Con un matiz sustentable, se presentó el primer ladrillo a base de telgopor reciclado
El Municipio y la Unicen, en conjunto con entidades civiles, mostraron los primeros avances en la fabricación de un ladrillo hecho a base de telgopor. Buscan obtener la certificación de material apto para la edificación de viviendas. El proyecto permitirá crear puestos de trabajo y ofrecerá una alternativa sustentable para la construcción.
Con el visto bueno de varias instituciones, ayer se presentó oficialmente el proyecto de confección de ladrillos a base de telgopor, que llevan adelante el Municipio y la Universidad Nacional del Centro con diferentes entidades de la sociedad civil. El telgopor -poliestireno expandido- es un material que normalmente se desecha y que, a través del valor agregado, puede ingresar al circuito de la economía circular y contribuir al cuidado del entorno, estableciendo lazos con un modelo de desarrollo sustentable y generando la posibilidad de puestos genuinos de trabajo.
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En un pequeño predio ubicado en pasaje Güiraldes entre Pratt y La Rioja, se puso en marcha la propuesta que aúna el esfuerzo de la Dirección de Medioambiente de Tandil, la Secretaría de Desarrollo Social, la Mesa Solidaria, las facultades de Ciencias Exactas, Económicas y Humanas de la Unicen, la Fundación Pachacamac y la ONG Punto Verde. Hasta allí llegaron el intendente Miguel Lunghi; la secretaria de Desarrollo Social Alejandra Marcieri; y el subsecretario Pablo Civalleri; el director de Medioambiente Héctor Creparula; el presidente de la Fundación Pachacamac Nicolás Habarna; la referente de Punto Verde María José Abásolo; y Marcelo Stipcich, integrante del Instituto de Física de Materiales de la Facultad de Ciencias Exactas, entre otros funcionarios, miembros de las entidades y científicos.
La presentación estuvo a cargo de Habarna, quien mostró las máquinas y ladrillos, y narró cómo fue el proceso que desarrollaron, en base a ensayo y error, hasta llegar al producto final. El titular de Pachacamac destacó que “esto es un sueño que se transformó en realidad. Hace más de un año que venimos trabajando con esta idea que nos presentó Felipe Verellén y llegamos a un ladrillo que tiene varios beneficios. En primer lugar, se pueden generar puestos de trabajo a través de su fabricación; en segundo lugar, estamos reciclando el telgopor incorporándolo al ladrillo en una proporción muy importante, con lo que eso significa para el cuidado del medioambiente, y además los informes de la Universidad demuestran que es un ladrillo de muy buena calidad”.
Una idea ingeniosa
La idea original pertenece a Felipe Verellén, quien hace muchos años en la fábrica de sus padres comenzó a buscar un material liviano para la construcción. Se dio cuenta de que el telgopor, que abundaba en todas partes, era un buen componente para incorporar a los ladrillos y reemplazar en parte la arcilla y el polvo de piedra. Estos tienen un 50 por ciento de telgopor, 34 por ciento de polvo de piedra y 16 por ciento de cemento.
Años después, tomó conciencia de que se podía favorecer al entorno de esta manera e inventó una máquina muy simple –a partir de una cortadora de césped- para procesar telgopor y elaborar las piezas en su propia casa. Posteriormente, presentó la idea a la gente de Pachacamac para que ejecutaran el emprendimiento.
“Se puede hacer cualquier tipo de obra, en su momento hice estudios técnicos con Loma Negra y estos ladrillos tienen amplia aceptación en humedad, son hidrófugos, térmicos, livianos, resistentes y de fácil transporte”, relató en diálogo con El Eco de Tandil.
El especialista cree que, una vez que puedan incorporarse al mercado, el precio será accesible o similar a los ladrillos que se emplean en la actualidad. “Todo se puede reciclar, sólo hay que usar la imaginación”, inspiró.
Desarrollo sustentable
La presidenta de la ONG Punto Verde, María José Abásolo, especificó que, desde la entidad, el primer problema que encontraron era la generación constante de basura, y sobre todo la proliferación del telgopor. Este elemento colapsa el sistema de recolección municipal, los recuperadores urbanos no lo pueden reutilizar porque no tiene valor comercial y representa un riesgo si queda expuesto en el ambiente.
Buscando una solución para este problema, llegaron a Felipe, que les cedió la máquina de su autoría para que empezaran a procesar el material hasta desintegrarlo en unidades mínimas. Posteriormente, empezaron a producir esferas pequeñas para utilizarlas como relleno de almohadones y pufs, lo que los habilitó para iniciar un emprendimiento de fabricación de estos objetos.
“El segundo proyecto fue la construcción y ahí tomó las riendas Pachacamac. Usamos telgopor en lugar de arena o polvo de piedra que es un recurso no renovable, que los residuos reemplacen a algo que habitualmente se extrae de la naturaleza concuerda con los objetivos de Punto Verde”, amplió Abásolo.
Hoy, cuentan con tres máquinas trituradoras que podrían estar funcionando en todos los Puntos Limpios municipales, pero esto no es una tarea fácil debido a los costos que implica mantener un operario que se ocupe del trabajo. “Lo tiene que pagar la asociación y no tenemos ingresos suficientes como para que ese motor no se pare, lo paradójico es que el telgopor no se frena, se siguen acumulando las cantidades. Ahora contamos con alumnos de la carrera de Gestión Ambiental que tienen que hacer trabajo de campo, entonces Punto Verde le paga los viáticos, pero sería buenísimo generar un puesto de trabajo genuino y tener un operario que gane un buen sueldo procesando el telgopor”, expuso.
El aporte de la Unicen
Diego Velázquez, doctor en Física por la Unicen que se desempeña en el Ifimat (Instituto de Física de los Materiales de Tandil), es uno de los actores involucrados en este ambicioso proyecto.
A partir de un trabajo realizado para el proyecto Rehto (Reutilización de Hardware Tecnológicamente Obsoleto), que funciona en la Facultad de Ciencias Exactas en colaboración con el Municipio, surgió el problema de qué hacer con la parte plástica de los desechos (carcasas de monitores, CPU, celulares,) que no se pueden reciclar en Tandil, y empezaron a estudiar la incorporación de ese plástico triturado en pastas cementicias.
Diego tiene una beca postdoctoral del Conicet para estudiar el tema y, como una derivación del estudio, apareció la cuestión del tratamiento de otros polímeros, en este caso el poliestireno expandido. “Como teníamos cierta experticia investigando pastas incorporando polímeros, nos metimos de lleno en esto. Nuestro trabajo fue asesorar respecto de ciertos protocolos y parámetros que son muy importantes en las propiedades físicas de la pasta”, apuntó.
Los profesionales desarrollaron diversos estudios para establecer las propiedades del telgopor y sus posibilidades como material de construcción. Por ejemplo, la investigación arrojó que la tensión a la rotura depende de que sean todos iguales y eso implica respetar ciertos parámetros. Si las “pelotitas” de telgopor no se trituran de modo uniforme, las propiedades cambiarán ostensiblemente.
Además, descubrieron las propiedades térmicas del material, que al ser poroso conduce en menor proporción el calor. “El material se convierte en más aislante, si hace calor afuera este no llega al interior y, si hace mucho frío, no se traslada. Esto se traduce directamente en el gasto energético que debe hacerse para calefaccionar o refrigerar una vivienda”, explicó Diego, debido a que sólo se conduce el 20 por ciento del calor que transmite un muro común.
Como tercera pata de la investigación, se encuentran abocados a implementar ensayos de absorción sonora y resistencia al fuego, entre otros -que solicita la Secretaría de Vivienda de la Nación-, para que el material pueda obtener el certificado de aptitud técnica, lo que posibilitará que los planos de obra concebidos con estos ladrillos puedan ser firmados y aprobados, para su incorporación en el mercado de la construcción.