró.
La semilla de la comunidad
Para lograr que todos puedan tener su siembra, Cristian Rosa, que además da clases de huerta en la Escuela Granja hace más de 20 años, se puso en contacto con el INTA para conseguir que le den semillas del programa ProHuerta, ya que esa falta es uno de los inconvenientes que se les presenta.
Sin embargo, se dio algo mucho más lindo y profundo, ya que a través de ese mismo grupo de whatsapp los padres de los alumnos han comenzado a intercambiarse semillas para que todos puedan tener amplitud de variedades. Así se pasan zanahorias, remolachas y estrechan los lazos de la misma comunidad.
“Es destacable la buena predisposición, se generó algo tan lindo que ayuda a fortalecer la unión comunitaria”, celebró Cristian, que tenía como idea para los chicos que vayan aprendiendo, compartiendo valores como el de la cooperación, pero finalmente eso se extendió hasta los adultos.
Finalmente, explicó que durante el aislamiento con los estudiantes también se trabaja el fortalecimiento de los vínculos entre ellos y la institución educativa, que están logrando reforzarse a través de las huertas en casa. “En esta etapa no se evalúa, sino que se tiene en cuenta el proceso de aprendizaje y los conocimientos que ellos siguen desarrollando”, advirtió al concluir el profesor.