El adiós a Elsa Marelli, faro de la educación en Tandil
Falleció días atrás a los 99 años. Fue docente y directora en la Escuela Normal.

El pasado miércoles 23 de abril falleció a los 99 años Elsa Noemí Marelli de Reyes, destacada educadora y figura emblemática de la comunidad de Tandil.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailNacida el 6 de mayo de 1925, dedicó su vida a la docencia con una pasión y compromiso inquebrantables. Se recibió de maestra en la Escuela Normal en 1942, a los 17 años, y posteriormente completó el profesorado de filosofía y educación en la Universidad Nacional de La Plata a los 22 años.
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Su trayectoria profesional estuvo marcada por su labor en la Escuela Normal Gral. José de San Martín, donde no solo ejerció la docencia, sino que también ocupó el cargo de directora, dejando una huella imborrable y contribuyendo al prestigio de la institución. Fue pionera en la enseñanza superior en Tandil, siendo una de las primeras profesoras universitarias junto a Osvaldo Zarini y Elsa Zubillaga, colaborando activamente en los inicios de la Universidad. Ejerció también en el Instituto Superior de Formación Docente y en el ISER.

Recordada como una "maestra en el sentido más completo de la palabra", Elsa fue formadora de formadores, una pensadora incansable y una mujer de principios claros. Quienes fueron sus alumnos y colegas destacaron su capacidad para inspirar y su visión de una educación de calidad, con anclaje ético y compromiso social. Su lucidez y espíritu crítico la acompañaron hasta sus últimos días, manteniendo un vivo interés por la lectura y el conocimiento.
Su legado perdura en las generaciones de docentes que formó y en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerla. Como expresó Alicia Bossata en la carta leída por Susana Capponi, "Elsa Marelli vive en quienes aún creemos que otra educación es posible".
Madre de tres hijas (Elsa Inés, Ana María y Mercedes), y abuela de nueve nietos, Elsa será recordada con gratitud y respeto por su invaluable aporte a la educación y a la comunidad de Tandil.
Para Elsa... Un recuerdo…
Hoy despedimos a una Maestra en el sentido más completo de la palabra. Elsa Marelli fue mucho más que una profesora de Ciencias de la Educación. Fue formadora de formadores, pensadora incansable, mujer de principios claros y compromiso profundo con la tarea de educar.
Quienes tuvimos la dicha de ser sus alumnos o colegas, sabemos que su legado no se mide solo en logros institucionales, sino en la huella viva que dejó en nuestras maneras de enseñar, de pensar, de actuar.
Como Directora de la Escuela Normal, le dió prestigio y sentido a una institución emblemática. Pero su impacto trascendió ampliamente esas paredes. Fue colaboradora principal de Osvaldo Zarini en los comienzos de un proyecto tan ambicioso como necesario: la creación de la Universidad. Desde los espacios del viejo ISER, junto a colegas que compartían su visión, la recuerdo soñando con una Universidad que creciera en calidad, que estuviera a la altura del país y del mundo, sin perder el anclaje ético ni el compromiso con lo social.

Aquellas caminatas por los senderos del ISER, en diálogo con Zarini, eran también gestos fundacionales. Allí se pensaban políticas, enfoques, estructuras; se discutía con profundidad y se proyectaba con esperanza. Elsa aportó claridad, espíritu crítico y una mirada pedagógica que integraba lo académico con lo humano.
En una entrevista reciente, a sus 99 años, nos habló con lucidez de los desafíos actuales de la educación. Reconocía la diversidad de opciones académicas, pero también alertaba sobre la pérdida de compromiso, el debilitamiento de ciertos valores fundamentales, y la necesidad de volver a una educación sostenida en principios sólidos, capaz de igualar oportunidades y despertar vocaciones verdaderas.
Elsa continuaba leyendo hasta sus últimos días. Filosofía, historia, biografías, ciencia... y volvía una y otra vez a sus maestros: Descartes, Malebranche, Scheler, Pucciarelli. Para ella, enseñar era una tarea que exigía pensamiento, sensibilidad y una coherencia profunda entre vida y palabra.
Hoy la despedimos con respeto, con gratitud y con el compromiso de sostener aquello que ella nos enseñó: que educar es construir, acompañar, sembrar en lo profundo. Que la docencia es más que un oficio: es una forma de habitar el mundo con sentido.
Elsa Marelli vive en quienes aún creemos que otra educación es posible. Y como ella decía, ser maestro es haber tenido grandes maestros. Elsa lo fue, y lo seguirá siendo en nuestra memoria y en nuestras prácticas.
Sobre el autor
Periodista deportivo y comunicador social.