El fervor cristiano se hizo presente en el Vía Crucis de la Familia
Iluminados con antorchas y velas, una populoso número de fieles se hizo presente ayer por la noche en El Calvario para ser parte de la tradición cultural y religiosa previo a los feriados por Semana Santa. A pesar de la amenaza de precipitaciones y una baja temperatura, las familias se acercaron para realizar una nueva muestra de fe.
Tras la suspensión del pasado martes, cuando un alerta meteorológico estuvo vigente durante casi toda la jornada, en la noche de ayer finalmente se realizó el Vía Crucis de la Familia, también conocido popularmente como el de las antorchas por la particularidad de realizarse de noche y donde la gente ilumina el recorrido con velas. Más de un centenar de tandilenses rindieron el culto católico.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailYa sin luz y con un cielo encapotado dominando la escena, los primeros feligreses se hicieron presentes en la avenida Monseñor de Andrea alrededor de las 19.30. La costumbre religiosa invita a realizar la actividad en familia por lo que se visualizaron grupos numerosos conformados por adultos y niños.
Mención especial para los adultos mayores que, pese a la dificultad física que puede significar afrontar el sinuoso y desgastante recorrido de El Calvario, tuvieron la voluntad de hacerse presente para realizar el acto de fe. La gran mayoría de ellos estuvieron en compañía de algún familiar que sirvió como apoyo para recorrer el trazado.
A diferencia de otros años, se dispuso de un operativo considerable. Los agentes de tránsito cortaron la circulación vehicular en la esquina de Ituzaingó y Monseñor de Andrea para la mano que dirige a El Calvario y también en Payró y Viamonte, obligando un desvío en el recorrido del colectivo 505. También se pudo ver a un puñado de oficiales de Infantería que resguardaron la zona.
Como sucede habitualmente, la gente de Cáritas realizó la convocatoria con la consigna de donar un alimento no perecedero. Sobre la senda peatonal de Payró y Monseñor de Andrea colocaron cajas de cartón donde fueron dejando las donaciones. Además la organización de la Iglesia católica que está abocada a brindar ayuda humanitaria, vendió velas para realizar el recorrido a quienes asistieron sin la suya.
Otra de las costumbres que hacen a uno de los eventos más destacados dentro de la grilla de actividades de Semana Santa fue la presencia de los estudiantes vendiendo distintos productos para recaudar fondos para los gastos que implican el último año escolar. Adolescentes de distintas escuelas estuvieron presentes desde Payró y Monseñor de Andrea hasta el pie de El Calvario vendiendo tortas, café y velas para las antorchas.
El Papa Francisco, en las oraciones
Cerca de las 20, la multitud presente comenzó a posicionarse en el inicio del recorrido. Canciones de iglesia sonaban a través de los parlantes y de un momento a otro cambiaron a un ritmo más de ambiente de celebración cristiana para dar el indicio de que pronto comenzaba el Vía Crucis de la familia.
Antes del inicio, una voz por los altoparlantes brindó una serie de recomendaciones a todos los feligreses. Pidió por el cuidado responsable de todos los artículos personales, que los niños no se alejen de los adultos y principalmente por el cuidado y el respeto del lugar en el que estaban presentes.
Luego, con un discurso locutado a dos voces, una femenina y una masculina, se dio la bienvenida a todos los presentes y se dio comienzo formal “al rezo del Vía Crucis”. Además de recordar la significancia del evento para la fe católica, desde los micrófonos indicaron que en las oraciones se iba a velar por la salud del Papa Francisco. También se pidió por todos los integrantes de “nuestra Diócesis, por nuestro país y sus dirigentes, por nuestros enfermos y por quienes no han podido llegar”.
En distintos tramos del recorrido por cada una de las catorce estaciones se hizo referencia a varios discursos enarbolados por el Papa Francisco. El recuerdo constante por el líder de la Iglesia católica cobró más fuerza a partir de la complicada situación de salud que tuvo que atravesar hace algunas semanas.
Con un ritmo cansino, en silencio y con la concentración en la celebración cristiana, la columna empezó a subir por el Monte El Calvario y recorrer cada estación. La cantidad de gente fue tal, que la cabeza del recorrido marchaba por la mitad del Vía Crucis y todavía había gente esperando a subir en el ingreso del monte.
Tras más de una hora y media de recorrido, las familias tandilenses presentes pudieron realizar una vez más el Vía Crucis de las antorchas. A pesar de la amenaza de lluvia que hubo durante toda la jornada, para la noche el cielo se despejó. El frío tampoco aminoró a los creyentes que volvieron a volcarse a la fe en el inicio de la Semana Santa.
Tres generaciones y la misma fe
Minutos ante de comenzar la celebración, mientras los presentes ultimaban detalles para emprender el recorrido, El Eco de Tandil dialogó con un devotos que participaron del singular acto de fe con neto corte tandilense.
Un adulto mayor, un adulto y una niña brindaron sus sensaciones a la hora de llevar a cabo el Vía Crucis de la Familia.
Cristina, una señora que se acercó acompañada por su hermana, le contó a este diario que “por suerte ya no llueve porque después de la suspensión y la llovizna de la tarde, teníamos miedo de perdernos esta actividad”. Con un visible cansancio, ante la exigente loma que representa Monseñor de Andrea cerró: “Para nosotros, los creyentes, esto es muy importante”.
En el otro extremo, Sofía, una niña que asistió acompañada por su madre y su abuela y que tal vez no tenía la noción concreta de lo que significaba el evento para los religiosos, expuso en pocas palabras la felicidad y el entusiasmo que le generaba vivir la experiencia y con una sonrisa soltó: “Me agarro de la mano de mi abuela para no perderme, hay mucha gente y está oscuro”.
Por su parte, Fermín llegó hasta Monseñor de Andrea y Payró con un niño de pocos años de edad en sus brazos. Contó que el rito católico es “una tradición en su familia desde hace años” y que por eso “una vez más decimos presente para agradecer y pedir por el bienestar de nuestros cercanos”.
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