El apremio de un anuncio, los contenedores “fantasmas” y un desborde inusitado
Las calles copadas de basura. El servicio privado de emergencia que no alcanza.
Tal se informa en estas páginas, el Gobierno anunció la puesta en marcha de la colocación de contenedores para atender la demanda vecinal de ubicar los residuos domiciliarios, en medio de un dilatado conflicto con los recolectores municipales y el escaso margen de acción del servicio de emergencia contratado por la empresa Malvinas, cuya erogación aguarda por precisiones.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl anuncio fue publicado rápidamente en las redes oficiales del Ejecutivo y en los medios de la ciudad, en procura de traer una provisoria solución a la caótica situación que impera en las calles. Sin embargo, lo informado no se condijo con la realidad, provocando un incremento del hastío y enojo ciudadano para con una escenografía insostenible en el corto aliento.
En efecto, las calles siguen copadas de basura y no hubo paliativo que alcance hasta el momento. Si algo le faltaba al vecino, al que le pidieron paciencia primero, para guardar los residuos en sus domicilios; colaboración después, para trasladarse al Relleno Sanitario y los Puntos Limpios, ayer se topó con la improvisación en su máxima expresión: los contenedores anunciados para ayer en su gran mayoría no estaban donde dijeron que iban a estar. Y, en otros tantos casos, incluso se generaron tensiones vecinales porque querían depositar sus bolsas de basura en contenedores privados que habían contratado un frentista para su propiedad.
Todo un combo perfecto para que la virulencia callejera fuera en aumento, como las mismas quejas, reclamos, que se escucharon en las líneas telefónicas del Municipio y sus funcionarios, como en las redacciones de los medios también, quejándose, avisando, que nada de lo que se había prometido se estaba cumpliendo.
Consultados funcionarios del Gabinete se limitaron a responder que sucedieron “problemas de logística” (SIC), y en algunos casos las bateas que se habían colocado se llenaron en cuestión de minutos y fueron llevados.
La lacónica explicación que buscó aclarar el bochornoso panorama siguió con encontrar razones en el desborde que por estas horas se padece con los residuos que el vecino deja en la calle, lo que implicó que se fuera “demorando el recambio”.
“La acumulación hace que los contenedores duren 45 minutos vacíos”, insistió un funcionario atento al problema denunciado por frentistas de distintos puntos de la ciudad, agregando que para la media noche “estarán todos colocados”.
Apremiados por un conflicto laboral de difícil salida en la finalización del año, en vísperas de las Fiestas, el Ejecutivo apuró una comunicación errática y poco eficaz que provocó más confusión y caos de lo que se venía padeciendo, ensayando remedios hasta aquí poco saludables a la de por sí convulsionada convivencia ciudadana, a sabiendas que se trata apenas de paliativos para salir de la emergencia, sin el tratamiento acertado para una enfermedad que parece no tener cura, acerca del recurrente conflicto con los recolectores municipales, hoy sensiblemente estirado en tiempo.
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