Municipio
En ellas, saludaron a todo el personal municipal en Día del Empleado Municipal
Desde el Gobierno saludaron a los trabajadores municipales en su día. Las destacadas.
A diario cientos de trabajadores municipales cumplen con sus tareas habituales, que sin dudas, son fundamentales para la ciudad, para la implementación de políticas públicas y la prestación de servicios esenciales, que impactan directamente en la vida cotidiana de los tandilenses.
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En el día del empleado municipal, que se celebra cada 8 de noviembre, destacamos la historia de vida de dos trabajadoras que cumplieron 25 años de servicio y que la próxima semana serán reconocidas por su trayectoria junto a otros agentes de diferentes áreas comunales.
En ellas El Gobierno saludó a cada uno de los trabajadores que desempeñan su labor con compromiso y dedicación.
Carolina Amonarraiz, de la Ludoteca Municipal
Hace 9 años que Carolina Amonarraiz se desempeña como coordinadora de la Ludoteca Municipal que funciona en la Casa de las Juventudes de 11 de Septiembre y Arana. Pero es trabajadora del Municipio local desde hace 25, siempre en el área de infancias.
Carolina pertenece al personal de la actual Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat y cuenta con un largo recorrido durante el cual fue parte de diversos grupos de trabajo y acciones que, desde hace un tiempo, se han comenzado a pensar para todas las juventudes, en plural: niños, jóvenes, adolescentes y adultos mayores.
Pero sus inicios como trabajadora municipal fueron lejos del barrio de la Estación: en el Cai Mater de Movediza. Allí, durante casi 20 años, tuvo la posibilidad de ver cómo fue transformándose esa zona. “En estos 25 años he visto muchos cambios pero la transformación de La Movediza es uno de los más grandes. Cuando comenzamos a trabajar apenas había servicio de colectivos, estaba despoblado y las calles eran de tierra. Con el tiempo, aparecieron los barrios y los nuevos vecinos: la gente de los barrios de autoconstrucción, de las Casitas de la Esperanza, la construcción del CIC y lo que significó la reposición de la réplica de la Piedra para la identidad del lugar y su gente. He sido testigo de esa transformación y aunque ya no trabajo allí vuelvo mucho porque tengo mucha gente que quiero y que me quiere”, dice emocionada.
Hoy, su lugar es la Ludoteca Municipal, el predio que en octubre de 2020 quedó reducido a escombros, a raíz de un incendio que se cobró muchas pérdidas materiales pero afianzó el sentido de comunidad: ningún vecino permaneció indiferente aquel mediodía de sábado. Todos acudieron a ayudar y, con el apoyo de la gente y la voluntad de la gestión comunal, la Ludoteca renació, fortalecida, de sus cenizas. “Fue muy triste ver cómo el fuego consumió todo en pocos minutos. Sin embargo, nos sirvió para ver el amor que toda la comunidad le tenía al espacio, cómo se pusieron la camiseta: no hubo un vecino que permaneciera indiferente, todos se acercaron a dar una mano, a colaborar, a donar juguetes y libros. Hasta el día de hoy seguimos recibiendo donaciones y fue gracias a ese apoyo que pudimos levantarnos y seguir”, recuerda la docente.
En la reinauguración del predio, el intendente Miguel Lunghi destacó la convivencia de muchas juventudes que requerían pensar aquella reconstrucción desde diferentes políticas públicas que den respuesta a nuevas inquietudes y desafíos. Las acciones y la respuesta de la gente consolidan esta mirada del Estado comunal. “La gente del barrio y todos quienes participan de las actividades se apropian mucho del lugar. Es una verdadera casa de las juventudes: todas las generaciones encuentran propuestas, socializan, comparten talleres, aprenden y disfrutan de esta casa”, afirma Carolina.
25 años es mucho: mucha gente en el mismo camino, compañeros que se hicieron amigos, directivos que ya no están en la función pública pero cuyo respeto y reconocimiento por el trabajo compartido permanece a pesar del paso del tiempo. “Lo más importante de estos años es el amor de la gente, de los chicos que vi crecer y que ahora trabajan conmigo, los amigos que se hicieron, la gente que quiero, respeto y que me respeta y quiere”, concluye.
Adriana Potín, enfermera de Maternidad en el Hospital
“La enfermería es mucha ciencia y mucha paciencia” dice Adriana Potín, quien a poco de recibirse como enfermera –pertenece a la segunda cohorte de la UNMdP (Universidad Nacional de Mar del Plata)- ingresó a trabajar en el Hospital Municipal Ramón Santamarina donde el próximo 17 de diciembre cumplirá 25 años de servicio.
Desde entonces nunca se fue: aunque Tandil era un destino provisorio se terminó quedando, formó una familia –su esposo, también trabajador municipal- “y seguiré hasta que Dios lo disponga”, asegura.
Adriana era muy joven cuando ingresó como rotante en el servicio de enfermería del Hospital. La supervisora disponía donde la necesitaba, sin embargo recuerda especialmente el sector de Cardiología. “El paciente cardíaco es fascinante, sabe que se tiene que cuidar, es muy considerado y agradecido cuando acompañamos su cuidado, aunque siempre hay algunos rebeldes”, sonríe.
La enfermera se vuelve cercana e imprescindible, sobre todo en las noches, donde las horas alargan las incertidumbres y las esperas. “A veces, el paciente pasa mucho tiempo solo, por múltiples causas, ya sea por el régimen de visita o porque su familia trabaja y no puede estar más tiempo con ellos. Son esos momentos en que nos confían su historia, sus experiencias, cómo llegaron a esas patologías, cuáles son sus miedos”, dice Adriana.
En 2001 hizo un viraje de 180 grados: se convirtió en enfermera del sector de Maternidad donde el perfil de la paciente es muy distinto y el recambio, permanente. El contraste fue inmediato: “a veces estamos con mis compañeras ordenando la sala y de repente aparece un parto y la dinámica cambia al instante”, subraya.
En los últimos años, el trabajo de una enfermera de Maternidad también se fue transformando a la luz de los cambios que introdujeron nuevas miradas sobre cuestiones como el parto respetado y la lactancia. “Nuestro trabajo acompaña los cambios que se registraron en esos conceptos vitales que atraviesan la experiencia de maternar. Hubo transformaciones en muchos aspectos, como la dinámica de trabajo en el servicio o el tipo de paciente que llega entonces nos fuimos capacitando para acompañar esos cambios, sobre todo quienes venimos de una formación profesional más estructurada y conductista, donde la palabra del profesional era sagrada. Hoy partimos de un paradigma distinto e interdisciplinar: el paciente es protagonista y su voz es validada ante médicos de planta, residentes, obstétricas y enfermeras”, subraya.
Adriana busca en 25 años una buena síntesis de lo vivido como enfermera del Hospital. Entre muchas, elige una anécdota. Habían pasado varios años luego de haber dejado la sala de Cardiología, cuando un paciente se encontró con una mujer muy parecida a ella y le dijo: “usted es mamá de Adriana? Mandele un abrazo fuerte de mi parte”. Lo cuenta y se le ilumina el semblante porque puede imaginarse perfectamente la alegría de su mamá, al sentir que su hija sigue presente en la memoria de muchos pacientes que encontraron en ella un sostén fundamental durante su internación. Sin embargo Adriana no duda: “es mucho más reconfortante para mí, me da mucho orgullo por el trabajo que hacemos todos los días”.
Adriana está a punto de cumplir 25 años trabajando en el Hospital: no pasaron volando, pasaron bien, así lo define. El Hospital es el lugar donde aprendió a valorar muchas cosas, sobre todo su profesión, invaluable para ella y para quienes han contado con su acompañamiento. “La enfermería es mucha ciencia y mucha paciencia, pero es maravillosa”. Lo repite, para que no quepa ninguna duda.