DISCAPACIDAD
El Andamio, un centro de referencia que lucha por sobrevivir
La inflación y la demora en los pagos impacta de lleno en el presente. La palabra de su directora, Dina Bos.
La situación actual de discapacidad en Tandil no es diferente a lo que está pasando con el resto del país. De hecho, la semana pasada, la organización Foro Permanente de Promoción de los Derechos de las Personas con Discapacidad se manifestó en Casa Rosada.
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El Eco Multimedios dialogó con Dina Bos, directora de El Andamio, que habló sobre el panorama que atraviesa la materia por la cuestión económica, pero también por el rol de la sociedad.
La situación actual de discapacidad no es diferente a lo que está pasando con el resto del país. Mientras que en el 2023 la inflación fue de un 220 por ciento, los aranceles dispuestos por la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y el ministerio de Salud aumentaron un 120,8.
Ya partiendo desde ese punto, “ya tenemos una pérdida tremenda”, señaló Bos. Es decir, los gastos operativos, que son obligatorios y mensuales, cada vez son más altos; y los aranceles suben muy poco.
Entonces, “lo que antes te permitía una soltura, ahora es luchar por la subsistencia. Ver si con lo que ingresa podemos llegar a fin de mes y quedar sin deudas. Eso es un gran desafío”, disparó la psicomotricista.
La pelea
Bos advirtió que “la situación es muy compleja. Hay muchas instituciones que no pueden sostenerse, y en ese camino estamos yendo todos. La estamos peleando, no queremos cerrar. Yo soy una apasionada de lo que hago y confío en que de alguna manera hay que seguir luchando para mantener espacios como estos”.
“Si esto desaparece va a ser muy difícil que se pueda volver a acceder a espacios tan completos”, aseguró.
Por otro lado, las instituciones que están avaladas por Nación, Provincia o Municipio tienen que cumplir ciertos requisitos y cumplir obligaciones que se mantienen. “Uno tiene que tener unos estándares de calidad altísimos, que generan costos; pero lo que ingresa por parte del Estado no se condice con la exigencia”, mencionó Bos.
Por ejemplo, las instituciones tienen que cumplir con la cantidad de profesionales por población, ante lo cual una opción que muchos han tomado es tener menos gente, pero nosotros no queremos bajar la calidad del servicio.
“Acá las familias nos eligen por lo que brindamos; porque hay cantidad y variedad de ofertas de lo que se hace. Para eso se necesita gente variada: arte, educación física, huerta, psicopedagogas, trabajadoras sociales, terapistas ocupacionales”, destacó la referente del centro terapéutico.
“Si uno empieza a desprenderse de esta gente, lo que hacen es achicar las posibilidades de los jóvenes que asisten. Y yo me niego rotundamente a bajar la calidad del servicio, pero es a lo que nos vienen empujando”, lamentó.
“Es triste y es duro ver esta realidad. Hay mucha movilización en todo el país. Por ahí Tandil no es una sociedad que se movilice tanto, pero muchas instituciones están avisando que van a cerrar sus puertas”, alertó.
Transporte y GPS
Otro de los problemas que atraviesa el sector es el transporte. Si bien en El Andamio no tienen ese servicio, está pasando que el combustible aumentó y en muchos lugares del país los transportistas ya no trabajan para las obras sociales, lo cual impacta directamente en la discapacidad.
A esto se le suma una polémica “totalmente invasiva” que planteaba que se iba a poner un GPS en los celulares de las personas con discapacidad para ver si realimente se cumplían los kilómetros que el transporte dice; si va a la institución los días que dice que van, y demás.
“Una cuestión totalmente invasiva a la privacidad de la persona con discapacidad, porque ninguno de nosotros, en ningún ámbito, permitiríamos que nos pongan un GPS”, sostuvo la directora del lugar.
A todo esto, muchos de los jóvenes que asisten a la institución no tienen celular o porque no pueden acceder o porque no saben utilizarlo. “Nosotros no indagamos en eso, porque además hasta van a tener que proveer los celulares”, afirmó.
Las demoras en los pagos
Además, las obras sociales tardan entre sesenta y noventa días, como mínimo, en abonar. “Todo el tiempo vivimos con la duda de si nos van a pagar”, aseveró Bos.
Ahora el arancel en discapacidad se aumentó un treinta por ciento, “y no alcanza para nada”.
Mediante la ley 24.901 se establecen las prestaciones que cubre el Gobierno a nivel nacional. En este caso, incluye centro de día jornada simple; centro terapéutico jornada simple, y estimulación temprana. Y prestaciones de apoyo, pero corren por otro circuito.
Las obras sociales pagan de acuerdo a lo que establece ese nomenclador nacional. El problema es que está atrasado: “paga tarde y algunas obras sociales, como IOMA, no se adhiere al nomenclador nacional y paga mucho menos. Y está mucho más atrasado en calidad y en tiempo”.
Ante este escenario, instituciones como El Andamio se ven muy perjudicadas porque "nosotros brindamos un servicio de calidad".
“Cuando se creó este proyecto, siempre dije que no quería dejar afuera a la gente de IOMA, de Incluir Salud, que por ahí son los que más necesitan de este tipo de servicios. Y sigo peleando para que puedan asistir, pero es súper difícil”, advirtió. Puntualmente a la institución les está pasando que cuando una persona realiza el proceso de admisión y envían los documentos a Incluir Salud, no tienen respuestas. Ante eso, son meses que "quedan en el aire". Los chicos concurren, pero sin tener la certeza de si van a poder continuar.
Bos se lamenta de que "esto funcionaba al dedillo", pero desde hace un tiempo atrás (antes de este gobierno) el sistema se frenó. "Están estudiando más quiénes ingresan a las instituciones, demorando, no sabemos qué pasa, pero pasa".
Puertas afuera
Bos considera que “en estos muros pasa de todo y se aprenden un montón de cosas, pero eso tiene que estar puesto en juego afuera”.
Por eso, tenían el proyecto "Salida con amigos" para llevar a los jóvenes a desayunar, merendar o un recital.
Para esto, adaptaron las cartas para que sean accesibles a través de pictogramas. Sin embargo, la economía les pone otra vez el pie en el camino. "La institución no puede asumir el gasto; y a las familias cada vez les cuesta más. ¿A quién le podemos pedir cuatro mil pesos para ir a desayunar?", expresó.
Entonces “hay cada vez más cosas que se van truncando. Es muy difícil, así que en este momento hay que reconvertirse y pensar en otras estrategias. Da lástima perder cosas conquistadas pero habrá que acompañar este procesos y pensar que el futuro va a ir para bien”.
Una gran experiencia
El espacio terapéutico tuvo una experiencia laboral en Open Sport, que a través de un proyecto estatal tomó a una persona con discapacidad como pasante rentado. El Andamio, por su parte, mandó a los profesionales para preparar al joven y a la empresa. Esta capacitación fue solventada por la institución, con lo cual le terminó saliendo más caro ese acompañamiento que lo que el joven ganaba.
"Eso te limita. Lo ideal sería que haya un apoyo pero que salga también desde el Estado. Tanto humano como material. Por ejemplo, en este caso, para organizar el talle del calzado, a las zapatillas 38 le pusieron emojis de caritas contentas; a los 37, caritas tristes. "Se logran cosas maravillosas", destacó. "Está bueno que los comerciantes se abran y se permitan esto".
Integración real
Por otro lado, hizo hincapié en que las personas con discapacidad puedan participar de todas las actividades culturales y recreativas, y no acotarlas a su condición, porque sigue siendo excluyente. “Nosotros somos un puente, los chicos no se pueden quedar acá encerrados”, consideró.
Ahora, en esta línea, lo que viene es más pelea por más espacios municipales, pero de integración real. Por ejemplo, si hay una escuela de fútbol municipal, los chicos de El Andamio van a ir. “Y si faltan profesores, bueno, que pongan otro. Y no que sea una escuelita de fútbol para chicos con síndrome de Down, porque eso no es inclusión”, aseguró Bos.
“Entiendo que se necesita más apoyo cuando una persona con discapacidad concurre a algún lugar, pero es importante destacar que nos nutrimos mutuamente. La discapacidad es un desafío, y todos tenemos desafíos”.
Un llamado al tandilense
Ante la consulta sobre cómo puede la comunidad colaborar con la institución, la respuesta fue altruista.
“La ayuda sería que la comunidad permita a las personas con discapacidad participar de las distintas actividades que se desarrollan”, dijo Bos.
Y agregó: “Faltan años luz acá para que haya una inclusión genuina. Nosotros peleamos mucho por la inclusión laboral de personas con discapacidad intelectual porque necesitan un apoyo permanente”.
Para finalizar, Bos relató un hecho que vale la pena mencionar. Más allá del Estado, aseguró que falta apoyo por parte de la comunidad. "Los autos pasan finito cuando ven cruzando un chiquito con dificultades para caminar, o les tocan bocina a una madre que va cargando a su hijo. La falta de empatía es lo que más me preocupa, además de las políticas de estado. Pero que el otro sea tan poco empático con aquel que necesita un segundo, me duele más".
SECUNDARIA
La casa propia, un sueño postergado pero vigente
Mientras tanto, existe el sueño de una casa nueva en Viamonte y Pairó, que hoy si bien está pausado, sigue vigente como objetivo a seguir.
Actualmente El Andamio tiene el centro de día, de 8 a 12. La construcción nueva está pensada para tener otro espacio donde poder ofrecer una jornada más larga.
El objetivo era ofrecer otras experiencias: por ejemplo que los jóvenes puedan almorzar ahí, participar de la elaboración de la comida y quedarse hasta la tarde para realizar otros talleres. Toda otra cuestión funcional que se pone en juego cuando uno puede extender la jornada.
Si bien la idea es de hace mucho tiempo, el desarrollo arrancó cuando en la pandemia se habilitó la construcción.
“Fueron casi dos años de mucho movimiento, pero en un momento tuve que decir hasta acá llegamos, porque tenemos que ver qué pasa con el panorama y ver cómo solventar la parte que falta”, mencionó Bos.
"Nosotros teníamos el presupuesto, pero llegó un momento en el cual todo empezó a dispararse", contó.
Finalmente, lamentó que “siempre tuvimos la idea de expandirnos y tener nuestra casa propia”, planteó entusiasmada Dina Bos. Sin embargo, “la realidad es que hoy estamos luchando por sobrevivir”.