Después de cuatro días de fiesta, finalizó la alegría carnavalera que hizo bailar a los tandilenses
Esta vez la lluvia no interrumpió el show. Fue una verdadera fiesta que siguió más allá de la pista por donde desfilaron las comparsas con su brillo y alegría. A las gotas de agua se sumó la lluvia de espuma que flotaba por sectores, haciendo un verdadero carnaval. El público y los murguistas contentos, contagiados de risas y fiesta para despedir al carnaval de Mi Tandil.
Anoche terminaron los corsos bajo un manto de llovizna y aire cálido, despidiendo una Avenida del Encuentro salpicada de espuma, música y color.
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Las 18 agrupaciones que hicieron de la 15ta edición del Carnaval de Mi Tandil una celebración recorrieron las casi tres cuadras del espacio bailando al son de sus tambores sin percatarse de las gotas. Como es habitual, cada murga se detuvo frente al escenario y allí presentó su número respetando los aproximados 15 minutos destinados para su show. Si bien el público se dispuso a lo largo de toda la pasarela, la mayoría se conjugó en el espacio central frente al palco de presentación, también ignorando el agua y disfrutando.
La apertura de la noche final estuvo a cargo del Candombe del Encuentro, que fue seguido por la comparsa de Gardey, luego fue el momento de Los Adoquines de Fulano de Tal, sucedidos por la comparsa Maracuya, la murga Los Caídos del Catre y comparsa La Serrana. A continuación llegó el espacio de lo que denominaron “El Rejunte”, que incluyó a la murga El Dragón de la vía, murga Soñada, el Murgón, murga de La Tribu, murga Tropezón de pulgas, murga Correla Voz, murga Los Guardianes de Piedra, murga Los Movedizos y Murguita de 7 colores. Ya sobre el final, el espíritu de Flor de Murga tomó la posta y cerraron los percusionistas de Reketupa Nuevo Batuque.
Por su puesto que si no hay espuma no es carnaval, las corridas por detrás del público armando guerras de lanzanieve también fueron parte de este cuadro carnavalero. Como cada una de las cuatro noches, el intendente Miguel Lunghi estuvo presente en la platea y, como es una fiesta, también recibió un baño de nieve artificial.
Debido al buen funcionamiento y buena experiencia en ediciones pasadas, volvieron a implementar el canje de envases de espuma vacíos por números para un sorteo, y evitar así que los mismos queden tirados en la calle. Así, cada noche se llevó a cabo la rifa de una bicicleta.
Semillas regadas
Este año el homenaje estuvo dirigido a Dardo Casal y los 33 años de Flor de Murga y el centenario del Club Ferro. Con este sentido, el celebrado y alma mater de cada edición, subió al escenario para despedirse de un nuevo ciclo. El festejo de Flor de Murga consistió en traer a la pista carteles de agradecimiento a personas e instituciones que escucharon el pedido de la agrupación hace 15 años para realizar el carnaval de la resistencia. Dardo recordó como fueron los inicios y el orgullo que significa hoy en día haber sido parte de ese momento icónico.
“No sería una fiesta del pueblo sin los grupos, murgas, comparsas y batucadas que hoy forman parte”, dijo Casal. “Fueron semillas que esta lluvia está regando y que será una flor que el año que viene brillará más fuerte”, auguró.
Cabe destacar que a lo largo de los 15 años del Carnaval de Mi Tandil han participado más de 6.000 personas y 45 agrupaciones diferentes poblaron las grillas desde su inicio en 2005. Según el dato, unas 900 personas participaron de las distintas comparsas, resultando un número similar a otros años.
El don de contagiar alegría
Sin dudas el momento en que desfilan las comparsas sobre las calles es un momento donde priman las sonrisas, la algarabía y el espíritu festivo, con poco espacio para la seriedad y el desánimo. Es que así se ve a la gente. Porque los que samban, con sus ritmos y disfraces, llevan el disfrute impregnado en el baile, en sus rostros y terminan contagiando ese gozo al público.
Como dijo días atrás Natalia Correa, cada comparsa con su estilo, con su mensaje, con su ritmo. En el caso de los Adoquines de Fulano de Tal, por ejemplo, contaron que pasaron días alucinantes en este “único festejo que el pueblo se autorregala”, tal como indicó Marco Núñez, uno de los referentes de la agrupación.
Día a día se vio materializada toda la energía del apasionante grupo tanto en la música como en el baile y eso, según dijeron, los llena de orgullo y motivación.
“El mensaje que brindamos es de inclusión en todos los aspectos, sean culturales, sexuales económicos y de cualquier índole, porque somos libres reales y queremos transmitir felicidad, amor y motivos para que en cada carnaval podamos sacar el espíritu afuera”, sostuvo Marco, quién dirige “la batuta”. “Quemar todo lo malo y esperar lo bueno”, sintetizó.
Por su parte Sandro Almeira, de Tropezón de Pulgas, contó que el trabajo de ellos empezó allá por octubre, o antes, y prepararse para el carnaval es uno de los objetivos planteados para el año. “Al trabajar con la niñez el objetivo es profundo desde el divertimento para que los chicos la pasen bien y sean parte de una construcción que empieza y termina con ellos”.
Los chicos jugaron en el desfile, se notó y eso fue lo más importante para el grupo, ya que la idea del espacio es que ellos sean los protagonistas. “Se generan vínculos muy profundos, así que invitamos a todos los que quieran acercarse a Las Pulgas a dar una mano, que siempre hacen falta”, enfatizó el tallerista.
A perfecto ritmo, los Reketupa cerraron la última noche de corso y su representante, Nicolás Rampoldi, subió al escenario con un gran ramo de flores para homenajear a “Pirucha” por ser un “ícono de esta celebración”.
El grupo se manifestó súper agradecido de que a pesar del clima la gente se quedó igual. “Nuestro único lema es salir a divertirnos, laburamos todo el año para llegar a este momento así que si musicalmente hay errores o no pasa inadvertido”, compartió Nicolás, asegurando que se deben al público.
El final que no termina
Este año la figura representada por dos arlequines llegó a través del aporte de una agrupación de egresados de Polivalente que presentó su carroza en la farándula 2018, en este caso acondicionándola especialmente para el Carnaval.
Fueron los alumnos de la Escuela de Arte 1, que se lucieron en octubre pasado en esta misma avenida del encuentro con lo que mejor saben hacer: arte en escenografía y en sus disfraces. La idea que presentaron fue del Circo y “Wimerakos” era la agrupación que los reunió. El mensaje que dieron en ese momento fue :“Tomar la decisión de cambiar es una de las cosas más importantes”, ya que cada uno de los arlequines representaba al lado bueno y al malo, sin descartar que todos pueden cambiar.
Para las 21 las comparsas habían finalizado su paso, pero el carnaval no se terminaba más, ya que las batucadas seguían sonando del otro lado de las vallas mientras se sorteaba la última bicicleta del ciclo.
Ahí comenzó una verdadera fiesta, con todas las agrupaciones unidas en los tambores y el baile, hasta con parte del público animándose a bailar, confundiéndose con los participantes. Se generó una ronda enorme, donde la música hasta parecía sonar más fuerte.
Y el carnaval volverá el año que viene, pero anoche parecía que no se iba a ir nunca más, la energía quedará retumbando en la Avenida del Encuentro hasta que los brillos, colores y repiqueteos vuelvan a llegar.