Desde la economía social y solidaria apuestan a concientizar sobre diez valores para el desarrollo local
Desde el programa de la extensión universitaria de Unicen refuerzan la campaña “Ponele un 10”. El objetivo es brindar herramientas para que la ciudadanía tome conciencia sobre los valores de la economía social y solidaria para un crecimiento comunitario. Son diez los puntos fundamentales, que además hacen hincapié en la educación en todos sus niveles, proponiendo diversas actividades.
La campaña comunicacional “Ponele un 10” tiene por objetivo sensibilizar y concientizar a la ciudadanía en torno a los valores y potencialidades de la economía social y solidaria (ESS) para el desarrollo local y comunitario.
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Al mismo tiempo busca potenciar a los equipos de universidades nacionales que trabajan en la temática ya sea en docencia, investigación o extensión favoreciendo el diálogo con diversas experiencias organizativas del amplio movimiento de la ESS.
La idea fue desarrollada por integrantes del Programa de Economía Social y Solidaria de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional del Centro (Unicen) y del Programa Crees Icotea de la Universidad de Quilmes, junto a distintos colectivos del sector en el marco de las acciones impulsadas por la Red Universitaria de Economía Social y Solidaria (RUESS).
El concepto principal sostiene que esta economía equivale a más democracia, por lo que el cuestionamiento que se hacen, y comparten, quienes impulsan la campaña es: “¿Por qué en lo económico naturalizamos la lógica del lucro, donde manda y decide quien más tiene y acumula?” Para lograr dar respuesta y fundamentar la importancia de esta economía para el desarrollo local y comunitario es que presentaron diez fichas metodológicas correspondientes a temáticas distintas.
En cada una buscaron acercar algunas nociones centrales y disparadores vinculados a cada eje de la campaña y proponer así algunas ideas para trabajar en el aula de una escuela pública o en el taller de una organización social, acompañando los primeros palotes de la educación inicial o disparando acciones reflexionadas en un espacio universitario.
“A través de estas fichas para la formación y la reflexión colectiva queremos gritar bien fuerte que ponerle un 10 a la economía social y solidaria es ponerle un 10 al software libre porque es conocimiento y tecnología para la comunidad y no para unos pocos”, explicaron desde la campaña.
En el mismo sentido, es un 10 a las empresas recuperadas por su capacidad de demostrar que el derecho al trabajo es más importante que el lucro. También para las prácticas de consumo responsable y los mercados solidarios porque construyen en cada intercambio las bases de una sociedad mejor. Al igual que para aquellos que promueven la equidad de género, ya que enseñan que no hay justicia económica sin igualdad de derechos para todos. A la vez, para las organizaciones de finanzas solidarias porque reniegan de la especulación y le ponen un crédito a la confianza. Y, es un “enorme 10” a las organizaciones campesinas y de la agricultura familiar porque le ofrecen al pueblo alimentos sanos, seguros y soberanos y no comoditties que no alimentan a nadie.
También lo es para las radios y televisoras comunitarias, para las revistas independientes, barriales y culturales que expresan en todo el país que otra forma de hacer comunicación es posible. “Necesitamos de esa comunicación en manos del pueblo para difundir y dar cuenta de esta economía que también busca crecer en manos del pueblo”, aseguraron.
Por último, es un 10 al trabajo cooperativo porque es más democracia económica, como para la educación cuando busca construir conocimientos para la liberación de las personas.
Comunicación y consumo
El primer planteo apunta a que la comunicación es parte de la vida cotidiana, ya que a diario las personas reciben y emiten mensajes que van construyendo la realidad que las rodea, y por eso es que se centran en la necesidad de que sea democrática.
Desde temprano en el celular, a través de las redes sociales, la radio o la tele, cada uno se interesa por ciertos temas y deja de lado otros. En las relaciones interpersonales, organizaciones, historias, costumbres, relatos, sueños y expectativas diarias, los medios de comunicación ocupan un rol muy importante en el debate público.
El segundo en importancia es el consumo responsable, donde la premisa niega rotundamente que se pueda vivir sin consumo, pero a la vez destaca lo indispensable de pensar qué y cómo se consume.
En consecuencia, sostienen que en el marco de otra economía se hace necesario construir otra cultura de consumo, que contribuya a una sociedad sostenible y justa y logra alejar del “modelo hegemónico capitalista, patriarcarcal y colonialista, que lleva a consumir sólo lo que producen y publicitan las grandes empresas”.
La propuesta es cambiar los hábitos aprendidos en la cultura y aportar a otro tipo de producción, más solidaria y justa. De esta manera, consignan que el consumo es responsable si hace pensar y repensar cuáles son las necesidades reales y discernir éstas de aquellas construidas por la maquinaria publicitaria que generan las condiciones necesarias para el consumismo.
Trabajo cooperativo y educación
Principalmente en estas fichas se destaca a las cooperativas como una de las principales organizaciones que hacen a la economía social y solidaria. Aquí, entonces, explican de qué se tratan, cómo se conforman y dan ejemplos de casos distinguidos. Además, demuestran que alrededor de 10 millones de personas en el país están ligadas a alguna de estas entidades. Asimismo, señalan que el diez por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina es generado por cooperativas.
Por su parte, en educación se refieren a un proceso de formación para transformar y construir. Para destacar su valoración, comparten las palabras de la reconocida maestra y pedagoga Olga Cossettini: “La educación no puede ser valorizada sobre la base de la mera enseñanza. Su contenido debe ser fundamentalmente político en cuanto se refiere a afirmar la democracia, crear una conciencia colectiva, constructiva y fraternal que asegure a las nuevas generaciones una vida con libertad de acción y pensamiento”.
Finanzas solidarias y equidad de géneros
Las finanzas solidarias apuestan a la democratización del acceso al crédito, explicando las microfinanzas, las finanzas éticas, detallando prácticas innovadoras con instrumentos monetarios y financieros, y presentando casos de políticas públicas basadas en las finanzas solidarias.
Mientras que con la equidad de género buscan una educación que se encamine hacia el respeto hacia los derechos de todos, buscando que se cumpla desde el núcleo familiar, hasta en la política, en los cargos públicos y la sociedad en general. El primer paso sugerido es reconocer que existen desigualdades desde el plano económico, político, social y cultural, entre varones y mujeres.
Mercados solidarios y empresas recuperadas
En primer lugar, la intención es advertir que no existe un solo tipo de mercado. A partir de ahí, el precepto indica que los mercados solidarios son los que logran establecer relaciones sociales entre los productores y los compradores, basándose en una nueva ética donde priman el precio justo, al calidad y el cuidado del ambiente, entre otros.
Por otro lado, mencionan que antes del 2001 no existía el término “empresas recuperadas” ni en Argentina ni en ningún otro país del mundo, aunque la primera fábrica en funcionar de esa manera arrancó en 1952.
Lo importante en este punto, según exaltan, es ocupar, resistir y producir gracias a la capacidad de los propios trabajadores.
Soberanía alimentaria y software libre
La soberanía alimentaria se puede definir como el derecho de los pueblos a ejercer control y poder de decisión sobre sus políticas agrarias y sistemas alimenticios, con el fin de que las producciones sean accesibles, de calidad, nutritivas y culturalmente apropiadas. Esta perspectiva propone a los alimentos como derechos y no como mercancías que estén regidas por las lógicas de maximización del lucro, especulación y acumulación de los grupos económicos.
Por su parte, el software libre hace referencia a una conexión y soberanía tecnológica. Esto quiere decir que el software debe respetar los principios básicos de uso, estudio, compartir y mejorar. Son cuatro libertades que garantizan el crecimiento de las comunidades que lo desarrollan y sostienen, así como de las organizaciones.