Cifras locales
Entre 2016 y 2021, se duplicaron los intentos de suicidio y los menores de 35 años son los más afectados
La problemática crece en la ciudad a la par de las estadísticas nacionales y mundiales. La mayor cantidad de casos de tentativas de suicidio afecta a los varones de 25 a 34 años, y a las mujeres entre los 20 y 24 años. El proyecto de Estrategia Local de Prevención del Suicidio busca fortalecer el trabajo en todos los ámbitos de la sociedad -sobre todo en las instituciones educativas- para sensibilizar sobre el tema.
El suicido es una problemática silenciosa que tiene sus intersecciones también a nivel local, con cifras que se disparan y políticas públicas que no alcanzan a contener la creciente demanda. Encima, el tema es aún en la actualidad un tabú para ser abordado públicamente, circunstancia que obtura su adecuado tratamiento y, además, el acceso a la salud mental no es equitativo para todas las personas.
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En esta línea, el pasado sábado se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y, como se publicó oportunamente, el vicepresidente del Sistema Integrado de Salud Pública (SISP), Luciano Grasso, presentó un proyecto de ordenanza ante el Legislativo para crear una “Estrategia Local de Prevención del Suicidio”. Más que la utilización de nuevos recursos, la iniciativa propone ordenar, fortalecer y sistematizar los lineamientos enfocados en esta dirección.
Al respecto, el funcionario y licenciado en psicología explicó que el análisis de la situación en Tandil arroja resultados similares a los registrados en el país y en el mundo. Es decir, refleja un incremento de intentos y suicidios consumados. Según los datos sistematizados por el área de Epidemiología del SISP, entre 2016 y 2021 se duplicaron las tentativas de suicidio en al ciudad, y los adolescentes y jóvenes conforman las franjas etarias más vulnerables.
La radiografía local
Asimismo, de los pacientes asistidos en el sistema público de salud, se relevaron datos de atenciones en guardia y de internaciones por intentos de suicidio, tanto en el Hospital Ramón Santamarina como en el Hospital de Niños Debilio Blanco Villegas, determinando factores como edad, género, antecedentes previos y métodos, para el período comprendido entre el año 2016 y el año 2021, inclusive. Por otro lado, se extrajeron los datos de los llamados al 101 a través de la información estadística publicada en la página oficial del Municipio de Tandil para casos de intentos de suicidio.
En concreto, todos los indicadores analizados en torno al intento de suicidio crecieron en este período: eventos en guardia e internaciones por motivos de salud mental en general y eventos en guardia e internaciones por intentos de suicidio.
En tanto, la información relevada mostró que el mayor número de casos se da en jóvenes, con una mayor incidencia en los varones de 25 a 34 años, mientras que en las mujeres, el pico se ancla entre los 20 y 24 años.
Además, en Argentina la mortalidad por suicidios ha aumentado en los últimos 20 años un 12,9 por ciento, y es la segunda causa de muerte en adolescentes. Por cada suicidio, hay muchas más tentativas cada año. Entre la población en general, un intento de suicidio no consumado es el factor individual de riesgo más importante. Además, la estadística marca que el suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años.
Al respecto, Grasso sostuvo que “es un tema que preocupa a todos los países y se trata de un problema de salud pública que requiere políticas acordes, con una buena capacidad de atención para la personas que atraviesen padecimientos de esta índole”.
Trabajo interdisciplinario
De este modo, repasó que el equipo de Salud Mental del SISP cuenta con profesionales en los centros comunitarios, en los consultorios externos y como servicio de guardia, pero que es necesario realizar otro tipo de abordaje y ordenamiento, además de derribar mitos y prejuicios en torno a la temática.
“Los adolescentes y jóvenes son los grupos a los que más hay que apuntar, trabajar en la secundaria y la universidad, que forman parte de esta estrategia que debe ser implementada paralelamente en diferentes lugares; las fuerzas de seguridad, los docentes. Tiene que quedar como una política del Estado municipal”, indicó.
Así, el proyecto de ordenanza propone una articulación que incluya a distintos sectores del Ejecutivo municipal, Concejo Deliberante, Poder Judicial con asiento en Tandil, Ministerio de Salud de la Provincia, Universidad Nacional del Centro, instituciones de salud del ámbito privado, Colegio de Médicos y de Psicólogos, Jefatura Distrital de Educación, Consejo Escolar, fuerzas de seguridad, medios de comunicación, clubes deportivos, entidades religiosas y organizaciones no gubernamentales vinculadas al tema.
En simultáneo, el texto legislativo establece también la formalización de un sistema de vigilancia, monitoreo y evaluación de la conducta suicida a nivel local, que dependerá del Área de Epidemología del Sistema Integrado de Salud Pública, con el propósito de obtener datos que permitan tomar las mejores decisiones posibles en la materia.
En tal sentido, la autoridad sanitaria precisó que es crucial que el sistema de salud esté disponible para atender la demanda, pero que la prevención debe ocuparse también de sensibilizar a la comunidad en general, y de destruir prejuicios que no hacen más que perpetuar paradigmas falsos y obsoletos.
“Es falso que no hay que hablar del tema porque eso puede generar un efecto contagio. Hay que hablar del tema, ofrecerse ante una persona con comportamientos alarmantes, brindar una escucha atenta, un lugar para pedir ayuda y efectuar un tratamiento responsable de la temática”, señaló Grasso.
Sensibilización
Aunque el suicidio o la tentativa no responden a un factor unilateral, sino que se trata de un fenómeno multicausal, hay sintomatologías clínicas en salud mental vinculadas a la depresión, la ansiedad y los consumos problemáticos que pueden establecerse como factores de riesgo.
Por otra parte, el profesional enfatizó que también hay otras condiciones que pueden ofrecer una pauta de alarma sobre este comportamiento: las problemáticas de aislamiento y vinculares, los problemas económicos y las enfermedades son denominadores comunes a la mayoría de los intentos de suicidio, que atraviesan colectivamente la temática.
De esta manera, detalló que “ante un aislamiento o cambios de conducta repentinos, ante la suspensión de actividades de la vida cotidiana que requieren de energía física y psíquica, el llanto o pensamientos negativos vinculados a la desesperanza, es conveniente acercarse a la persona y no obligarla a hablar, pero sí hacerle saber que no está sola”.
En paralelo, Grasso afirmó que frente a un intento o suicidio consumado “si miramos para atrás hubo señales” y aseguró que “no es verdad que el que avisa no se suicida”.
“Un gran porcentaje de los intentos de quitarse la vida corresponden a pacientes que se habían acercado al sistema de salud de alguna manera, por eso es importante que haya muchos profesionales disponibles y que estén capacitados para detectar las pautas de alarma”, subrayó.