Consuma Dignidad, el proyecto de la Unicen que en tres años logró acercar el comercio justo a toda la sociedad
Nació en 2016, en el seno del Programa de Economía Social y Solidaria, como beneficio para docentes, no docentes y estudiantes, pero este año logró abrirse a toda la comunidad. La plataforma de comercialización Chasqui y la Canasta Cooperativa Sindical, entre los logros. El don de poner cara a cara al consumidor con el productor.
Con la llegada del fin de año, también llegó un tiempo de celebración para el proyecto de intermediación y comercialización solidaria Consuma Dignidad, que cumplió sus primeros tres años de desarrollo.
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Se trata de la apuesta que vienen desarrollando desde 2016 dentro del Programa de Economía Social y Solidaria (PESS) de la Secretaría de Extensión de la Unicén y que se propuso como objetivo incentivar y promover el consumo responsable y consciente de mercaderías artesanales locales.
En todo este tiempo, no solamente han incrementando la cantidad de consumidores que cada mes eligen volcarse a la opción del consumo responsable, sino que han logrado implementar con éxito la plataforma de comercialización solidaria “Chasqui”, un sistema de software desarrollado por la Universidad Nacional de Quilmes, en conjunto a un equipo de investigadores y extensionistas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Unicen, y en articulación con la Federación Argentina de Cooperativas de Tecnología (Fattic) y dos de sus cooperativas de software asociadas (Geneos de Tandil y Código Libre de Quilmes).
Asimismo, de forma complementaria a la propuesta de Consuma Dignidad, y de la mano de la creciente articulación con los dos sindicatos de la Universidad, Adunce y Atuncpba, se comenzó a impulsar la llamada Canasta Cooperativa Sindical, de la cual se realizaron dos ediciones con gran aceptación por parte de la comunidad universitaria.
El éxito en estos tres años ha sido tal que lo que surgió como una figura intermediaria y solidaria entre el productor y el consumidor, diseñado para que docentes, investigadores, becarios, no docentes, graduados y estudiantes, terminó estando a disponibilidad de toda la comunidad en general. La intención es que todos accedan a artículos elaborados con materia prima local, en consonancia con el cuidado del medioambiente, bajo las bases del trabajo autogestionado y promoviendo un precio justo.
Sólo durante 2019 se realizaron aproximadamente 700 pedidos por 7 mil productos. “El mayor logro de estos tres años fue sostener el proyecto y hacerlo crecer en un contexto de fuerte crisis socioeconómica. Para eso, fue fundamental el esfuerzo de cada emprendimiento y también de quienes apostaron por él y realizaron pedidos de productos”, manifestaron desde la coordinación.
Intermediarios solidarios y otros sueños
Desde la coordinación del proyecto, otro de los objetivos que perseguían apuntaba a seguir avanzando en cuanto al alcance del proyecto y no quedarse solamente en el público universitario, que fue con quienes comenzaron. Este sueño también se ha cumplido, ya que hoy están abiertos a toda la sociedad tandilense, para que cualquier ciudadano tenga el acceso a productos locales, saludables y con precio justo.
Para que esto resulte, pusieron toda la energía en acompañar a las distintas organizaciones para que puedan tener una capacidad de producción que sea acorde a la demanda. Así, se fueron incorporando de a poco otros colectivos de trabajadores principalmente organizados, siempre locales, habilitados por Bromatología y con todos los papeles requeridos en regla. Esto quiere decir que cualquiera que cuente con un emprendimiento con estas características puede ser parte.
En consonancia, otro de los grandes crecimientos que han experimentado está ligado a la cantidad de emprendimientos que se sumaron a la propuesta, un número que fue escalando las expectativas constantemente. En la actualidad cuentan con unos 30, siendo la mayoría productos alimenticios, desde panes, budines, tapas de tartas y empanadas, dulces, conservas, yerba, pastas frescas, alfajores y variedad de lácteos; pero además ofrecen artículos de aseo personal y cosmética natural, como jabones, desodorantes y polvo dental, entre otros.
Desde el PESS los denominan intermediarios solidarios porque lo que hacen es facilitar ese vínculo entre las dos partes interesadas, brindando el lugar físico para el encuentro y ofreciendo los recursos humanos para toda la gestión, que significa la difusión, recolección y procesamiento de pedidos, que luego pasan a las diferentes organizaciones.
Los miembros de Consuma Dignidad contaron que al ser la Universidad un organismo público, parte del Estado, se ven en la obligación de estar al lado de los productores que tienen menos oportunidades y mayores dificultades de competir abiertamente en el mercado en general.
Por su parte, con los consumidores realizan a través de otros programas una tarea de de sensibilización hacia un consumo responsable. Se trata de personas que problematizan el consumo y se plantean el hecho de adquirir lo que realmente se necesita. Es un entorno que piensa y analiza qué es lo que hay detrás del acto mismo de comprar, a quiénes benefician, bajo qué lógicas, con qué insumos, si tienen conservantes o no, si tienen químicos o no.
Cara a cara con el productor
La metodología sigue siendo prácticamente la misma, una vez por mes los interesados pueden acceder a un listado digital que detalla los más de 100 productos disponibles y sus correspondientes precios, seleccionar las opciones y cantidades que deseen, y con un simple click lo envían a los coordinadores de Consuma Dignidad que se ocupan de distribuir esos pedidos a cada emprendimiento.
Así cada organización prepara sus elaborados y los tiene listos para la fecha de entrega, que generalmente son jueves y viernes de la primera semana del mes. El punto de encuentro se da el primer día en el Centro Cultural de Unicén y el segundo en el gimnasio del Campus.
En ambas ocasiones los compradores no solamente se acercan a retirar sus encargues, sino que también tienen la posibilidad de conversar con los productores de eso que ese están llevando. Como no ocurre en los supermercados u otro tipo de locales, esta es una de las grandes ventajas que tiene el consumidor.
El hecho de ponerse cara a cara con su vendedor le permite preguntar todo lo que se le ocurra y necesite saber acerca del artículo, ya sea cómo lo fabrican, qué contiene, de qué se trata el proceso, con qué materiales o bajo qué normas. Cuestiones que además van a ayudar a comprender el precio que vale. Detrás de los productos están los productores y eso no pasa siempre, pero se está dando cada vez más.
El compromiso ambiental
Cabe destacar que los días de entrega además se arma una mesa común, con elaborados extra a los ya vendidos, para aquellos que gusten agregar algo más a sus bolsas. También está a disposición un canasto destinado al reciclado de frascos, que una vez vacíos son devueltos limpios para que entre los productores se los repartan y vuelvan a utilizarlos. En este tipo de actividades está muy marcado el concepto de las tres “erres” que apunta a reducir, reciclar y reutilizar materiales y generar cada vez menos deshechos. De hecho, cada uno se acerca con su bolsa no descartable, y si no la tienen o se la olvidaron, pueden adquirir una de tela de Consuma Dignidad en el mismo lugar.
El consumidor llega al lugar, se le entrega el formulario con el pedido que realizó por internet, recorre los distintos puestos recolectando su mercadería y luego elige porqué medio realiza el pago.
Integrantes del programa contaron que cada vez llegan a más personas y asimismo la lista de interesados va en aumento. Destacaron que además hay un grupo de estudiantes y docentes muy comprometidos y que acompañan y colaboran con la iniciativa desde el comienzo.