El cielo rojizo del atardecer serrano, una consecuencia de los incendios de Australia
Una columna de humo proveniente de los incendios forestales de Australia pasó Chile y llegó a la Argentina. Si bien no tiene consecuencias para la vida cotidiana, se puede visualizar en los amaneceres o atardeceres, con el cielo y el sol, en un tono diferente al normal.
El paisaje sorprendió a más de una persona. El cielo rojizo del atardecer serrano no suele verse frecuentemente. Desde el lugar elegido por cientos de turistas para ver Tandil desde arriba, el escenario fue ideal para apreciar el fenómeno. ¿Qué fue lo que sucedió?
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl humo provocado por los incendios en Australia llegó a la Argentina, informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), y aseguró que no afecta a la salud ni perjudicará la normalidad de los vuelos. El humo ingresó a la Argentina desde Chile, por la Cordillera de los Andes “a unos cinco mil metros o más”, indicaron.
“¿Qué consecuencias puede tener? Ninguna muy relevante, sólo un atardecer y un sol un poco más rojizo”, señaló el SMN en su cuenta oficial de Twitter.
Explicaron además que el efecto “tiene que ver con la luz del sol, que en realidad es blanca, y con lo que le pasa en la atmósfera. El color blanco de la luz está compuesto por la mezcla de todos los colores del espectro visible. Estos colores son los que se ven cuando descomponemos la luz con un prisma” y agregaron: “Cuando la luz blanca ingresa a la atmósfera, encuentra partículas en el aire que absorben algunas de esas ondas y luego emiten otras en todas direcciones. Las ondas que absorben o emiten están relacionadas con el tamaño de las partículas que la luz intercepta en su viaje”.
“Los aerosoles y partículas generadas en los incendios son bastante grandes y dispersan mucho mejor las ondas que corresponden a los colores naranjas y rojos. Es decir, que son esos colores los que llegan a nuestros ojos, y por ese motivo, el cielo se vuelve mas rojizo”, detallaron.
En Tandil
El diálogo con El Eco de Tandil, el meteorólogo Gustavo Czop indicó que “el tiempo en atmósfera de este fenómeno dependerá de lo que dure el incendio y de la circulación atmosférica en general, no se puede predecir”.
“Se nota todo el día. Si uno mira el cielo, por más que esté despejado, el color del celeste no es el celeste azul, sino más bien pálido y grisáceo en algunos sectores, sobre todo mirando más para el lado del sol”, destacó.
Además, el especialista, destacó que “se nota más en el amanecer y atardecer debido a que cuando uno mira para ese sector atraviesa más atmósfera, entonces hay más concentración”.
Australia
Los incendios están ocurriendo en zonas de la costa este y sur de Australia, que es donde vive la mayoría de la gente. Estas zonas incluyen áreas alrededor de Sidney y Adelaida.
Desde septiembre del año pasado, los incendios han dejado un saldo de al menos 24 muertos y decenas de desaparecidos. Hasta el momento han quedado destruidas 1.200 viviendas.
Solamente en Nueva Gales del Sur se han quemado más de cuatro millones de hectáreas. En 2019, cerca de 900.000 hectáreas se quemaron durante los incendios de la Amazonia, y 800.000 en los incendios de California, Estados Unidos.
Australia siempre ha tenido incendios forestales -es lo que se conoce como temporada de incendios- pero este año son mucho peores que lo normal.
La causa inmediata es el clima, específicamente un fenómeno conocido como dipolo del Océano Índico, o también como el Niño indio, que ha propiciado un período de calor y sequía.
En 2019, Australia estableció dos veces un nuevo récord de temperatura. El 17 de diciembre se alcanzó un máximo promedio de 40,9 grados y al día siguiente 41,9 grados.
Mientras que la gente puede huir de los incendios y puede ser evacuada en caso de necesidad, las llamas son devastadoras para la vida silvestre de la zona afectada.
Los canguros, que se mueven rápidamente, pueden por lo general escapar a menos que queden rodeados por las llamas. Los koalas, que andan despacio, suelen perecer en los incendios.
Pero las llamas no sólo matan directamente a los animales. También destruyen su hábitat, dejando a los sobrevivientes vulnerables incluso mucho después de que los incendios se han extinguido.
Un estudio académico estima que cerca de 500 millones de animales ya se han muerto sólo en Nueva Gales del Sur. Además, se han perdido un sinnúmero de vacas y ovejas.
Eso se suma a un prolongado período de sequía. Por otra parte, algunos incendios comenzaron de forma deliberada.