En una versión inédita, el Carnaval de Mi Tandil explotó de espíritu murguero el tablado del Anfiteatro
Luego de dos reprogramaciones, el lunes finalmente inició el espectáculo más divertido del verano. Las murgas, comparsas y ensambles se reversionaron para actuar en un formato totalmente novedoso y así sortear la pandemia. Sin Momo, poco público, pero llegando a todos por streaming, la 17ma. Edición del Carnaval contagió como siempre su alegría.
Ayer se inauguró la 17ma. Edición del Carnaval de Mi Tandil en el Anfiteatro Martín Fierro, un espectáculo que logró sortear y adecuarse a los principios de la pandemia del Covid-19 para lucir su esplendor y contagiar el júbilo en la gente más allá de todo.
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Aunque debió ser pospuesta en dos oportunidades por las inclemencias del tiempo, la espera valió la pena y en esta ocasión las tímidas garúas no lograron amedrentar a los organizadores, participantes, ni al público.
Con una capacidad sumamente reducida en las tribunas, pero con un despliegue que permitió y permitirá la transmisión de cada noche a través de las redes sociales de la Subsecretaría de Cultura del Municipio, la esencia carnavalera pudo y podrá llegar a todos.
El cronograma fue tal como estaba planteado desde un principio, con la apertura a puro corazón de los Guardianes de Piedra, la murguita de Cerro Leones; luego el ritmo y colorido plumaje de Maracuyá; continuados por la distinguible propuesta de la tradicional Flor de Murga, y el cierre a cargo de los potentes repiqueteos de Parche & Solución.
Un carnaval especial, sin quema de Momo ni desfile, pero que dejó a la vista que siempre hay posibilidad de reinventarse, cuando el motor son la unión y la alegría.
La fiesta del pueblo
La cita fue a las 20.30 y con el protocolo en marcha, fueron pocas las personas que pudieron asistir presencialmente a disfrutar del show. Sin embargo, la propuesta organizada por la Subsecretaría de Cultura y los Amigos del Carnaval lo dio todo en un año tan especial.
Tal como aseguraron en la presentación, la unión y la persistencia lograron poner sobre el tablado el festejo popular pese a la pandemia. Según recordó Luján Brito, coordinadora del área, desde julio del 2020 que se pusieron a conversar sobre cómo harían para que este festejo se pueda realizar igualmente.
Justo por esos tiempos, de pleno invierno, el coronavirus se hacía sentir cada vez más en todos lados, generando miedos y restringiendo toda actividad. Pero eso no impidió, al menos, soñar. El tiempo fue pasando y de a poco la idea cobraba más color. Se sabía que no iba a ser lo mismo que cada año.
“Al principio sólo lo pensamos para que fuera por streaming”, contó Brito, pero la situación epidemiológica fue haciendo posible que algunos, aunque pocos, pudieran disfrutar el carnaval en vivo.
La avenida del Encuentro no sería en esta oportunidad el sitio ideal y seguro para adaptarse a las medidas preventivas, pero enseguida supieron que el Anfiteatro los albergaría.
Reveló que trabajaron mucho para amoldarse a los requerimientos planteados debido al Covid, con acondicionamientos, capacitación y aprendiendo a moverse de una nueva forma dentro de cada agrupación. Para esto, consiguieron permisos del Concejo Deliberante para que cada comparsa pudiera practicar en sus espacios y ensayaron con elementos para mantener la distancia.
Anoche se vio parte del gran resultado, planteos diferentes, renovados, propuestas novedosas, pero el espíritu de siempre, y así seguirán los demás grupos a lo largo del martes, miércoles y jueves.
Las voces de protesta
Allí, sin poder desfilar y en un espacio limitado, las canciones de protesta al mejor estilo murguero tuvieron más potencia y significado que nunca. Arengadas desde un escenario, como lo hacen los tradicionales ritos uruguayos, hablaron de temas muy en boga, como el feminismo, el patriarcado y la soberanía alimentaria.
Cada grupo carnavalero pudo desplegar su encanto alrededor de 25 minutos, también con un cupo de integrantes restringido para poder cumplir con el distanciamiento. Las propuestas fueron variadas, con actuación interacción con el público, contando historias y mostrando lo mejor.
Antes de la presentación de cada una, se proyectó en pantalla gigante un video donde los protagonistas contaron sobre su génesis, el significado de formar parte del Carnaval y el nuevo desafío que se les presentó. Todos coincidieron en algo: lo disfrutarían de la misma manera y buscarían contagiar al resto.
El amor al arte
Cuando entró la murga de los Guardianes de Piedra a inaugurar el escenario se podía sentir en el aire la mezcla de emociones de los participantes, de todas las edades, desde los más pequeños hasta los más experimentados.
Brindaron una puesta en escena diferente, en la que dos vecinos de Cerro Leones fueron indispensables. Ahí un enfermero y un panadero del lugar intercambiaron un diálogo que invitó a apreciar lo lindo del carnaval, su valor, su encanto.
Corearon sus luchas, bailaron y hasta hicieron burbujas que flotaron y se fueron con el aire fresco de febrero. Ellos hablaron de feminismo, repudiaron el patriarcado y contaron cómo es ese barrio que los vio surgir, donde hay caballos en las esquinas y los abuelos atesoran historias que comparten con los chicos. “Donde el bondi pasa poco y nos conocemos todos”, ya es un clásico.
De manera infaltable, las tradicionales y potentes “matanzas” estuvieron a la orden del día, y con la dulce voz de una de sus pequeñas integrantes fue llegando el final.
Si se hilara fino, podría decirse que faltaba el calor de los aplausos, de la gente amuchada y llena de espuma a los costados. Pero el esplendor de los participantes y el brillo en sus ojos garantizaron que todo fuera soñado.
A su turno, la comparsa Maracuyá llegó a puro ritmo, con colores, canutillos, brillos y plumas. Los cortes de la batucada dibujaron la coreografía y los bailarines se lucieron en cada compás.
El cierre estuvo en los bombos de Parche & Solución, haciendo repiquetear las palmas de los presentes y también el corazón. Estaba todo dicho, el carnaval había llegado definitivamente a Tandil.
El contundente mensaje de Flor de Murga
Flor de Murga va a cumplir 35 años de existencia y podría decirse que sin Dardo Casal y todo ese puñado de soñadores murgueros el espectáculo no sería el mismo. Siempre verlos llegar roba sonrisas y, en esta ocasión también recuerdos, porque le dedicaron esta presentación a los que ya no están, entre ellos Jorgito Melfi y Miguel Rouaux.
La puesta fue una amalgama de recursos, allí hubo murga, pero también teatro, música y un mensaje claro y contundente. Esta tertulia se llamó “Una reina que apesta”.
En el escenario se presentó un grupo de vegetales, disputándose el reinado de la huerta, pero de un momento a otro irrumpió en el lugar un carro fumigador que era acompañado por su amiga y “reina, la soja transgénica”. Proponían que pulverizando el campo con agroquímicos habría más y más para producir.
Pero Dardo, el agricultor y los vegetales echaron a estos intrusos del lugar, señalando que los alimentos deben ser naturales para poder dárselos al pueblo. “Mentira las buenas prácticas, dejen de envenenarnos, viva la soberanía alimentaria, vivan los alimentos naturales”, terminó diciendo a pura voz Casal, advirtiendo que todavía “estamos a tiempo” de hacer las cosas bien para el medioambiente y para la humanidad.
En tiempos en que Tandil trabaja sobre una nueva ordenanza de aplicación de agroquímicos, donde por un lado un gran grupo de vecinos y expertos lucha por alejar los pesticidas, y otro de empresarios y profesionales defiende las buenas prácticas prácticas agrícolas, el mensaje de Flor de Murga devino en un debate de gran actualidad.