ESTE JUEVES
Facundo Cabral, el hombre que forjó una relación singular con Tandil y es homenajeado
El reconocimiento al músico platense es impulsado por el ciclo "Huellas de la Cultura", perteneciente al instituto bonaerense.
Este jueves 7 de noviembre el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires homenajeará en el Centro Cultural Universitario de Tandil al cantautor Facundo Cabral.
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El evento será a las 19 horas y contará con el descubrimiento de una placa conmemorativa, la presentación de la música Rocío Sosa, la banda local Vieja Minga (versión reducida), el cuadro folclórico Perfume Danza y las ilustraciones en vivo de Nico ilustraciones.
De todas partes
En mayo de 2023, El Eco de Tandil, publicó el artículo “Facundo Cabral, el hombre de todas partes que forjó una relación singular con Tandil”, un homenaje al artista y su vínculo con la ciudad. Esto decía:
Nació en La Plata, vivió en Tandil y murió asesinado en Guatemala. Rodolfo Enrique Cabral Camiñas, más conocido como Facundo Cabral, hubiese cumplido 86 años el pasado 22 de mayo de no haber sido acribillado a balazos el 9 de julio de 2011 en un gira latinoamericana, por unos sicarios que lo confundieron con un empresario.
Tuvo un final de novela, pero su vida fue inverosímil. En la ciudad, un monumento inaugurado en septiembre de 2013 lo recuerda en la intersección de Pozos y Linstow, aunque no parece hacerle justicia a la dimensión de un hombre que plasmó su extraordinaria inteligencia y sensibilidad en canciones, poemas y escritos que llegaron a diversos rincones del mundo, dejando una huella imborrable en el acervo popular argentino.
Abandonado por su padre al nacer -con quien se reencontró a los 46 años-, vivió en la pobreza y trajinó la calle desde pequeño. Hijo de Sara, una mujer a la que describió así: “Mi madre se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo llegaba la felicidad y la distraía. Nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa”.
De un temperamento fuerte, Sara le transmitió esa fuerza a su hijo, que a los 9 años dejó a su madre y hermanos para ir a La Plata a buscar al entonces presidente, Juan Domingo Perón. Corría el año 1946 y Cabral durmió en las afueras de la Catedral platense para esperar al mandatario, que al día siguiente participaría del Tedeum por el aniversario de la capital provincial.
En una entrevista que concedió décadas después a la televisión española recapituló que "muy temprano empezó a llegar gente de una manera impresionante. A las diez de la mañana, diez y media, no cabía un alfiler en la Plaza Moreno. Eran miles y miles de personas”.
Logró superar un cordón policial y acercarse al auto descapotable en el que llegaban Perón, Eva y el gobernador bonaerense Mercante, y cuando un policía lo iba a frenar, el General lo vio y ordenó que lo dejaran pasar.
“Entonces yo pasé al auto, me paré en el estribo, todavía eran los autos con estribo, y me pregunta Perón ‘¿querías hablar conmigo?’ Y yo le digo ‘¿hay trabajo?'. Cuando yo digo eso, la señora Eva, que estaba al lado, escuchó y dijo: ‘Por fin alguien que pide trabajo y no limosna. Por supuesto que hay trabajo, mi amor, siempre hay trabajo’”.
La llegada a Tandil
Este encuentro fue determinante en su vida y al día siguiente, en su oficina en Buenos Aires, Eva Duarte le presentó a dos pilotos y un médico y le dijo que iban a ir en avión a buscar a la familia y llevarla a Tandil.
Para ese entonces, Facundo Cabral llevaba cuatro meses lejos de su hogar y de repente apareció en la casa de su madre con esa comitiva. Al respecto, recordó: “Nos vinimos a Tandil y empezó otra vida. Mi madre fue recibida por la comunidad de Tandil como merece ser recibido cualquier ser humano la primera vez, con un tremendo respeto. Cambió todo”.
La señora Sara comenzó a trabajar como auxiliar de limpieza en una institución educativa y a poco de estar la familia Cabral en la escuela de Tandil, llegaron muebles y utensilios para una vida confortable. “Trajeron todo lo que te puedas imaginar que se pueda necesitar en una casa cualquiera. Desde los platos, los pocillos para desayunar, las cucharas, no tenés idea. Todo”, expuso en más de una entrevista. En tanto, también reflexionó que "si la política no es escuchar hasta el último, si no es estar al servicio del que no pudo solo, como uno puede ser independiente en la vida, si no está para eso, no sé para qué está”, supo reflexionar.
Ya en la ciudad, el cantautor tuvo algunos problemas por su comportamiento y la rabia que sentía, que lo llevaron a tener conflictos con la ley. En un instituto de menores se encontró con un sacerdote jesuita llamado Simón que le enseñó a leer y escribir, lo puso en contacto con la literatura universal y lo impulsó a realizar sus estudios de educación primaria y secundaria, que llevó a cabo en tres años, en lugar de los doce que es el período normal en el país.
Asimismo, el propio Cabral consignó que arrancó a cantar "con los paisanos, con la familia Techeyro, en Tandil. El 24 de febrero de 1954, un vagabundo me recitó el sermón de la montaña y descubrí que estaba naciendo. Corrí a escribir una canción de cuna, Vuele bajo, y empezó todo".
Música, maestro
Según reseñó la periodista Leila Guerriero en el perfil que escribió del artista, en la década del 50 Cabral consiguió una guitarra, empezó a componer canciones y a trabajar como cosechero. Después, en junio de 1960, recaló en Buenos Aires para estudiar dibujo, pero las vueltas de la vida, o quizás porque el destino tiene sus caminos para quienes se atreven a andarlos, vio un cartel de la discográfica Odeón, cruzó la calle y se plantó diciendo que iba a grabar un disco. Cantó “Vuele bajo” y grabó un long play. Al mes era el número uno en ventas en la Argentina.
“De Tandil, que es de donde vengo a este lugar, sólo hubo que dar un paso, lo demás lo sabe Dios, pero eso no viene al caso, no viene al caso decía, y aún lo digo. Todos vamos por el tiempo andando el mismo camino, andando el mismo camino de la vida hacia la muerte o de la muerte a la vida, como más les guste a ustedes”, escribió en “Vengo de todas las cosas”.
Entre 1960 y 1965 Facundo Cabral fue, bajo el seudónimo del Indio Gasparino, un éxito de ventas. Le compró casa a su madre y creyó que esa vida era todo lo que quería hasta el fin de los días.
Conoció el éxito y la fama mundial, se hizo amigo de celebridades, nunca tuvo casa y siempre, aún en Buenos Aires, se hospedaba en hoteles. Su mujer y su hija fallecieron en un accidente aéreo, pero siguió cantando.
Poeta, cantante, filósofo, Facundo Cabral fue asesinado en la ciudad de Guatemala el Día de la Independencia de 2011, como se mencionó, en un atentado cometido por sicarios. Tenía 74 años, acababa de dar tres recitales a sala llena en el Teatro Roma de Quetzaltenango. Aunque sigue insoportablemente vivo y las calles de Tandil rezuman todavía algún recuerdo de ese hijo tan pródigo que supo acunar.