Historias
Cuatro tandilenses cumplieron su promesa tras ganar el mundial, caminando 55 kilómetros en un día
Por diversas razones la caminata se pospuso, pero a poco más de cuatro meses de la obtención del título del mundo, salieron desde Tandil hasta un campo ubicado en La Numancia, en una travesía que duró 11 horas.
El 26 de noviembre de 2022, al igual que todo un país, cuatro vecinos de la ciudad se encontraban festejando el primer triunfo de la Selección Argentina en el mundial de Qatar, tras la durísima derrota en el debut ante Arabia Saudita. En ese momento, con las esperanzas de obtener el título renovadas, Ezequiel, Emanuel, Marcos y Leonardo, prometieron que, si el seleccionado llegaba a la final del certamen, caminarían desde la ciudad, hasta el campo familiar de uno de ellos, ubicado en las cercanías del paraje rural La Numancia, a 55 kilómetros de distancia.
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El equipo no solo llegó a la final, si no que en un partido infartante venció a Francia, logrando la tercera estrella en la historia futbolística del país. No había más excusas, se había hecho una promesa, y había que cumplirla. La decisión estaba tomada, solo restaba organizar una posible fecha, que acordaron que sea luego de que pase un poco el calor veraniego, considerando lo extenso y agotador de la empresa en la que decidieron aventurarse.
Así, tras varios idas y vueltas, aprovechando el feriado nacional por el Día del Trabajador, lograron organizarse para realizar la caminata, saliendo desde Tandil a las 6, cargando cada uno su mochila y una bandera con la frase “La Numancieta”, haciendo referencia al famoso apodo con el cual se catalogó al conjunto dirigido por Lionel Scaloni, “La Scaloneta”.
Salieron desde la Escuela Granja, llegando a destino a las 17, donde los estaban esperando los familiares para recibirlos, quienes también los asistieron durante el camino, llevándoles alimento e hidratación. En comunicación con El Eco de Tandil, Ezequiel Ferreyra, uno de los integrantes del grupo, describió la experiencia con lujo de detalle.
En primer lugar contó que la propuesta nació tras la victoria en el segundo partido del mundial, cuando se renovó la fe de hacer un gran papel en el certamen. “Dijimos que si llegábamos a la final íbamos a cumplir algo, pensamos algunas ideas pero eran muy fáciles, y como vimos cómo estaban dejando todo los jugadores, queriendo ganar la copa igual o más que nosotros, con una hambre de gloria admirable, decidimos hacer esta caminata que terminó siendo de 55 kilómetros”, relató.
La promesa se retrasó por la apretada agenda laboral, además “uno de lo que venía jugaba al fútbol los domingos que era el único día que podíamos todos, así que por más que habíamos puesto varias fechas, no lográbamos organizarnos”. El tiempo fue pasando, hasta que el hermano de Ferreyra ofreció la opción de hacerlo el 1 de mayo, “era feriado y no trabaja nadie, el domingo llovía, así que el clima iba a estar fresco, entonces quedamos de hacerla ese día”.
La travesia
El joven explicó que ninguno de los cuatro se dedica al deporte, ni había hecho actividades similares, por lo que era una incógnita saber si lograrían llegar a destino.
“El arranque fue muy bueno, hicimos siete kilómetros en una hora y cuarto, no nos cansamos nada. Tomamos un poco de agua, ya había salido el sol así que fue un empujón también, la ruta de noche era medio peligrosa, ya veíamos mejor, así que hasta ahí veníamos muy bien”, expresó.
Si bien se detuvieron algunas veces para hidratarse, la primera parada fue recién a los 22 kilómetros, cuando hicieron una colación con fruta, frutos secos, y un poco de agua, que duró 12 minutos.
“Programamos tres auxilios para el camino, venían familiares para reponernos el agua, y en el auxilio del medio, que fue al mediodía, hicimos el almuerzo con unos sandwichs livianos de pollo, elongamos un poco, cambiamos las zapatillas, pasamos del pantalón largo al corto y seguimos” sostuvo Ferreyra.
A partir de allí, la piernas de los caminantes comenzaron a pasarles factura, y así como venían charlando y riendo durante la primera mitad de la travesía, luego del almuerzo el cansancio se empezó a sentir, aumentando con el correr de las horas, y la disposición para conversar fue mermando lentamente.
“A las tres horas hicimos la última parada en el boliche de la Numancia, que había movimiento por que estaba la doma, fueron ocho minutos, tomamos algo y seguimos los nueve kilómetros que nos quedaban, y ya ahí veníamos muy cansados, los músculos no responden igual, y cada paso cuesta”, narró.
Este último detenimiento reemplazó al último de los auxilios programados, estipulado para 4 kilómetros antes de llegar al campo, que optaron por no realizarlo, “para no enfriarnos, por que nos iba a hacer mal, ya las piernas estaban al limite, se sentía mucho cansancio, y además hacia mucho frío”.
Minutos antes de las 17 lograron su cometido, tras 11 horas de viaje, en las que se detuvieron un total de 55 minutos. “Cuando llegamos elongamos bien en caliente, nos sentamos a tomar algo ahí y charlar un poco de la aventura, y cuando nos levantamos de la mesa, no podíamos ni caminar, no podíamos subir a la camioneta para volver, por que se subía uno para acomodarse y se acalambraba, bajaba y el otro intentaba subir, hasta que pudimos meternos como pudimos y volvimos a la ciudad”.
La promesa se cumplió a pesar de la demora, y si bien sintieron el rigor físico durante gran parte del trayecto, “fueron 10 horas muy lindas, charlamos mucho y nos divertimos, al menos los primeros kilómetros, lo cierto es que pensábamos tardar 12 o 13 horas, así que quedamos satisfechos en ese sentido”.
Ahora analizan volver a hacerla, ya que hubo integrantes de la promesa que no pudieron participar, aunque Ferreyra asegura que la próxima vez será con entrenamiento previo, “por que esta vez no nos preparamos, se nos vino la fecha de repente, y si bien la terminamos y la disfrutamos mucho, terminamos bastante cansados”.